A la sombra de la luna

A la sombra de la luna

Susana Biro
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 25.

Seis años de trabajo le tomó a un grupo de científicos bajo la dirección de Joaquín Gallo, preparar una minuciosa expedición para observar desde dos puntos del norte mexicano el eclipse solar de 1923 que sólo duraría tres minutos y medio.

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Campamento estadunidense en Durango durante el eclipse de Yerbanís, septiembre de 1923. Instituto de Astronomía, UNAM.

A las 13 horas con 35 minutos del 10 de septiembre de 1923, la luna le dio la primera mordida al sol y comenzó un eclipse que solamente fue visible en el norte de México. Durante la siguiente hora, astrónomos mexicanos y extranjeros, el presidente Álvaro Obregón con algunos funcionarios y miles de excursionistas siguieron a la sombra de la luna conforme iba tapando el disco del sol. La totalidad –cuando se pueden hacer las observaciones astronómicas importantes– duró un poco más de tres minutos, pero la preparación para este evento tomó varios años.

201565Una expedición científica implica una gran cantidad de trabajo y preparación, y en el caso del eclipse del 10 de septiembre de 1923 esto comenzó seis años antes. El impulsor fue Joaquín Gallo, entonces director del Observatorio Astronómico Nacional, quien entendió que se trataba de una gran oportunidad para mostrar a México y al mundo lo que el Observatorio podía hacer. Consiguió un apoyo económico extraordinario, organizó las expediciones mexicanas y respaldó a una docena de grupos de científicos extranjeros para instalar campamentos de observación en el norte del país.

Difundió la información de interés para el público general como la ubicación y las horas de visibilidad del espectáculo, las maneras recomendables de hacer la observación, así como una explicación científica de los eclipses en general.

Eclipse total  de sol fotografiado por J.Gallo, YerbanAi??s, Durango, 1923 (647x800)Los cálculos de la franja del territorio mexicano por la que pasaría el eclipse y la hora precisa en varias localidades importantes se hicieron en el Observatorio desde 1918. Con esta información en mano, Gallo convocó a la Sociedad Científica Antonio Alzate –la más importante en su momento– para pedir que se hiciera un registro del clima en esa región en el mes de septiembre. Para ello se usó la red de observatorios meteorológicos existentes, y además invitó a maestros rurales y funcionarios locales para que registraran la cantidad de nubes hacia mediodía en septiembre cada año.

Al mismo tiempo, con ayuda de los ingenieros geógrafos de la Secretaría de Fomento, se hizo un mapa de la república con las principales poblaciones y las vías de transporte, principalmente redes ferroviarias, sobre el cual se trazó la franja sobre la que pasaría la sombra de la luna y en la cual se podría observar el eclipse total. Este mapa se utilizó para difundir el su- ceso venidero entre especialistas y aficionados en México. Además, Gallo escribió un breve artículo en inglés que publicó en una revista estadunidense y, a partir de entonces, tuvo mucho contacto con astrónomos en todo el mundo que escribían pidiendo informes acerca de localidades, transporte y otros aspectos prácticos.

La comunidad internacional de astrónomos interesados en observar este eclipse lo invitó a formar parte de la comisión sobre eclipses de la Sociedad Estadunidense de Astronomía. En los años que siguieron, discutieron la importancia del fenómeno, las preguntas relevantes, los instrumentos necesarios y los métodos para hacer las mejores observaciones.

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