Ethel Herrera Moreno
Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 32.
Concebida como una manifestación cultural de escultores de diversos países durante las olimpiadas de 1918, pero que trascendiera al evento deportivo, las 19 obras de artistas de los cinco continentes han sobrevivido a pesar del abandono. Una iniciativa ciudadana trata de recuperarlas del olvido, aunque con resultados dispares.
Los Juegos Olímpicos de 1968 en México fueron los primeros en América Latina. Y si ahora que llegaron otra vez a la región, 48 años más tarde, el mundo es otro y la tecnologías han transformado su alcance y visión, en aquel caso el país hizo un aporte que quedaría como único dentro de las actividades que rodean cada cuatro años los juegos: la Olimpiada Cultural. Se pensó como un año de actividades que no se limitaron a las dos semanas de competencias, y que incluyeron 20 eventos, abarcando, entre otros, la danza, la música, la poesía, la pintura y la ciencia. La idea se enriqueció con la participaron de artistas de la mayor parte de los países del orbe.
Dentro de la propuesta, el escultor Mathias Goeritz concibió la creación de un gran corredor escultórico de 17 kilómetros de largo ubicado en el sur de la ciudad y cerca de la Villa Olímpica y de los lugares de la competencia, para que pudieran ser vistos por los deportistas y el público asistente. Con el apoyo del reconocido arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, el mismo que construyó la actual Basílica de Guadalupe, crearon la denominada Ruta de la Amistad en la que cada 1 500 metros se ubicó una escultura, hasta sumar 19 de siete a 18 metros de alturas, en las cuales participaron artistas de todos los continentes. El recorrido a lo largo del Anillo Periférico, entre San Jerónimo y Cuemanco, era un camino de geometrías y colores que llevaba a los distintos escenarios de las competencias. Así, el arte moderno podía ser apreciado tanto en una zona de piedra volcánica con 200 000 años de antigüedad como sobre los campos y lagunas de Xochimilco. Hoy día, la iniciativa de Goeritz tiene la proeza de permanecer viva para regocijo de la ciudad y de los amantes de la cultura. Sin embargo, la Ruta de la Amistad quedó en total abandono durante 25 años, por la falta de mantenimiento, las agresiones de grafiteros, la contaminación y el acelerado crecimiento urbano.
En años recientes, un grupo de hombres y mujeres preocupados por su situación crearon el Patronato Ruta de la Amistad A. C., con el objeto de restaurar las esculturas y asegurar su conservación. Con el proyecto Adopte una Obra de Arte, en el que se invitó a participar a instituciones públicas y privadas, las obras han comenzado a recuperar su originalidad en varios de los casos. Once de ellas ya fueron ubicadas en nuevos espacios para que puedan estar visibles.
Es loable que gran parte de las esculturas de la Ruta de la Amistad se hayan restaurado y que se continúe con el proyecto de su rescate; sin embargo, al cambiarlas de lugar se perdió definitivamente el sentido original del recorrido. Actualmente es muy difícil verlas a todas por el tráfico permanente de vehículos lo cual hace casi imposible detenerse para apreciarlas, incluso en el caso de las que se colocaron en el trébol de Insurgentes Sur y Periférico. Los cambios no han logrado su finalidad, en parte por el poco interés de las autoridades por preservar el patrimonio artístico y, por otra, por el desinterés de los particulares por valorarlas.
Desde luego que hay aspectos muy positivos como admirarlas desde diversos ángulos, tal el caso de la austriaca “Muro articulado”, en la que ahora sí puede verse el gran movimiento que tiene en cada uno de sus ángulos. Un gran número de personas han visto las esculturas, posiblemente sin detenerse a pensar de dónde provienen y el valor cultural que en conjunto e individualmente tuvieron como parte de la Ruta de la Amistad. De ahí que sea importante que las conozcamos y sepamos su origen. Para ello, recomendamos documentarnos sobre la historia de las obras y programar el recorrido completo muy temprano en domingo o en día feriado, cuando la merma del tráfico de vehículos permite observarlas y valorarlas.
