Por amor a la música. La Universidad y su orquesta, una historia singular

Por amor a la música. La Universidad y su orquesta, una historia singular

Eugenia Meyer
UNAM

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 49.

Fruto de la autonomía universitaria de 1929, la OFUNAM da cuenta de una tradición de más de ocho décadas de vida: difundir la música en diversos ámbitos y escenarios, más allá del campus universitario, con el propósito de integrar a todos los sectores sociales.

Orquesta Sinfónica de la Universidad en la Escuela Nacional Preparatoria durante un ensayo, ca. 1936, en http://musica.unam.mx
Orquesta Sinfónica de la Universidad en la Escuela Nacional Preparatoria durante un ensayo, ca. 1936, en http://musica.unam.mx

Si entendemos la música como parte esencial del ser humano, una forma excelsa de comunicación, también podemos comprender el lazo que se teje entre aquella y las personas que disfrutamos este ancestral y popular arte. Modos distintos de relación, que generan sentimientos diversos tanto en los creadores como en quienes la escuchamos. Sea la llamada música clásica, la tradicional o la popular, en todas hay signos de identidad que nos permiten reconocernos en ellas.

Tiempo y espacio definen y determinan la historia de la música, su evolución, expresiones y circunstancias. Es por ello por lo que el origen y desarrollo de la Orquesta Filarmónica de la Universidad (OFUNAM) están íntimamente ligados a la premisa de la autonomía universitaria, concedida en 1929 luego del proceso de reconstrucción tras la lucha armada. Transcurridos los gobiernos de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, tras la reelección y asesinato del primero, se generó un vacío cubierto por Emilio Portes Gil al asumir la presidencia interina el 1 de diciembre de 1928, dando con ello paso al periodo conocido como “Maximato”, del que también hubieron de formar parte Pascual Ortiz Rubio como presidente constitucional y, tras su renuncia, Abelardo L. Rodríguez, quien como presidente sustituto abarcó los años restantes hasta 1934.

Durante el gobierno de Portes Gil tuvieron lugar hechos importantes, como la rebelión escobarista, el fin de la guerra cristera, la lucha vasconcelista y la fundación del Partido Nacional Revolucionario (PNR). Sin duda, junto a todos ellos, el movimiento para lograr la autonomía universitaria ocupó un lugar significativo. El presidente, abogado de la Escuela Libre de Derecho, hubo de enfrentar un movimiento estudiantil en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, que el 9 de mayo de 1929 se declaró en huelga ostentando como demanda fundamental la autonomía universitaria.

Se trataba de un movimiento surgido como protesta por los cambios en la forma de evaluar a los estudiantes, producto de la firme convicción de su entonces director, Narciso Bassols, de elevar la calidad de los futuros abogados. Todo ello sucedía al tiempo que Alfonso Caso, director de la Escuela Nacional Preparatoria, formulaba un nuevo plan sin tomar en cuenta las observaciones estudiantiles, lo que también contribuyó a generar un clima de agitación.

En respuesta a la efervescencia estudiantil, Portes Gil ordenó el cierre de la Escuela de Jurisprudencia argumentando que la huelga era “injustificada y de franca indisciplina”, por lo que cualquier desacato o alteración del orden se castigaría con energía. La policía ocupó los recintos universitarios. Alejandro Gómez Arias, presidente del Directorio de la Huelga y de la Confederación Nacional de Estudiantes, condenó públicamente el uso de la fuerza. Poco a poco se fueron uniendo otras escuelas y facultades, y para el 24 de mayo el movimiento huelguístico se había generalizado.

Las presiones finalmente obligaron al gobierno a aceptar la autonomía universitaria, esgrimiendo que con ella se reiteraban los “ideales democráticos revolucionarios” y el compromiso de favorecer el trabajo, a fin de generar una disciplinada y equilibrada libertad. Los alumnos y profesores tendrían injerencia de manera más directa en el manejo de la universidad, y coadyuvarían en los propósitos de impartir educación superior, contribuir al progreso de México y desarrollar la cultura nacional (Universidad de México).

