La Preparatoria Popular. Una experiencia de autogestión educativa

La Preparatoria Popular. Una experiencia de autogestión educativa

Fernando Castillo Bolaños
Alumno fundador y egresado de la Preparatoria Popular UNAM

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 61.

La falta de espacios para los jóvenes en las preparatorias en la UNAM encontró su solución en 1968 con la organización entre alumnos y maestros de la Preparatoria Popular, para la cual se utilizó la infraestructura de la propia universidad. Durante más de dos décadas centenares de estudiantes egresaron de allí con el reconocimiento de la institución.

Asamblea de alumnos de la Preparatoria Popular en el auditorio Justo Sierra de la FFyL, imagen tomada de Gente, 16 de abril de 1968.

Uno de los mayores retos que ha enfrentado el Estado mexicano desde siempre es su capacidad para ofrecer educación, en todos los niveles, a su cada vez más amplia población. El aplicar exámenes selectivos constituye, hasta la fecha, el filtro con el que se pretende resolver, o al menos atenuar, este aspecto, sin llegar a solucionarlo, pues a pesar de todos los esfuerzos, reales o fingidos, el problema del rechazo en los planteles se sigue presentando, sobre todo en lo referente a licenciaturas y posgrados.

A finales de 1967, más de 25 000 alumnos egresados de las escuelas secundarias del entonces Distrito Federal, presentaron su examen de admisión para ingresar a alguno de los nueve planteles de la Escuela Nacional Preparatoria, pertenecientes a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Poco después empezaron a llegar los resultados a los domicilios de los estudiantes que habían presentado el examen. De los más de 25 000 jóvenes examinados fueron aceptados 12 800 y aproximadamente 12 500 rechazados, es decir, casi 50% de los aspirantes quedaron sin posibilidad de ingresar a las preparatorias de la Universidad.

En aquel tiempo solamente existían las nueve preparatorias de la UNAM y las siete vocacionales del Instituto Politécnico Nacional como opciones para estudiar el nivel medio superior en escuelas públicas. Quien fuera admitido en alguno de estos dos sistemas educativos podía considerarse afortunado, quienes no lo fueran tenían tres opciones: inscribirse para estudiar el bachillerato o carreras cortas en escuelas de paga (si es que contaban con la capacidad económica para hacerlo), esperar otro año para volver a presentar el examen y disputar un lugar con un creciente número de aspirantes, o resignarse a truncar en definitiva sus estudios; aunque hubieran terminado su ciclo de educación secundaria con altas calificaciones.

También al terminar ese mismo año algunos estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, integrados en un grupo político-cultural llamado Grupo Miguel Hernández, analizaron el problema y decidieron hacer algo para ayudar a los llamados “rechazados”, convocándolos a celebrar asambleas en el auditorio Justo Sierra de la propia facultad, a partir de la segunda semana de enero de 1968. El propósito era solicitar, por medio de varios documentos enviados a las autoridades universitarias, abrir más lugares en las preparatorias oficiales para ser aceptados.

Ante la respuesta de la rectoría, consistente en el ofrecimiento de unas cuantas medias becas para estudiar en preparatorias particulares, el Miguel Hernández propuso a la asamblea de rechazados crear la Preparatoria Popular, propuesta que fue aceptada.

Se iniciaron las inscripciones solicitando a los recién egresados de secundaria su documentación completa, que acreditara que habían aprobado el nivel académico anterior. Pronto se presentaron los problemas, pues había alumnos inscritos, pero no aulas ni profesores. El problema de las aulas se solucionó usando algunos salones de la Facultad de Filosofía, pues en esta facultad la mayoría de los alumnos acudía a tomar sus clases por las tardes. También se acondicionaron algunos pasillos y los costados del auditorio para utilizarlos como salones. Para resolver la cuestión de los maestros, se hizo un llamado a pasantes y estudiantes de último año de las diferentes carreras de la Universidad, para que impartieran clases gratis. La respuesta fue enorme y entusiasta, pero solamente se aceptaron a aquellos voluntarios que estuvieran regulares en sus respectivas carreras y tuvieran un promedio mínimo de ocho en sus calificaciones.

