Violeta Romo Norquist
FES Acatlán, UNAM
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 38.
Hubo un estado que en la década de los años treinta del siglo pasado intentó introducir la educación sexual en las escuelas. Pero la sociedad no parecía estar preparada, hubo rechazo en las calles y la prensa escrita, a través de la caricatura y la opinión, acompaña también esa visión conservadora para la época.
El Ser que quiso multiplicar su imagen no ha puesto en la boca del hombre los dientes del león, pero el hombre muerde con la risa; ni en sus ojos la astucia fascinadora de la serpiente, pero seduce con las lágrimas.
Charles Baudelaire
A finales de 1932, la Sociedad Mexicana de Eugenesia (SME) envía a la Secretaría de Educación Pública una propuesta de educación sexual que fue turnada a una Comisión Técnica Consultiva (CTC) para su estudio. La propuesta formaba parte de una serie de medidas encaminadas al mejoramiento de la raza que la SME recomendó durante los años treinta al gobierno mexicano. En mayo de 1933, el dictamen de la CTC fue publicado en la prensa mexicana, generando un acalorado debate que terminaría con la abrupta renuncia del secretario de Educación Pública casi un año más tarde, el 10 de mayo de 1934. En este artículo se analiza uno de los pequeños rincones del debate en la prensa: la representación de la educación sexual en las caricaturas publicadas en Excélsior, periódico que desde antes de que fuera publicado el dictamen había dejado muy en claro su opinión opositora al proyecto presentado por la SME.
En los años treinta existía ya una amplia tradición de la caricatura en México. Esta nació a principios del siglo XIX y tuvo su auge en el Porfiriato, cuando fue ampliamente utilizada por la oposición al general Porfirio Diaz. Las viñetas formaban parte de los principales periódicos del país y comenzaban a circular en revistas destinadas a divulgar historias graficas, como los “pepines” (que surgieron en 1936). La caricatura fue definida por Salvador Pruneda, miembro fundador de Excélsior y de El Nacional Revolucionario, como Expresión plástica acerca de personas, ideas o situaciones, que se realizan mediante la escultura, la pintura o el dibujo, con el propósito, unas veces de ridiculizarlas, y otras de hacer énfasis en lo grotesco, irónico o divertido de los rasgos de una fisonomía, una figura o una escena.
Aclaraba Pruneda que la finalidad de la caricatura no era siempre el escarnio, “sino la exaltación de los ideales o de las personas sobresalientes de una sociedad o de todo un pueblo”. La caricatura tiene un mayor alcance que los artículos de opinión en el sentido en que es de lectura rápida, utiliza un lenguaje sencillo y puede ser comprendida o interpretada por todos, incluso por quienes están limitados por las barreras del lenguaje escrito o del idioma. En ese sentido, la caricatura es de dominio popular y comunica horizontal y verticalmente. Expresa la opinión del caricaturista, que puede influir en la del lector, y refleja la de parte de la sociedad, que es la que en un principio influye en la del dibujante. La caricatura, por esto, debe ser analizada como parte del proceso de opinión pública: “la caricatura es doble: el dibujo y la idea”, decía Charles Baudelaire
Solo para padres
En el contexto del debate por la educación sexual, solamente Excélsior publicó caricaturas sobre este tema. Las “Caricaturas de Excélsior” eran impresas en la parte superior central de la página editorial (siempre la número 5) y sus autores fueron dos: Ernesto García Cabral (el Chango Cabral) y Armando Guerrero Edwards. En contraste con el gran número de artículos sobre la educación sexual que fueron publicados entre 1933 y 1934, las caricaturas que se publicaron en Excélsior son pocas: una de Cabral, en junio de 1933, y cinco de Guerrero Edwards en enero de 1934. Estas Últimas coincidieron con el momento de movilización de los padres de familia para protestar en contra de la educación sexual.
La primera caricatura a la que hacemos referencia, la del Chango Cabral, aparecía el 15 de junio de 1933, dos semanas después de la publicación del dictamen sobre la educación sexual de la Comisión Técnica Consultiva (CTC) de la SEP en la prensa. En ella, un profesor que está sentado junto a un par de libros le dice a un niño pequeño, al cual toma del hombro, que por su “salud moral” le hablará de educación sexual. El niño, con la frente en alto y los brazos cruzados, responde:
“Gracias profesor. Sobre eso ya mi padre me dijo que me hablará en su debido tiempo.” El título de la caricatura, Sólo los padres, refería claramente la postura que desde un principio tomó Excélsior ante la propuesta de una educación sexual impartida en las escuelas públicas: esta no debía de concretarse, pues correspondía únicamente a los padres.
Esta caricatura de Cabral no la consideramos cómica, no por su falta de humor, sino porque su finalidad no era hacer reír al lector, sino comunicar gráficamente una opinión compartida por un sector de la sociedad. Por otra parte, la actitud del niño en el dibujo, el que representa a quienes consideran que los padres deben ser los encargados de hablar sobre la educación sexual “a su debido tiempo”, es el claro desafío hacia el docente, que representa la parte del debate que considera la educación sexual como una herramienta de “salud moral”.