Como era menester dotar de un marco jurídico a este nuevo estatus, el 19 de julio de 1929 el presidente Portes Gil promulgó la Ley Orgánica de la “Universidad Nacional de México, Autónoma”, la cual se publicó el 22 de julio en el Diario Oficial de la Federación, para entrar en vigor el día 26 del mismo mes.

De inmediato se tomaron medidas de tipo administrativo, incorporando las profesiones liberales clásicas –médicos, abogados e ingenieros–, cuya postura dentro de la Universidad era dominante, pues se trataba de escuelas fundadoras de la institución creada por Justo Sierra en 1910. Asimismo, se enfatizó la necesidad de promover las artes y la cultura en general, dentro de las cuales la música ocuparía un lugar preponderante y significativo en los nuevos proyectos.

Sin embargo, y por contradictorio que parezca, la autonomía llevó al Conservatorio Nacional de Música, llamado entonces Escuela de Música, Teatro y Danza, y a la Escuela Nacional de Bellas Artes, a constituirse en instituciones independientes. Es por ello por lo que dentro de la Universidad se creó la Facultad de Música, que posteriormente recibió el nombre de Escuela de Música, teniendo como primer director al compositor tlaxcalteca Estanislao Mejía, quien el 7 de octubre de 1929 procedió a inaugurar los cursos en el Salón de Actos del Edificio Mascarones, sede de la Facultad de Filosofía y Letras.

Poco después la Escuela optó por conformar una primera agrupación musical, que con el tiempo y gracias al empeño de alumnos y maestros habría de constituirse en una orquesta. Cabe recordar que la situación era tan precaria que el maestro barcelonés José Rocabruna, asentado en México desde 1901, optó por solventar los costos. Simultáneamente, se creó la materia de Orquesta, lo que propició que un grupo de instrumentalistas (profesores y alumnos) empezaran a hacer presentaciones extramuros. Arranca así una tradición que permanece hasta nuestros días: difundir la música en diversos ámbitos, sin importar condición social o escenario, y teniendo como premisa que escucharla es un derecho de todos.

Con la llegada de Lázaro Cárdenas a la presidencia, en diciembre de 1934, las relaciones con la Universidad se complicaron. Luego de decretar la supresión de la escuela laica y la sustitución por las escuelas socialistas como base de la educación superior, la UNAM experimentó numerosos cambios y choques ideológicos frente al gobierno, proceso que se ha dado en llamar la segunda autonomía. Todo ello afectó a la institución, generando cinco modificaciones en la Rectoría, hasta que finalmente, con la llegada de Luis Chico Güerne, el 24 de noviembre de 1935, se logró establecer un diálogo más fluido con el poder ejecutivo.

Ya en 1921 el rector José Vasconcelos había creado el Departamento de Intercambio y Extensión Académica, al frente del cual estuvo Pedro Henríquez Ureña. Luego, durante el rectorado de Ignacio García Téllez, se fundó en 1936 el Centro de Acción Social de Estudios Universitarios (posteriormente se convirtió en el Departamento de Acción Social), al frente del cual quedó Salvador Azuela, quien advertía, con toda claridad, sobre los prejuicios existentes entre los políticos enemigos de la Universidad, quienes –de acuerdo con Universidad Mensual de Cultura Popular de mayo de 1937– afirmaban que se vivía en esta “un intelectualismo egoísta, desdeñando los anhelos difusos de mejoramiento popular, sordos a los clamores de la transformación social contemporánea”.

Para contrarrestar esa posición se estableció la Extensión Universitaria, y dentro de ella un campo específico, el de Acción Estética, en el cual ocuparían un sitio preponderante la Orquesta Sinfónica, los coros y el Trío Clásico de la Universidad.

