Los desvelos de Raúl

Los desvelos de Raúl

Silvia L. Cuesy

Revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 28.

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La Consulta, pluma y pincel, en El Ahuizote, Semanario Político de Caricaturas, 5 de agosto de 1911.

La situación se ha vuelto insostenible, es como si las reco­mendaciones dadas se tomaran al revés. Raúl siente que sus ya de por sí escasas horas de sueño se ven ahora reducidas y turbadas por los desaciertos de su hermano mayor; hay que estar a las vivas a cada rato y cuidar del adelantamien­to moral inculcado con perseverancia y disciplina. Si por lo menos el ingrato se acordara de acudir a él, la vigilia valdría la pena; a últimas fechas ya no le presta la atención acos­tumbrada tiempo atrás. Y la verdad es que una tarea de tal envergadura no es como para echársela a cuestas sin atender una indicación diaria, por lo menos. ¿Qué hacer si Pancho ya no lo evoca, si ya hizo a un lado el reglamento? ¿Habrá perdido sus facultades al apartarse de las serenas regiones de las ideas? Y al presagiar lo que ha de venir, todo su ser se cimbra como si se repitiera el accidente que le quitó la vida cuando, de niño, trató de alcanzar una lámpara de keroseno, y esta se le vino encima, prendida, y su cuerpecito se incendió como antorcha sin que ser humano o sobrenatural alguno pudiera salvarlo…

A Pancho se le ha metido en la cabeza que él solo puede hacer frente a la misión redentora de buscar el bien de sus semejantes y sacar de la pobreza a unos y del materialismo mundano a otros, de sanar las llagas morales de sus compa­triotas. Y eso está bien, de eso se trataba tanto consejo… Lo preocupante es ver que ha equivocado la manera; de no co­rregir el rumbo, el precipicio les pesará a los dos. Raúl ya no sabe dónde meterse. Su vergüenza no tiene freno ni control por haber sido el primero en darle ese consejo a su amado hermano. ¿Qué se pensará de él al verse tanta torpeza de Pancho? ¿Cómo deslindar responsabilidades si continúa dor­mido en sus laureles?

No puede creer que Pancho tan metódico antes, tan com­prometido con los espíritus, ahora se muestra nervioso, irrita­ble y tartamudea más de lo acostumbrado; otras veces, todo lo contrario: su mente se va hasta el final del universo que no tiene final y por eso se aleja más y más inexorablemente…, ha pasado de la desobediencia a la apatía y el abandono. En cambio hay ocasiones que parece un chiquitín que de pronto tira un juguete por agarrar otro que se le antoja más atractivo. Sin embargo, la niñez queda casi en el olvido de tan remota… En esta empresa y en estos momentos hay que portarse como hombres, demostrar valor y firmeza, claridad y congruencia.

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