Ángela Gurría (1929), Señales o la herradura, México
Se ubicó en la glorieta de San Jerónimo, en sentido de norte a sur, y fue mudada recientemente al trébol vial de Periférico e Insurgentes Sur, lado surponiente. Tiene 18 metros de altura, con dos “cuernos” en blanco y negro, que simbolizan las primeras olimpiadas en que los países africanos participaron en conjunto. Fue restaurada en 1998 por la familia Moisés Cosío.
Willy Guttman (1927), El ancla, Suiza
Se localizan en el trébol vial de Periférico e Insurgentes Sur, lado norponiente, a donde fue instalada luego de permanecer varias décadas en el cruce de Periférico Sur, dirección norte-sur, y Luis Cabrera. En sus 7.50 metros de alto, tiene forma de un gran disco irregular con líneas curvas, con un elemento más pequeño que se inserta en el mayor. Originalmente fue de color azul con los cantos morados, y hoy resalta por el azul intenso, que el autor le adjudicó en 1997, tomando en cuenta el entorno totalmente distinto al de 1968. Fue restaurada por la Asociación de empresarios suizos en México y por Zurich Seguros de México. La empresa Roche Bobois se encarga de proteger su entorno.
Miloslav Chlupac (1920–2007), Las tres Gracias, Checoslovaquia
Se puede apreciar en el trébol vial de Insurgentes Sur y Periférico, lado norponiente. Hasta allí fue trasladada de su ubicación original en Periférico Sur, dirección norte-sur, y Fuentes del Pedregal. Está compuesta por tres cuerpos verticales de 12.50 metros de altura, a manera de columnas, con un lado irregular y ondulante. Cuenta con dos juntas al frente, pintadas en rosa y otra atrás, en color lila. Fue restaurada en 2003 y desde 2007 está resguardada por la empresa deportiva Adidas.
Kioshi Takahashi (1925–1996), Esferas o sol, Japón
Estuvo emplazada en Periférico Sur, dirección norte-sur, y Santa Teresa. Actualmente se sitúa en el trébol vial de Insurgentes Sur y Anillo Periférico, lado suroriente. Está formada por dos grandes esferas pintadas de blanco, de siete metros de altura, incompletas, sin dos cuartas partes de sus cuerpos. Fue restaurada por Carlos Kasuga.
Pierre Szekely (1923–2001), El sol bípedo, Francia
Se colocó desde su origen en Periférico Sur, dirección norte-sur, y Boulevard de la Luz. Con una altura de trece metros y acabado rugoso, está formada por tres cuerpos de formas indefinidas, dos verticales, a manera de patas con pequeños brazos, y, encima, un cuerpo horizontal que representa el sol. Tiene un hueco en medio. En el año 2000, el escultor húngaro le cambió el color terracota de 1968 por un amarillo concentrado. Fue restaurada en 2005, gracias al apoyo de tv Azteca, y actualmente Fomento Cultural Grupo Salinas se encarga de su conservación.
Gonzalo Fonseca(1922–1997), La torre de los vientos, Uruguay
Se ubica frente al centro comercial Perisur, sobre Anillo Periférico sur, dirección norte Sur. Está compuesto por dos elementos: el mayor, con una altura de trece metros, está formado por tres cuerpos escalonados; mientras que el inferior presenta figuras geométricas y una escalera. Tiene un espacio interior de 80 metros cuadrados, también con figuras geométricas. El otro elemento, de menores dimensiones, igualmente tiene escaleras. Fue restaurada en 1996 por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, sin embargo, actualmente se encuentra en mal estado de conservación.
Constantino Nivola (1911–1988), Hombre de paz, Italia
Está emplazada en el trébol vial de Insurgentes y Periférico Sur, lado surponiente. Con una altura de once metros se compone de tres cuerpos geométricos, de planta trapezoidal con rayas verticales pintados con los colores de la bandera italiana: verde, blanco y rojo. Fue restaurada en el 2006 y trasladada a donde se formó el primer jardín nativo, que dio origen a 16 espacios más de recuperación ecológica. Se contó con el apoyo de la embajada de Italia. Desde 2007 está protegida por las empresas Pirelli y Techint.