La Orquesta Sinfónica de la Universidad (OSU) se profesionaliza y en 1936, bajo la dirección conjunta de José Rocabruna y el mexicano José Francisco Vázquez, empieza sus actividades musicales en el anfiteatro Simón Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria, ubicada en el antiguo Colegio de San Ildefonso, y con un singular escenario de fondo: el primer gran mural de Diego Rivera, La creación (1922).

Es claro que el buen éxito se debió al esfuerzo de sus directores. A pesar de las limitaciones económicas y los vaivenes en la propia Universidad, ofrecieron 23 temporadas con conciertos semanales. Con los años se presentaron en otros escenarios, como el Palacio de Bellas Artes, y teatros como el del Pueblo, ubicado en las instalaciones de los antiguos colegios jesuitas de San Pedro y San Pablo, así como en San Gregorio, anexo al mercado Abelardo L. Rodríguez. Ofrecieron igualmente conciertos al aire libre en sitios como el Teatro Lindbergh en el Parque México, el Alcázar de Chapultepec y el Hemiciclo Juventino Rosas en el Bosque de Chapultepec. A ello habría que agregar que ya en 1935 había visto la luz la Imprenta Universitaria, y en 1937 lo hizo Radio UNAM, lo que permitió a la orquesta una presencia significativa y una difusión hasta entonces imposible.

Múltiples circunstancias dan cuenta del desarrollo de lo que hoy es la OFUNAM desde su fundación, y del proceso que hizo factible su fisonomía particular y afianzamiento, a fin de cumplir la función social de generar una cultura musical a partir de su programación e interpretaciones, de tal suerte que se fuese conformando un público que justificara su existencia. Se ofrecieron conciertos didácticos dirigidos a niños, jóvenes y público en general y empezaron las giras en el territorio nacional.

Para 1947 se configura el Servicio de Educación Popular y luego la Dirección General de Actividades Académicas y de Difusión Cultural. Tiempo después, en 1953, se constituye el Departamento de Extensión Universitaria, que cuatro años más tarde se transforma en Difusión Cultural. Dado el desarrollo de este tipo de actividades en la Universidad, se establece la Coordinación de Extensión Universitaria, antecedente de lo que desde 1986 hasta hoy se conoce como Coordinación de Difusión Cultural, de la cual forma parte la Dirección General de Actividades Musicales, hoy Dirección General de Música.

Hay que hacer un paréntesis en esta historia. El viejo sueño acariciado por tantas generaciones, de contar con un espacio propio e independiente alejado del centro de la ciudad, donde se encontraban dispersas las diferentes facultades y escuelas, empezó a volverse realidad. Ya en la década de 1940, el presidente Manuel Ávila Camacho había entregado al entonces rector de la universidad, Salvador Zubirán, terrenos apropiados en el Pedregal de San Ángel para empezar la construcción de la actual sede universitaria. A partir de los proyectos surgidos de la Escuela de Arquitectura y la competencia de un grupo de notables arquitectos mexicanos, en 1950 se colocó la primera piedra de lo que sería la Ciudad Universitaria. Se diseñaron edificios independientes para las facultades, además de espacios deportivos y un estadio para recreación del alumnado. Sin embargo, no se consideraron espacios particulares para las artes.

En 1953, con el arribo a la rectoría de Nabor Carrillo Flores, hijo del compositor Julián Carrillo, el interés por la música en la Universidad adquirió nuevas dimensiones. En 1955 se iniciaron los conciertos de música de cámara en el Auditorio de Medicina, que perduraron por más de diez años. No obstante, buena parte de los esfuerzos de la Orquesta Sinfónica no tuvieron el éxito deseado. Luego de 26 años de arduo desempeño de sus fundadores y los músicos que la integraban, el fracaso económico de las primeras giras por el país obligó a considerar la desaparición de la OSU. Incluso se planteó la posibilidad de reducirla a una orquesta de cámara, que daría cabida a los integrantes del “Taller de Composición” instituido por Carlos Chávez. Paradójicamente, dos de sus integrantes habrían de ser con el tiempo notables directores de la OFUNAM. En especial uno de ellos, Eduardo Mata, fue determinante tanto en el desarrollo como en la consolidación de la agrupación.