Así, el 12 de febrero de 1968 se iniciaron las clases con 16 grupos matutinos, casi todos en salones, y cinco vespertinos en aulas improvisadas, con un total inicial de 1 050 alumnos, atendidos por un Consejo Pedagógico, una Dirección Académica, un Departamento de Psicopedagogía (todos ellos organizados por estudiantes del Colegio de Pedagogía de la propia facultad), un cuerpo docente de 150 maestros (que llevaba los mismos planes y programas de estudio de las preparatorias oficiales) y la orientación política e ideológica del Miguel Hernández. La dirección académica se habilitó en el cubículo de la Sociedad de Alumnos de Filosofía, que prestó su local para establecerla, y además se tomó el acuerdo de no cobrar inscripciones, colegiaturas ni ninguna otra cuota por ningún concepto. El promedio de edad de los alumnos estaba entre 15 y 17 años, en tanto que el de los maestros y dirigentes entre 22 y 23 años.

Los estudiantes de la Preparatoria Popular se organizaron en un Consejo de Representantes, integrado por los jefes y subjefes de cada uno de los grupos académicos, que fue muy importante por su eficacia en todos los aspectos, pues su objetivo era tomar decisiones para mejorar las condiciones de la preparatoria, así como llevar y traer información de los grupos al Consejo y viceversa.

El doctor Leopoldo Zea, director de la Facultad de Filosofía, no aprobaba lo que estaban haciendo los jóvenes del Miguel Hernández, y declaraba que la Facultad era ajena a la actitud asumida por ese grupo, y que no veía la base legal en que se apoyaban los alumnos para proceder como lo estaban haciendo. Se preguntaba, además, cómo iba a responder el Miguel Hernández sobre la validez de los estudios que estaban haciendo quienes se habían inscrito. Él toleraba, contra su voluntad, que hubiera otra escuela dentro de su escuela, e indicaba que en el fondo se trataba de la falta de elementos económicos y materiales para atender a todos los aspirantes a las aulas, pero también de la insuficiencia de conocimientos de los estudiantes.

Por su parte, el rector de la Universidad, el ingeniero Javier Barros Sierra, tampoco había mandado desalojar a los preparatorianos, pero informaba sobre la imposibilidad de aceptar a los estudiantes que no hubieran presentado y aprobado satisfactoriamente el examen de admisión. Señalaba que la UNAM había movilizado a la totalidad de sus recursos humanos, materiales y financieros para recibir ese año el mayor número posible de alumnos, y otorgado hasta la última plaza disponible.

Durante los siguientes meses, los preparatorianos estudiaron y trabajaron intensamente en la mejor organización de la escuela, que en muchas ocasiones fue atacada y calumniada por personas y organizaciones que estaban en su contra, y que llegaban incluso a agredir físicamente a los alumnos y a sus maestros.

Maestro impartiendo clases a los alumnos de la Preparatoria Popular, imagen tomada de Gente, 16 de abril de 1968.

La UNAM seguía argumentando que no podía llegar a acuerdos con la Preparatoria Popular y sus alumnos, pues al admitir a estudiantes que no tenían acreditado su pase por medio del examen de admisión, y cuya escuela se había establecido por la vía de los hechos consumados, se violentaba la estructura jurídica de la Universidad. No obstante, la solución empezó a presentarse cuando se exploró la posibilidad de que la Prepa Popular fuera una escuela incorporada, con lo que se lograba respetar y acatar la legalidad universitaria.

Después de seis meses de intensa labor académica, política, propagandística y negociaciones, el 12 de julio de 1968, se otorgó a la Preparatoria Popular el reconocimiento por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México, con base en las resoluciones del pliego petitorio entregado con anterioridad:

  • El reconocimiento de los cursos impartidos en la Preparatoria Popular a partir del año lectivo de 1968, por la Dirección General de Revalidación e Incorporación de Estudios de la UNAM.

  • Que los estudiantes de la Preparatoria Popular asumirían los mismos derechos y obligaciones que señalaban las propias leyes de la UNAM.
  • Que la Preparatoria Popular tendría la facultad de autogobernarse y organizarse libremente en función de sus intereses pedagógicos.
  • Que la Prepa Popular tendría en comodato con la UNAM el edificio ubicado en Liverpool # 66, colonia Juárez, encargándose de pagar los gastos del edificio, tales como agua, luz y teléfono, sin otorgar las instalaciones solicitadas como biblioteca, laboratorios, áreas deportivas, ni material didáctico o pedagógico, por lo que alumnos y maestros tendrían que conseguir dichos recursos.

  • Que si bien la UNAM negó un subsidio de un millón de pesos anual para la Preparatoria Popular, así como un pequeño sueldo para los maestros, aceptó acreditar el servicio social de pasantes a todo el cuerpo docente de la escuela, así como exentar a los alumnos del pago correspondiente por el concepto de incorporación. También se acordó que los alumnos de la Preparatoria Popular tendrían pase automático a las escuelas y facultades de la UNAM, aspecto que se abordaría cuando la primera generación terminara su ciclo de bachillerato, para lo que faltaban más de dos años.