Jacques Moeschal (1913-2004), El disco solar, Bélgica
Se aprecia desde su origen a la entrada de la Villa Olímpica, sobre el basamento más antiguo de Mesoamérica, en la Zona Arqueológica de Cuicuilco B, cruce de Insurgentes Sur con Periférico. Con una altura de 17 metros y pintada en color verde oscuro, la escultura se compone de una base rectangular con una figura en forma de aro sin cerrar, delgado en su parte inferior y más ancho en la parte superior. Por su altura y colocación se volvió la escultura más emblemática de la Ruta de la Amistad. Fue restaurada en 2011, gracias al gobierno del Reino de Bélgica, a través de su embajada en México, la empresa Nyrstar, la Fundación Diez Morodo, A. C., la Secretaría de Educación Pública y algunas instituciones y particulares de la comunidad belga.
Todd Williams (1939), La rueda mágica, Estados Unidos
La obra de mayor colorido de toda la ruta, se observa desde su origen sobre un montículo de roca volcánica, en la pista atlética de entrenamiento de la Villa Olímpica. Con siete metros de altura, está compuesta por tres partes unidas en diferentes lugares: la frontal, en forma de un medio óvalo, está pintada con franjas de llamativos colores; las posteriores, de trazo irregular, forman una especie de techo, que permite transitar debajo de la escultura. Fue restaurada en 2007.
Grzegorz Kowalski (1942), Reloj solar, Polonia
Emplazada en el trébol vial de Periférico e Insurgentes Sur, lado norponiente. La escultura, de cinco metros, consta de siete conos de diversos colores, tamaños, y direcciones, desplantados sobre un terreno circular. El cono central es el que recibe toda la influencia del sol. El juego de sus formas cónicas genera una sensación de movimiento y de fuerzas encontradas para el espectador que recorre su espacio. Fue restaurada en 2001, gracias a The History Channel Latinoamérica. Desde entonces está bajo el cuidado del Centro Comercial Perisur, y su entorno, por American Express, desde 2010.
Josep María Subirachs (1927-2014), México, España
Se sitúa en el trébol vial de Periférico e Insurgentes Sur, lado nororiente. Fue creada un par de meses después que el resto de las esculturas, ya que su invitación al proyecto fue tardío. La escultura, de 11.50 metros, está compuesta por dos cuerpos verticales y uno horizontal; los verticales en forma piramidal con base rectangular, el superior, invertido. Se traslapan en su unión, formando parte del cuerpo horizontal, en el cual se aprecia la palabra México. Se restauró en 2001 gracias al apoyo de Fundación Domecq A. C. y la embajada de España en México.
Clement Meadmore (1929-2005), Jano, Australia
Se instaló en Periférico Sur, dirección sur-norte, en donde actualmente se encuentra el Colegio Olinca, y posteriormente se trasladó al trébol vial de Insurgentes Sur y Periférico, lado nororiente. Esta sencilla y dinámica escultura de seis metros de altura tiene forma de un ancho aro doblado sobre sí mismo. En su origen tenía una escalera sobre la roca, para permitir que el espectador pudiera subir y admirarla de cerca, apreciando su movilidad. La base de roca volcánica original y escaleras fueron destruidas por el Colegio Olinca, quien la rodeó de flores y pasto, que nada tuvieron que ver con el concepto del artista. En 2012 fue movida junto al conjunto escultórico y restaurada gracias al apoyo de la embajada de Australia, la Fundación Meadmore, el gobierno de la Ciudad de México y el World Monuments Fund.
Herbert Bayer (1900-1985), Muro articulado, Austria-Estados Unidos
Se ubicó en Periférico Sur, dirección sur-norte. Actualmente se puede admirar en el trébol vial de Insurgentes Sur y Periférico, en el lado suroriente. La escultura, de 16.50 metros, está formada por un eje central de acero que une 33 módulos rectangulares, a manera de lingotes, dispuestos uno encima del otro y desfasados 50 centímetros entre cada uno, dándole gran movimiento y logrando un agradable juego de luces y sombras. Se distingue por ser la única obra de estas dimensiones con ese sistema constructivo.
