En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 28
En mayo de 1949 el cineasta Arcady Boytler y su esposa Lina recibieron un inesperado regalo. Era un autorretrato que algunas décadas más tarde adquiriría un valor impensado para esa época. La pintura llevaba el nombre de El venado herido y estaba acompañada de unos versos dedicatorios en octosílabos donde su autora les pedía que la recordaran en su futura ausencia. Consciente, se anticipaba a lo que prefiguraba como irremediable. Cinco años más tarde aquella amiga del regalo, Frida Kahlo, moría.
La vida multifacética de Frida está enmarcada en su cotidianidad por un permanente vínculo con el mundo de esplendor de la cinematografía de mitad del siglo XX. Si ha sido un imán para el cine, tanto en vida como en las películas y documentales que la retrataron, en los cortos años en que fue erigiéndose su figura artística, y en compañía de Diego Rivera, desarrolló relaciones entrañables con directores, actrices, actores o guionistas como en el caso de Boytler.
El texto que destacamos en nuestra portada de este número de BiCentenario, nos da cuenta de la Frida Kahlo persona y personaje para el cine, pero también de la amiga que compartía tragedias con Chabela Villaseñor o le pedía apoyo económico a Dolores del Río en momentos de crisis, cercana a Sergei Einsenstein o a Adolfo Best Maugard, desconfiada del parrandero “Indio” Fernández porque arrastraba a Diego, dispuesta a interpretar su propio personaje ante las cámaras de Lola Álvarez Bravo o Nicholas Murray.
En el mismo año en que Frida pintaba su autorretrato con cuerpo de venado, llegaba a México de manera casual el pensador alemán Erich Fromm, padre del psicoanálisis social. Con poco menos de dos décadas de experiencia en tratar de comprender de manera dinámica al ser humano a partir del inconsciente, aquí forjaría gran parte de su carrera profesional. Acumulando investigaciones, formando colegas en la UNAM, abriendo espacios de debate y de consolidación teórica y práctica de su escuela de pensamiento, Fromm dejó una huella perenne hasta hoy día.
El creciente papel de la mujer en la vida pública se alimenta de las historia de otras como ellas que en el pasado, con mayores discriminaciones y rechazos, lograron imponer ideas, proyectos y esfuerzos personales. Allí está la crónica de 1865 cuando Carlota viajó hasta Yucatán y Campeche para recorrer una zona olvidada por el imperio de Maximiliano. Para la misma época, en la capital del país las mujeres tenían pocos lugares donde dar a luz, que no fueran sus propias casas. La inyección económica que le dio la emperatriz a la Casa de Maternidad permitió que más mujeres, especialmente pobres, tuvieran mejores condiciones de salubridad para los partos. Pero una vez que se tuvo que regresar a Francia, a punto de caer el imperio, otra mujer, Luciana Arrázola de Baz, marcó la senda final por donde debería ir la atención de la salud. Fueron dos protectoras clave en tiempos en que un embarazo era un riesgo alto para la vida de cualquier mujer.
Esta nueva edición de BiCentenario relata el hallazgo de 78 imágenes guardadas extrañamente en los entresijos del elevador de un hotel del centro del Distrito Federal. Las fotos, muchas de ellas reveladas en París, según los sellos que conservan, llegaron a manos de nuestra integrante del Consejo Editorial, Graziella Altamirano Cozzi, y muestran por un lado el rico intercambio epistolar de postales con comentarios sobre la Decena Trágica; pero por otra parte dejan ver a un inédito Porfirio Díaz reunido con familiares y visitantes que formaban parte de la elite porfirista desahuciada por la revolución. Son recuerdos de una época extinguida y que quedaron en secreto arrumbados en un sobre en aquel ascensor por más de medio siglo.
La etapa posrevolucionaria tiene cabida en esta edición con los afanes propagandísticos y que explican hasta la actualidad el comportamiento de los medios de comunicación. Venustiano Carranza ejercía el poder en 1916 pero necesitaba una nueva Constitución que lo legitimara. Apuntando a lograr esto, destinó un vasto apoyo económico para la creación de medios impresos en ciudades importantes que le ayudaran a su causa. Así nació El Universal el 1 de octubre de 1916 y luego otros medios. De la mano de su amigo Félix Palavicini, fue el periódico que tuvo la mayores prerrogativas durante el carrancismo. Aún así, este diario a punto de ser centenario, supo adaptarse a los momentos políticos críticos que le siguieron y estar muy cercano al poder.
También en tiempo novohispanos, un siglo antes, España requería de controles propagandísticos sobre la población para que la insurgencia del cura Hidalgo no se ampliara. De esto nos habla en su texto Joaquín Espinosa Aguirre. Y de cómo también desde el lado de la insurrección se hacía contrapropaganda. Una muestra de que aún hoy, con métodos más sofisticados por Internet, redes sociales, o con televisión, el fin de controlar la opinión pública tiene larga data de existencia.
Entre el ayer y el hoy que siempre termina por entrecruzarse, analizamos al Partido Acción Nacional, siguiendo con la propuesta de revisar a las organizaciones políticas y sus ideólogos destacados. ¿El pan de su creación y de la lucha desde la oposición ya no es el mismo? Sobre esto y otros aspectos del partido desentraña el artículo de Mario Santiago Jiménez. También recuperamos una entrevista radial a su fundador, Manuel Gómez Morin, realizada en 1949, donde describe las serias dificultades para ejercer el voto con libertad.
BiCentenario 28 no termina allí. Más artículos, más análisis, más información lo puedes descubrir a continuación en estas páginas. Hasta la próxima.
Darío Fritz.