La Preparatoria Popular quedó entonces como una institución de nuevo tipo, con muchas posibilidades de desarrollo, pero con el grave problema de una eterna falta de presupuesto. No era una preparatoria universitaria propiamente dicha, pero tampoco una escuela incorporada de carácter privado, pues no se buscaba lucrar con ella ni tendría dueños.

Dos semanas después del reconocimiento oficial de la Preparatoria Popular, y una de la entrega del edificio por parte de la UNAM, estalló el movimiento estudiantil de 1968, que conmovió durante el segundo semestre de ese año a una gran parte de la sociedad mexicana, tanto de la capital del país como de otras ciudades en los estados. La primera generación de la Preparatoria Popular participó a plenitud, con fuerte convicción y compromiso en las acciones del estudiantado, al lado de la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional, la Normal, Chapingo y el resto de las escuelas participantes, pues sus objetivos coincidían totalmente con los propósitos libertarios y democráticos que demandaban los estudiantes al Estado represor y autoritario que gobernaba.

Cuando concluyó la huelga estudiantil, solamente regresaron a reinscribirse a la Prepa Popular un poco más de 700 alumnos y disminuyó a casi la mitad la cantidad de maestros. Fue necesario hacer de nuevo un intenso trabajo de organización para rehacer los grupos y terminar los cursos de la mejor manera posible. Por fortuna en esta etapa, y gracias a la nueva solidaridad que se presentó con el movimiento estudiantil, se pudo contar también con maestros provenientes del Instituto Politécnico Nacional, la Normal y otras instituciones culturales y educativas, pudiéndose incluso desarrollar grupos de teatro, danza, poesía coral y biblioteca. Con lo que ya no se pudo contar fue con el Grupo Miguel Hernández, que primero se constituyó en parte del Comité de Lucha de Filosofía y posteriormente se diluyó hasta desaparecer por completo.

Años siguientes

En 1969 se inscribieron aproximadamente 1 500 alumnos de nuevo ingreso, que sumados a los 700 de la primera generación dieron un total de 2 200. Fue necesario, entonces, construir aulas improvisadas y hacer que la escuela funcionara de siete de la mañana a diez de la noche, sin descanso. Los rechazados en 1970 volvieron a ser muchos miles. No se habían abierto nuevas preparatorias, vocacionales ni ninguna otra opción de bachillerato y, por tanto, acudieron a inscribirse cerca de 3 000 nuevos estudiantes. La Preparatoria Popular, previendo esta situación desde un año antes, se dedicó a tramitar la cesión de otro edificio de mayores dimensiones, pero el año terminó y nunca se pudo solucionar el problema. Ya con la tercera generación esperando para iniciar sus clases, en asamblea general, se decidió tomar las instalaciones de Mar del Norte # 5 en el pueblo de Tacuba, que estaban asignadas a la actual Facultad de Química, permanecían desocupadas y sólo se usaban para algunos trámites. Con esto la Preparatoria Popular aumentaba a 5 200 el número de sus alumnos en los dos planteles, pero práctica y moralmente había quedado con la responsabilidad de hacerse cargo de los miles de rechazados de bachillerato de cada año (y que cada vez aumentaban más), pues una escuela formada por rechazados no podía, a su vez, actuar injustamente rechazando a los nuevos aspirantes.

Ante este panorama, la UNAM decidió enviar a un grupo de inspectores que se encargara de supervisar los aspectos académicos de la Preparatoria Popular, supervisión que tuvo mucho que ver con la superación académica de la escuela, pues los inspectores, los directivos y el cuerpo docente lograron una relación respetuosa y cordial, sin exentar el rigor y la disciplina que demandaba la universidad.

Aún con la solución de la mayoría de los problemas inmediatos de la escuela, existían otros que no se pudieron erradicar: la violencia y la infiltración ejercidas por diferentes autoridades. Tanto el gobierno federal como el de la ciudad tuvieron como uno de sus blancos favoritos a la Preparatoria Popular, que era atacada, de día y de noche, por grupos porriles y paramilitares.

