Los inicios de la biblioteca “Ernesto de la Torre Villar”

Los inicios de la biblioteca “Ernesto de la Torre Villar”

Ramón Aureliano Alarcón
Instituto Mora

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 33.

En el Fondo Antiguo y parte de la colección general de la biblioteca del Instituto Mora se custodian y algunos se ponen en consulta pública, incluso por medios digitales, libros antiguos provenientes de importantes colecciones y bibliotecas. Se trata de ejemplares sobrevivientes desde la época colonial, tanto europeos como americanos, así como de los siglos XIX e inicios del XX. Allí aguardan historias por conocerse.

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La biblioteca del Instituto Mora es ampliamente reconocida en el campo de las ciencias sociales y las humanidades, tanto por su acervo como por la calidad de su servicio. Su caso es sui géneris, pues custodia una colección “mixta”, es decir, integrada por un fondo antiguo con algo más de 10,000 volúmenes y un acervo general que sirve para los requerimientos de investigación y docencia de la institución y de otros centros nacionales y extranjeros. Además, se localiza en la propiedad que fuera la casa de Valentín Gómez Farías (1781-1858), en una plaza también de valor histórico-patrimonial del antiguo barrio de San Juan Mixcoac. De hecho, la primera sede de la biblioteca estuvo en la antigua casa del político liberal.

La asociación civil Bibliotecas Mexicanas creada en 1976 fue el antecedente del actual Instituto Mora. Tenía el objetivo de constituir un importante acervo bibliográfico sobre historia de México, para lo cual se compró el conjunto de libros y documentos que a lo largo de su vida había reunido el estudioso José Ignacio Conde y Díaz Rubín. Pese a que en 1981 la asociación se disolvió, esa colección fue el origen de la biblioteca del Instituto que hoy concentra un fondo documental en el campo de la historia de México, Estados Unidos, América Latina, el Caribe y las ciencias sociales, de los siglos XVI al XXI.

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Con un acervo inicial de aproximadamente 45 000 volúmenes, actualmente cuenta con poco más de 177 000 ejemplares, distribuidos en 62 colecciones, que se han ido definiendo de acuerdo con la rareza de sus obras, formatos, contenidos o características físicas. Por su sala han pasado 1 322 usuarios durante 2015, tiempo en el que se proporcionaron 32 953 préstamos de libros y 55 338 servicios de consultas, referencias, fotocopiado y digitalización de documentos.

En el año 2003, la biblioteca fue denominada “Ernesto de la Torre Villar”, en honor al historiador y bibliófilo que fuera el primer director del Instituto Mora.

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Fondos Bibliográficos

Los fondos bibliográficos integrados por colecciones, además de objetos culturales, son cúmulos de historias que se entretejen. Esas historias nos permiten reconstruir su contenido a partir de la marca que van dejando en diferentes acervos hasta que pasan a las bibliotecas públicas. Son huellas visibles los sellos, ex libris, notas de propiedad o procedencia, apostillas, marcas de fuego, dedicatorias, autógrafos, restauraciones, mutilaciones, fechas de ingreso, números de adquisición, de inventarios, viejas clasificaciones, etiquetas de encuadernadores o de fumigación. De vez en vez, aparecen anotaciones de precios o “testigos”, esos objetos depositados y olvidados entre las páginas de los libros. Huellas no tan visibles son las marcas de agua en papeles, tipos de costura, clases de encuadernaciones y otros elementos poco perceptibles a simple vista como la composición del papel y la tinta.

Actualmente, los especialistas consideran necesario estudiar los mecanismos a través de los cuales los libros se van integrando en conjuntos documentales y las formas históricas que han posibilitado su conservación como acervos patrimoniales. Aquí no pretendemos realizar su historia con mayúsculas pues desbordar a los límites de las páginas disponibles, únicamente apuntamos algunos derroteros para entender mejor la importancia y la singularidad de tres fondos fundamentales con los que se inició la biblioteca y que contienen muestras de lo más granado de su fondo antiguo; es decir, aquellos impresos publicados desde el fin del periodo de los incunables de 1501 hasta la introducción de las máquinas en la producción de libros hacia 1801.

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