Fallecidos los maestros fundadores, José Rocabruna y José F. Vázquez, el primero en 1957 y el segundo en 1961, se generó una intensa campaña periodística en apoyo a la orquesta, a fin de que no se desintegrara. Se nombró entonces al italiano Icilio Bredo como nuevo director para los siguientes cuatro años, periodo que se ha denominado de transición porque no se realizaron acciones específicas que generaran un verdadero cambio. Fueron años muy complejos. La orquesta presentaba un claro declive en su rendimiento, amén de que sus integrantes tenían sueldos raquíticos. El variado y rico repertorio de la orquesta no se amplió y el fortalecimiento que se esperaba no fructificó. En consecuencia, el Departamento de Difusión Cultural de la Universidad disolvió el conjunto para dar paso a las disposiciones del nuevo rector, Javier Barros Sierra, quien ordenó en 1966 la reestructuración de la orquesta.

El maestro Eduardo Mata fundamentó la transformación de la orquesta en la imperiosa necesidad de elevar los salarios de los músicos, reconstruir la plantilla orquestal y allegar recursos económicos externos para patrocinar a la orquesta, de tal suerte que pudiesen adquirirse nuevos instrumentos, invitar a solistas y directores, y pagar a los eventuales instrumentistas requeridos. Igualmente, señalaba la importancia de contar con los recursos necesarios para la transportación y afinación de los instrumentos, el alquiler de partituras y remunerar al personal adicional a los músicos.

El nuevo director se aprestó a recuperar espacios y público universitarios. Se empezaron a utilizar los diversos auditorios, fuese el de Arquitectura o el Justo Sierra y otros, al tiempo que continuaban las actuaciones en diversos teatros de la Ciudad de México. También creó el cargo de director asistente e impulsó el cambio de nombre de la agrupación.

Fue así como, en tiempos complejos para la UNAM, bajo la rectoría de Pablo González Casanova, surgió la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México. Relata Gloria Carmona, “Palabras de Eduardo Mata en la reunión del Patronato”, en Eduardo Mata (1942-1995), Fuentes documentales, que el propio director lo justificaba: “Hasta cierto punto el cambio de nombre representa para la orquesta la apertura de una nueva época y la asunción de nuevas y más graves responsabilidades artísticas y sociales.” Aquí quizá habría que destacar que la palabra filarmónica deriva del griego y significa “amante de la música”, o sea, Mata entendía el amor a la música como razón de ser de la orquesta.

Agrega Carmona que el énfasis, a partir de entonces, se puso en la programación, a fin agrega de lograr “un equilibrio entre lo muy antiguo, lo clásico, lo muy moderno y, por supuesto, la música mexicana”. Para ello se enriqueció y actualizó el repertorio y se amplió el panorama de directores huéspedes y solistas. El esfuerzo desplegado por el director se plasmó igualmente en la primera serie de grabaciones que continúan hasta el día de hoy, en pleno siglo XXI.

El año de 1968 se significa en la historia de México por el movimiento estudiantil, el cierre de la UNAM y la brutal reacción del gobierno que culminó con la matanza del 2 de octubre. Todo ello afectó la vida de la nación entera y la OFUNAM no escapó a estas circunstancias. Sus actividades se suspendieron hasta que la Universidad retomó su vida cotidiana. Cuatro años más tarde, cuando en 1972 se constituyó el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM), el cual optó por irse a una huelga en octubre que terminaría hasta iniciado el siguiente año, los conciertos universitarios se suspendieron y finalmente Eduardo Mata optó por renunciar luego de una década de ardua, fecunda y por demás significativa labor.