En mayo de ese mismo 1970 se reinició la lucha por algo que estaba pendiente: el pase automático de los alumnos a las diferentes escuelas y facultades de la UNAM. Para entonces el rector era el doctor Pablo González Casanova, que designó a una comisión que se encargaría de buscar un mecanismo adecuado para hacer efectivo el pase, sin incurrir en violaciones a la legislación universitaria. Se entablaron pláticas y con mucha buena voluntad y paciencia de ambas partes, se llegó al acuerdo de que la universidad enviaría profesores a impartir cursos intensivos especializados en cada una de las cinco áreas, cursos que solamente recibirían los alumnos que hubieran aprobado todas sus materias del plan de estudios normal, y servirían para reforzar los conocimientos adquiridos bajo la supervisión directa de la Universidad. La dirección de la Preparatoria Popular, por su parte, propuso que, además de los cursos intensivos, los alumnos deberían realizar un servicio social y presentar un informe sobre el mismo para completar el proceso, propuesta que fue aceptada por las autoridades universitarias. De esta primera generación, que durante tres años pasó por todo tipo de dificultades, ingresaron a la UNAM 550 alumnos con todos los requisitos cubiertos. Las generaciones siguientes seguirían sus pasos.

Edificio propio a la Prepa Popular, imagen tomada de Últimas noticias, viernes 19 de julio de 1968.

Entre 1971 y 1972, el rector Pablo González Casanova creó los cinco planteles del Colegio de Ciencias y Humanidades, y a partir de 1974 empezaron a surgir los Colegios de Bachilleres y los diferentes bachilleratos técnicos tales como el CONALEP, CECyT y CEBTIS, lo que hizo que miles de estudiantes ingresaran a esos sistemas educativos, eliminando así el desmesurado crecimiento de la Prepa Popular, que siguió recibiendo alumnos, pero su capacidad ya no fue desbordada.

Decadencia

El declive de la Preparatoria Popular empezó a darse más de 20 años después de su fundación, y se debió a varios factores. Entre los más importantes estuvo la infiltración que hubo, desde un principio, por parte de los agentes del gobierno. También la radicalización de algunos de sus dirigentes y las posteriores divisiones de tipo político que se dieron entre ellos. Otro factor que incidió en forma negativa fue una permanente campaña de desprestigio por parte de la prensa, señalándola como un nido de provocadores y opositores al gobierno, etiquetando a sus estudiantes y maestros como gente violenta y peligrosa. No está muy claro cómo fue que finalmente cayó en manos equivocadas, perdiéndose su esencia educativa y política. En 1997 el rector de la UNAM Francisco Barnés de Castro le retiró el reconocimiento, sus nuevos dirigentes la volvieron a incorporar, pero ahora a la Secretaría de Educación Pública. En la actualidad funciona como una preparatoria privada, cobra inscripción, colegiaturas, uniformes, libros, materiales pedagógicos, y, ya sin el atractivo del pase automático, cuenta con muy pocos alumnos.

Como corolario se puede agregar:

  • El de la Preparatoria Popular fue el primer movimiento estudiantil de 1968, a nivel nacional e internacional, ya que inició la segunda semana de enero de ese año.
  • Propició que las autoridades educativas abordaran y resolvieran el grave problema del rechazo de estudiantes a nivel medio superior, abriendo nuevas opciones.
  • En la Prepa Popular, la enseñanza se dio sin los rígidos sistemas de la Escuela Nacional Preparatoria, se aprendió y se conoció la realidad nacional.
  • La Preparatoria Popular fue pionera en la autogestión académica, pues la participación de los alumnos era decisiva en su propia formación.
  • El ejemplo de la Preparatoria Popular se siguió en otras ciudades y estados de la República como Cuernavaca, Poza Rica, Monterrey, Texcoco, Puebla, Sinaloa.
  • Hubo fuerte participación femenina, tanto de alumnas como de académicas, dirigentes y simpatizantes.
  • Implantó en sus planteles el servicio social y el seminario de política, que era dado por los alumnos de sexto grado a los de primer ingreso.
  • El 10 de junio de 1971, durante el llamado halconazo, la Preparatoria Popular Tacuba sufrió la muerte de dos de sus integrantes: el alumno Francisco Treviño Tavares y el maestro Jorge de la Peña y Sandoval, ambos cayeron abatidos por las balas del grupo paramilitar denominado Halcones.

  • La Preparatoria Popular proporcionó educación media superior y pase automático a la UNAM a casi 80 000 jóvenes que, de otro modo, hubieran interrumpido sus estudios o tenido que pagar por ellos. Habrían sido 80 000 inteligencias perdidas para la cultura, la ciencia, el arte y muchas otras actividades.

