Laura Suárez de la Torre
Instituto Mora
Revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 58.
La gravedad de la situación de Monterrey por la falta de agua en 2022 reactiva la discusión sobre qué hacer. Se adoptan paliativos cuando debería existir una estrategia a largo plazo para resolver el problema en el país. Preservar el medioambiente será clave.
El artículo 4o. de nuestra Constitución política señala que:
Toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible. El Estado garantizará este derecho y la ley definirá las bases, apoyos y modalidades para el acceso y uso equitativo y sustentable de los recursos hídricos, estableciendo la participación de la Federación, las entidades federativas y los municipios, así como la participación de la ciudadanía para la consecución de dichos fines.
Si bien ello muestra el interés por allegar el vital líquido a toda la población, la realidad que impera está lejos de hacer posible este mandato. La escasez y la contaminación del agua cada día son mayores.
Las noticias en la prensa que nos hablan del problema del agua ya ocupan las primeras planas y son recurrentes. Los temores por su escasez se han vuelto una realidad a corto plazo. El cambio climático y el abuso en la sobreexplotación de los recursos acuíferos ponen en riesgo el suministro entre la población, hacia los terrenos de cultivo y para cubrir las necesidades de la industria que requiere de un alto volumen de agua.
Las presas, se nos dice, están en niveles históricos por su baja captación. Las imágenes satelitales muestran cada día un territorio nacional agrietado por la sequía y menos productivo. Al mismo tiempo, en la época de lluvias se manifiestan los efectos de una naturaleza agresiva que multiplica las tormentas tropicales, los ciclones y los huracanes.
Las noticias nos sobrecogen. Un día leemos que las presas Cerro Prieto y La Boca, que abastecen a la ciudad de Monterrey, no tenían desde los años de 1980 esos niveles de agua tan bajos. La escasez llegó y puso a temblar a las autoridades, a la población, a los agricultores y a los empresarios. La necesidad de racionar la distribución se hizo indispensable. Las tuberías sólo estaban abiertas de cuatro a diez de la mañana y el recurso de distribución mediante pipas devino en una práctica cotidiana. Mirar a la gente haciendo colas con cubos, cubetas, garrafones, botellas y cualquier objeto para trasladarla se volvió natural.
Los regios, aunque no todos, se enfrentaron a múltiples problemas: no sólo por la carencia de agua, sino por desafiar los conflictos entre vecinos, el horario de distribución, el abuso de quienes encontraron en ello un negocio (aumento en el precio de los envases, de las mangueras, de las pipas), las penurias en restaurantes, oficinas, escuelas, empresas, la escasez de tinacos para su compra, además de un largo etcétera.
Sin embargo, esa situación crítica favoreció la solidaridad en unos y, al mismo tiempo, hizo conciencia respecto de la importancia de tener agua y de aprovecharla al máximo. Compartirla y reutilizarla han sido puntos a favor.
No obstante, si no hay lluvias a corto plazo y constantes, la crisis se agudizará y afectará a la población y a la industria, motor económico de la región y de gran importancia para el país. Las soluciones no se ven inmediatas, aunque han surgido varias propuestas como la edificación de un acueducto que una a Monterrey con la presa El Cuchillo o la construcción, con apoyo del gobierno federal, de otro embalse, La Libertad, como se desprende del artículo del periódico El País, de Jon Martin Cullel, del 22 de junio.
Pero el caso de Monterrey, en el estado de Nuevo León, no es un caso aislado. A esa situación se suman las de muchas otras poblaciones que padecen del mismo inconveniente: Sinaloa, Chihuahua, Sonora y la Ciudad de México.
En Sinaloa, varias de sus presas también están en números negativos, pese a las recientes lluvias que han caído sobre ese estado. Cinco presas se encuentran sin su nivel habitual: Adolfo López Mateos (4% de su capacidad); Guamúchil o Eustaquio Buelna (9%); Vinoramas (16%); José López Portillo (19%) y Sanalona (21%), según El Sol de Sinaloa del 22 de junio de este año.
Esta situación ha llevado a cerrar los embalses para uso agrícola y el líquido únicamente se destina para el uso de la población y de la industria. El agua es indispensable para múltiples actividades, pero dada la escasez que presenta, se tienen que tomar medidas drásticas que afectan a la población, la cual, la mayor parte de las veces, no comprende el por qué y el para qué de esas determinaciones.
La Ciudad de México representa también un reto para el abastecimiento, como señala Mariana Mata en su artículo sobre “Abastecimiento y problemas del agua en México”. El sistema Cutzamala, uno de los más grandes del mundo, resulta insuficiente para dotarla de agua potable, por lo que se le ha sumado el sistema Lerma; lógico si se considera el número creciente de habitantes de la capital y sus alrededores y la amplia infraestructura industrial asentada en el valle de México, que demandan cada día un mayor volumen de líquido.