Le sucedió su condiscípulo Héctor Quintanar para cubrir el lustro de 1976 a 1981. Fue entonces que la consolidada OFUNAM se instaló en la Sala Nezahualcóyotl, dentro del Centro Cultural Universitario. El diseño arquitectónico de Arcadio Artís con la colaboración de Orso Núñez Ruiz de Velazco, y el acústico de Christopher Jaffe, tuvieron como resultado una de las mejores salas de conciertos del mundo. Inspirada en la Berliner Philarmoniker y en el Concertgebouw de Amsterdam, tiene un escenario de 240 metros cuadrados, con un área de servicio de 4 900 metros cuadrados y un aforo de 2 229 butacas.

Bajo la dirección de Quintanar se amplió el repertorio y se presentaron óperas en concierto, permitiendo así la participación de artistas mexicanos. Asimismo, continuaron los programas tradicionales de música barroca, así como de obras románticas. Quintanar renunció en 1981 y continuó Armando Zayas, en ese momento subdirector. Se hizo entonces patente la necesidad de contar con el apoyo de dos directores asociados: Enrique Diemecke y Eduardo Diazmuñoz. La orquesta se integró al Departamento de Música, dirigido por el compositor Raúl Cosío Villegas, quien sin duda fortaleció el legado de Mata.

Con la llegada en 1985 del nuevo rector, Guillermo Soberón Acevedo, surgen nuevos conflictos entre los titulares de la OFUNAM y los músicos. Algunos se resolvieron sutilmente, otros no.

A la fecha, la orquesta ha tenido trece directores, ha ampliado el espectro de los intérpretes, ha renovado el plantel de músicos y ha presentado un sinnúmero de directores huéspedes, así como solistas tanto mexicanos como extranjeros. La OFUNAM continúa fortaleciendo y honrando la tradición establecida desde su fundación, al realizar numerosos conciertos tanto en el campus universitario como en diversos espacios universitarios del país. Incluso, durante 2014-2015, se presentó en Italia y Reino Unido.

En la actualidad funge como director artístico Massimo Quarta, y como director asociado Iván López Reynoso, bajo cuyas batutas está el cuerpo de maestros que componen la orquesta, conformada por 2 concertinos, 16 violines primeros, 15 violines segundos, 12 violas, 12 violonchelos, 8 contrabajos, 2 flautas, 3 oboes, l corno inglés, 3 clarinetes, 1 clarinete bajo, 3 fagotes, 1 contrafagot, 5 cornos, 4 trompetas, 2 trombones, 1 tuba, 2 percusiones, l arpa, 1 piano y 1 celesta. Todo ello hace un total de 95 músicos, de los cuales solamente 20 son mujeres. Aún queda una tarea pendiente: la equidad de género.

Radio, tv y medios digitales


La OFUNAM ofrece tres temporadas al año, que se llevan a cabo los sábados a las 20:00 horas y los domingos a las 12:00 horas. Quienes no tengan la oportunidad de acudir a las salas de concierto disponen de diversas posibilidades para escucharlas.


Radio Universidad. Domingos a las 12:00 horas.
TV UNAM.b Transmite en vivo el concierto los domingos y lo retransmite el martes a las 15:30.
Streaming (internet). Sábados en vivo a las 20:00 horas https://livestream.com/musicaunam


Para más información, consultar las páginas http://amigosofunam.unam.mx y http://musicaunam.mx

PARA SABER MÁS:

  • Carmona, Gloria, “Palabras de Eduardo Mata en la reunión del Patronato” en Eduardo Mata (1942-1995), Fuentes documentales, México, CNCA, 2001.
  • Universidad de México, Órgano de la Universidad Nacional Autónoma de México, t. 1, núm. 1, noviembre de 1930.
  • Universidad Mensual de Cultura Popular, t. 3, núm. 16, mayo de 1937.

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