Recuadro

Alumnos destacados de la Preparatoria Popular.

  • Mtro. José Augusto Velázquez Ibarra. Derecho. Académico en la fes Acatlán. Jefe Delegacional en Gustavo A. Madero.
  • Dr. Juan Díaz Salazar. Endocrinólogo. Internista. Nutrición. Gerente Médico del laboratorio Boehringer-Ingelheim México.
  • Dra. Cristina Oehmichen Bazán. Doctora en Antropología por la UNAM. Investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
  • Dr. Pedro José Peñaloza. Doctor en Ciencias Penales y Política Criminal. Académico de la Facultad de Derecho de la UNAM. Director de Prevención del Delito en el Distrito Federal y el Estado de México. Economista. Escritor.
  • Mtra. Beatriz Leonor Sánchez de Tagle (fallecida). Arquitecta. Diseñadora. Académica de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.

PARA SABER MÁS:

  • Castillo, Fernando y Jorge Maza, La escuela imposible. La Preparatoria Popular de 1968, México, Lecuona, 2002.
  • López Hernández, Gladys Guadalupe, Ovarimonio ¿Yo guerrillera?, México, Centro Cultural Universitario Tlatelolco, unam, 2019.
  • Revueltas, José, México 68 Juventud y Revolución, México, Era, 2016.
  • Rivas, Ontiveros, José René, La izquierda estudiantil en la UNAM, México, UNAM, Miguel Ángel, Porrúa, 2007.

4 comentarios

me dió un panorama más amplio de lo que es la historia de la gloriosa PPT, en su su universo. Soy egresado de Tacuba, en los años 77-80, y puedo decir que mejor educación y sensibilidad social, solo aquí pude recibirla. El estado en esos tiempos era dictatorial, inaccesible, servil a intereses de oligarquía, y la PPT fue una necesidad y tal vez una misma creación del propio estado para desfogar resentimientos sociales o violencias incubadas con ideas revolucionarias de esos tiempos. Se puede ahondar más en los porqués de la permisibilidad, de esta opción educativa, pero destruiría la emoción de pertenencia y abonaríamos al ego interpretrativo de la PPT. Me quedo con el gusto, el orgullo, y con esa sensación de ser elegido por la circunstancia o contexto histórico para formar parte de la PPT. Estudié Ciencias Políticas y Administración Pública, al menos ese es el membrete, y obligado también por circunstancias, estudié Derecho y dos posgrados, Criminología y Amparo. No se vale calificar el trabajo que alguien hace; lo destaco como una deuda reinvindicatoria de pertenencia, que todos deberíamos cubrir, y por ello, agradezco la aportación de datos a quien hizo este trabajo. ¡¡PPT unida, jamás será vencida¡¡ Ojalá los compañeros hayan sido buenos participantes en su sociedad y dado a su actuación, un elemento que los distinga

Hola yo estudie en la preparatoria popular mártires de Tlatelolco,plantel fresno, generación 1996-1999,y a mi me tocó la desgracia en el mes de abril de 1997,cuando la UNAM quitó el pase automático,pero el director Ezequiel,y los del directivo comandados por en ese entonces el chiquilín villa,la preparatoria popular mártires de Tlatelolco se incorporar a la SEP.

Excelente documentación de la historia de la preparatoria popular que por cierto no aparece en la Historia de la Educación en México. En la carrera de Pedagogía cursamos historia de la educación pero no tocamos el tema de la Preparatoria Popular y la Escuela Normal Popular. Estudie en ambas instituciones las cuales sirvieron de base para mis estudios de licenciatura y posgrado. Hoy a punto de volar del servicio educativo de la SEP – AEFCM. Hay mucho por escribir los aportes de estas escuelas que pugnaron por una educación crítica, científica y popular.

Interesante documentación del proyecto hecho realidad de la preparatoria popular con sus aportes a la educación pública en México, que por cierto no tiene mucho espacio para incluirla en los cursos de historia de la educación en México. Ni siquiera en la carretera de pedagogía en la misma UNAM, la ENSM y la UPN no se aborda la historia y sus aportes de la prepa popular y la escuela normal popular, instituciones de autogestión pedagógica. Hay mucho por escribir y darle el reconocimiento de estás instituciones con sus aportes a la educación pública en México. En mi caso como egresado de la prepa popular y la normal popular sirvieron de cimientos para mis estudios de licenciatura y posgrado. Hoy en día a punto de volar de servicio educativo de la SEP en la CDMX.

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