Las caricaturas aludían siempre a los temas que dominaban en la prensa. Por eso, en enero de 1934, cuando se reanimó el debate sobre la educación sexual y las protestas salieron de los periódicos a las calles, aparecieron las caricaturas de Guerrero Edwards sobre la cuestión. La primera de las cinco se llamaba El Plan Sexenal. Se rumoraba que dentro de este se confirmaría la implantación de la educación sexual. Esta caricatura era muy similar a la de junio de 1933, Sólo los padres: en una imagen, un profesor recargado en un libro y en una posición intimidante le dice a un niño pequeño, visiblemente tímido, que platicarán “sobre sexualismo”. El niño le responde: “Pero maestro, ¿por qué no habla de eso mejor con mi papá?” Esta caricatura se diferencia de la de Cabral por las actitudes de los personajes. Mientras que en la de junio de 1933 el niño se muestra confiado y altivo, en la de enero de 1934 este aparece tímido y desconfiado. En cambio, el profesor es amenazador. No obstante, el mensaje es parecido: la educación sexual –o el “sexualismo”– es un tema que corresponde exclusivamente a los padres de familia.
Otra caricatura publicada por Excélsior ese mismo mes, titulada Preguntando, representa a un niño de pantalón corto y mirada inocente que le pregunta a su padre qué es la educación sexual. El padre, repitiendo un argumento frecuentemente utilizado para desacreditar la necesidad de la educación sexual como parte de los programas educativos de la SEP, le dice que es algo que aprenderá sin necesidad de maestros. Al igual que en las caricaturas anteriores, la burla es poca. El mensaje de la viñeta refleja, más bien, la preocupación de los padres de familia. La educación sexual es representada como aquella que se aprende “a su tiempo”, como algo que no necesita explicación, mucho menos la de los profesores.
Pero no todas las caricaturas fueron protagonizadas por la inocencia infantil. En la delegación, del 16 de enero de 1934, relacionaba los contenidos de la educación sexual con lo que estaba estipulado como “faltas a la moral” en el recientemente decretado Código Penal (1931). Legalmente, de acuerdo con algunos detractores de la educación sexual, los maestros que la impartieran estarían incurriendo en el delito de corrupción a menores.
En esta caricatura, un hombre de apariencia humilde –similar a la de “Cantinflas”– le dice a un juez que no lo han llevado ante él por “faltas a la moral”, sino “por hablar de la educación sexual”.
En Esperando demanda, Guerrero Edwards dibujó a un par de hombres que comparten una mesa. Mientras platican, uno le pregunta al otro qué es lo que lo tiene tan alegre. La respuesta, cómica pero también reflejo de una fuerte preocupación de los opositores de la educación sexual, es que “si se aprueba el Programa Sexual” se enriquecerá porque el dialogante es director de una revista pornográfica que tendrá “muchos lectores”, presuntamente los niños que recibirán las clases. El debate por la educación sexual coincidía con una época de campañas en contra de la pornografía, pero también con cambios en la representación del cuerpo y la sexualidad en el cine, la radio y la prensa.
La última caricatura que Edwards hizo al respecto, fue el dibujo de una mujer llamativa y voluptuosa con un vestido corto y escotado que camina mientras es observada por una mujer pequeña, cubierta por un abrigo largo y acompañada de su pequeña hija. Ella le pregunta a su madre quién es la señora que ven pasar frente a ellas, a lo que la madre responde que es probablemente su futura maestra de educación sexual. El dibujo de esta escena –del pudor contra la liviandad– asignaba atributos sexuales exagerados a las maestras que estaban dispuestas a impartir educación sexual y las presentaba como existían en el imaginario de la sociedad recatada y tradicional, que se resistía a la aparición de mujeres abiertamente sexuales (mismas a las que aplaudía en las reseñas de películas y en las columnas de chismes del corazón). Esta fue la última caricatura al respecto que se publicó sobre la educación sexual en el contexto del debate que culminó con la renuncia del secretario de Educación, Narciso Bassols García, en mayo de 1934.
Charles Baudelaire afirmó que “La risa, dicen, viene de la superioridad”; en cierta medida, es una forma de desvalorizar al prójimo. La caricaturización del debate sobre la educación sexual fue una manifestación de lo que se ha convertido en un ritual político casi universal: la burla de los poderosos (o del enemigo) por medio del lenguaje popular, que es una forma de simplificar y reapropiar los discursos de las clases dominantes. El impacto de estas caricaturas es difícil de medir, pero es posible afirmar que su aparición en la prensa fue minúscula en comparación con los cientos de artículos de opinión que se publicaron sobre este tema.
PARA SABER MÁS
- Arteaga, Belinda, A gritos y sombrerazos. Historia de los debates sobre educación sexual en México. 1906-1946, México, Universidad Pedagógica Nacional/Miguel Ángel Porrúa, 2002.
- Baudelaire, Charles, Lo cómico y la caricatura, Madrid, Visor, 1988, https://historiografia1.files.wordpress.com/2015/08/2_baudelaire-lo-comico-y-la-caricatura.pdf
- Castillo Troncoso, Alberto del, “La polémica en torno a la educación sexual en la ciudad de México durante la década de los años treinta: conceptos y representaciones de la infancia”, Estudios Sociológicos, 2000, https://goo.gl/ZchhcB https://estudiossociologicos.colmex.mx/index.php/es/article/view/691/692
- Pruneda, Salvador, La caricatura como arma política, México, Inehrm, 2003.