En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 50.
Cincuenta números, doce años y una historia. En los albores de 2008, un grupo de mujeres académicas del Instituto Mora comenzamos a esbozar un proyecto acorde con unas fechas que se acercaban: una revista de divulgación que se anticipara a la conmemoración prevista para 2010 de los centenarios del inicio de la independencia de Nueva España y el de la revolución mexicana contra la tiranía y la desigualdad. Esos dos momentos fundacionales para el país, podrían quedarse en celebraciones para el nuevo proyecto editorial, en todo caso sin tanta solemnidad, si no albergaba una propuesta de mayor alcance. Se buscaba llegar para quedarse. De todos modos, las pretensiones, dependientes muchas veces de recursos económicos, requerían de esfuerzos personales a largo plazo. Las propuestas de las profesoras-investigadoras que conformamos el primer Consejo Editorial, se fundaban también en recuperar la memoria de lo ocurrido en el día a día de los mexicanos, sus intereses, sus lugares de reunión, sus tradiciones, sus maneras de expresar ideas, sus vicios y virtudes. Sus recorridos por los caminos del país. Mostrar al público que la historia ofrece, además de análisis serios, la posibilidad de acceder a la vida cotidiana –social, cultural, económica política– y que no todo tiene que ver únicamente con las gestas heroicas. El nombre elegido se correspondía con el momento, BiCentenario, pero también el complemento del cabezal remarcaba que la revista no sería circunstancial. Una convocatoria en la que participaron distintas áreas del Mora dio el nombre completo al proyecto de publicación trimestral: BiCentenario. El Ayer y Hoy de México. Y si bien en alguna etapa posterior a 2010 hubo intenciones de no dejar atado el nombre a la conmemoración –Historia para Todos, se barajó entre las opciones de nueva denominación–, el título original quedó plasmado definitivamente.
Han transcurrido doce años desde entonces. El primer número que saltó a la calle, en junio de aquel año, con la sonrisa genuina de un Pancho Villa algo desaliñado que miraba desde la portada junto a un par de niños atentos, parecía adelantar un futuro promisorio. BiCentenario se ha ido transformando en este tiempo en paralelo a los días agitados que constantemente nos depara México, fortalecida por su aval institucional académico y la incorporación de nuevas voces al equipo de trabajo. Los contenidos de nuestros investigadores se han abierto a colegas de otras instituciones, el diseño adquirió versatilidad y elegancia, potenciamos la amplia riqueza del Acervo del Archivo de la Palabra y el Fondo Antiguo de imágenes del Instituto, incorporamos archivos fotográficos de excelencia, oficiales y privados. La revista se ha adaptado al nuevo mundo digital para alcanzar otros públicos, tanto en la web como en las redes sociales. Pero nada de esto nos haría presentes más de una década después sin los lectores fieles a la publicación, y que continúan sumándose. Estamos muy agradecidos por su generosidad de leernos edición a edición.
Llegamos a este medio centenar de números atrapados en las vicisitudes generadas por los retos de una pandemia viral que nos obliga a redoblar esfuerzos, con creatividad y obstinación. Obligados a la sana distancia y modestos festejos digitales, ofrecemos este número que quiere conmemorar a un virtuoso de vida trágica: Ludwig van Beethoven. Utilice usted la aplicación tecnológica que mejor le acomode o hasta un disco de vinilo, para escuchar la Sonata N° 8 Opus 13, Adelaide o Fidelio, y escaparnos hasta esos tiempos cercanos diferentes, sentados frente a una filarmónica o con los auriculares puestos tirados en un parque. A 250 años del nacimiento del niño prodigio de Bonn, pianista, compositor y director de orquesta, te acercamos textos que hablan de cómo una de las figuras más descollantes a nivel mundial de la música de fines del siglo XIX y principios del XX –había fallecido en 1827– era escuchado, entendido y admirado por la burguesía nacional de entonces. También el esfuerzo de la inmigración alemana para darle un lugar preponderante –la obra escultórica en este caso– en la Alameda de la ciudad de México. Su obra exuberante nos permite adentrarnos en la conformación del Conservatorio Nacional de Música, un lugar donde también Beethoven ha sido parte del aprendizaje de otros genios, y cuyo éxito como institución educativa tiene tres nombres: Alba Herrera y Ogazón, Carlos J. Meneses y Carlos Chávez.
Esta edición de aniversario también reúne artículos sobre la persistente resistencia durante varios siglos de las clases pobres mexicanas a los intentos por marginar el pulque, así como la difícil sobrevivencia de los niños de la calle en años posteriores a la revolución. En un presente muy complejo, analizamos la desigualdad, tan perenne al parecer, que ofrece síntomas de afianzarse e incluso expandir su alcance con la pandemia de la Covid-19.
Lectores, 50 números, doce años y muchas historias por contar aún en BiCentenario. El Ayer y Hoy de México. Brindamos con ustedes.
Darío Fritz.