Joop J. Beljon (1922-2002), Tertulia de gigantes, Holanda
Se aprecia en el trébol vial de Periférico y Viaducto Tlalpan, lado norponiente. La escultura está compuesta por siete figuras de diferentes alturas, colores y formas, inspiradas en lo prehispánico. La figura más alta alcanza los 10 metros. Los colores fueron sugeridos por Goeritz a Beljon en 1968, inspirándose en el sol de México. Fue restaurada en 2004 por la empresa ing que cambió los colores a naranjas, amarillos y violetas. Actualmente está en mal estado y ha perdido todo el color.
Itzhak Danziger (1916-1977), Puerta de paz, Israel
Se ubica en el trébol vial de Periférico y Viaducto Tlapan, lado norponiente. La escultura, de siete metros, está formada por dos estructuras geométricas, la inferior en color amarillo y la superior, sobrepuesta, en color azul marino. Fue restaurada en 2004 por la embajada de Israel en México, a través de su embajador David Daddon, con el apoyo del ingeniero David Serur y el Instituto Cultural México-Israel A. C. Se encuentra en regular estado de conservación.
Olivier Seguin (1927), Sin titulo, Francia
Desde su origen se encuentra en Periférico Sur dirección sur– norte, cerca de la glorieta de Vaqueritos. La escultura, de siete metros de altura, está compuesta por dos pesados bloques blanco y negro de formas irregulares, compuesto por dos cuerpos cada uno. Actualmente está en muy mal estado y ha perdido el color. Fue intervenida para su rescate, pero la obra no ha finalizado.
Moahamed Melehi (1936), Chraramusca africana, Marruecos
Se localizó en Periférico Sur, dirección sur-norte y Puente de Muyuguardas. El 31 de enero de 2016 fue trasladada al trébol de Periférico Sur y Viaducto Tlalpan, lado nororiente. La escultura está formada por una columna ondulante, cuyas ondas tienen mayor espesor en su parte saliente, por lo que le dan mayor movilidad. Está pintada de blanco y tiene once metros de altura. Sale de en medio de una especie de mesa metálica roja. Fue restaurada en 2006 por la Fundación Recycling Planet A. C. Nuevamente está en proceso de restauración.
Jorge Dubón (1936-2005), Sin titulo, México
La escultura continúa ubicada en su lugar de origen en la explanada principal de la pista de canotaje de Cuemanco. Está compuesta por dos elementos, el mayor, con una altura de ocho metros, es una columna tubular abierta pintada en azul claro; y el menor, en forma de T, curveada y estriada, está pintado en amarillo. Es un icono de la pista de canotaje de Cuemanco. Ha perdido parte de su color original y se encuentra en mal estado de conservación.
Helen Escobedo (1934-2010), Puertas al viento, México
Mantiene su ubicación original en Periférico Sur, dirección sur-norte, enfrente de Cuemanco. La escultura está compuesta por un muro de 18 metros de altura pintado en azul y verde, con un hueco mixtilíneo al centro y en medio de él, un muro de la misma forma, pintado en los mismos colores. La autora escogió los colores porque en 1968 la zona de Cuemanco se caracterizaba por el verde de los campos de alfalfa y el cielo azul. Su entorno ha cambiado considerablemente por edificaciones levantadas a su alrededor. Su estado no es bueno y, como consecuencia, ha perdido parte de sus colores originales.
PARA SABER MÁS
- Fernández Contreras, Raymundo Ángel, “La Ruta de la Amistad en la Olimpiada Cultural México´68”, tesis de maestría en Historia del Arte, Unam, 2005. http://132.248.9.195/ptd2005/01061/0350015/Indexhtml
- Mata Ramírez, Germán Alberto, “Intervención y mejoramiento del espacio público contemporáneo. Caso de estudio: La Ruta de la Amistad”, tesis de Arquitectura, UNAM, 2012. http://132.248.9.195/ptd2012/junio/0681191/Index.html
- Noelle, Louise, “Espacio público, un ámbito postergado por la legislación y relegado por la sociedad civil”, en Francisco López Morales y Francisco Vidargas, ed., Los nuevos paradigmas de la conservación del patrimonio cultural. 50 años de la Carta de Venecia, México, Sep-Conaculta-Inah-Unesco, 2014. www.ivcr.es/media/descargas/nuevos-paradigmas-(2014).pdf
- Ver la página web: http://hellodf.com/mx68/