El tamaño de la urbe muestra un crecimiento constante y poco planeado, lo que incide además en el contraste en la distribución del servicio de agua potable entre los diferentes sectores sociales. Dado el crecimiento inmobiliario, las quejas aumentan incluso en las colonias bien planeadas y que cuentan con una buena infraestructura para los servicios de agua potable. En la zona oriente de la ciudad es un lamento constante la escasez del líquido y los malos servicios que se tienen para su distribución. Y qué decir de aquellos asentamientos irregulares que carecen de los servicios más necesarios.
Además, pese a que en la capital las lluvias en verano son abundantes, la mayor parte del agua se va al drenaje, lo que resulta incomprensible. La poca conciencia en su uso hace que la gente la desperdicie. El precio que se paga por ella no es real y, por lo mismo, no se le cuida como debiera.
La escasez de agua no es el único problema de México en el siglo XXI. A ello habría que agregarse la contaminación y la no recuperación de las aguas como problemáticas que afectan también a los recursos hidráulicos del país. La apertura de pozos clandestinos también perjudica el subsuelo y el equilibrio ecológico. Asimismo, el desperdicio debido al estado deplorable de la red hidráulica, la falta de suficientes plantas de tratamiento y el no reusó de aguas residuales muestra que, pese a lo grave del problema, no existe todavía una gran conciencia del peligro que representa la escasez a la que nos estamos enfrentando los habitantes en las distintas regiones del país.
Otro de los muchos factores que impactan en sentido negativo a las redes hídricas es la deforestación. El desarrollo urbano, turístico, agrícola e industrial ha afectado negativamente los ecosistemas. Bosques y selvas se han visto arrasados para transformarlos en terrenos de cultivo o pastizales para el ganado o para vías de comunicación. Habría que sumar la tala clandestina y los incendios provocados, perjudicando el equilibrio ecológico y favoreciendo la desecación de la red hídrica natural.
El problema es muy grave. Desgraciadamente, los mexicanos en general no tienen mucha idea de lo que cuesta llevar el agua hasta sus casas, ni de las problemáticas que surgen alrededor del vital líquido. Por ello, debemos hacer conciencia del manejo adecuado, del no desperdicio y del reusó, puesto que es un recurso no renovable que implica la inversión de grandes capitales, requiere de esfuerzos de ingeniería y de logística, implica la construcción y mantenimiento de presas y de grandes redes de distribución.
Los distintos gobiernos estatales y municipales han empezado a tomar conciencia del problema. Políticas diversas se han puesto en marcha desde la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). Con los distintos programas a nivel nacional de Regiones Hidrológicas, Condición de los Acuíferos, Presas, Plantas Potabilizadoras y Tratamiento, entre muchos otros, se busca tener un mejor manejo del recurso y aprovecharlo de forma más equitativa y adecuada, pero aún falta mucho por hacer. No es un problema que únicamente competa a la autoridad, es un asunto en el que deberíamos involucrarnos todos para preservar ese vital recurso.
Por ello, ante la preocupación por su escasez, han surgido también varias iniciativas, pequeñas y grandes, institucionales, de organizaciones nacionales y extranjeras, de empresas y de grupos, de particulares, con un objetivo en común: la protección de los espacios naturales que, a fin de cuentas, redundan en la preservación del medioambiente y, por ende, del agua.
Señalemos unas propuestas que inspiran:
a) “Cosechar agua de lluvia” es una iniciativa ecológica y sustentable que consiste en sistemas de captación en los techos de las viviendas, de fácil instalación y con resultados óptimos de captación de agua para uso doméstico o agrícola. Iniciativa que ha sido puesta en marcha en la Ciudad de México y en distintas localidades del país.
b) La FES Acatlán, por ejemplo, desarrolló una planta de tratamiento de aguas tendente a recuperar los residuales y reutilizarlos en el riego de las áreas verdes, indispensables en un plantel universitario como lo es esa dependencia.
c) Los ejes estratégicos para garantizar el agua de la organización Greenpeace, prácticos y fáciles de ponerse en marcha, incorporan la participación ciudadana y las instancias de gobierno “para garantizar su continuidad, a pesar de los cambios de gobierno”.
d) El trabajo desarrollado por la organización comunitaria Guardianes del Bosque, encabezada por Leopoldo Chávez, en la zona forestal conocida como Agua Escondida, donde se ubican los manantiales que surten de agua a la población de Xalapa.
e) El programa Reforestamos México, de grupo bimbo, que simboliza el trabajo emprendido por una empresa mexicana en beneficio de los bosques del país y, por lo tanto, de la preservación de las fuentes naturales de agua.
f) Los estudios llevados a cabo en la UNAM para enfrentar la sequía
Como se ve, son variados los esfuerzos encabezados por instancias gubernamentales, por asociaciones civiles, por particulares, por empresas privadas, entre otros, que, preocupados por el problema, suman sus propuestas en beneficio de un México sustentable, con protección de sus recursos naturales y en beneficio de la población.
A ello podríamos agregar las campañas publicitarias de concientización provenientes de distintas iniciativas:
Recordemos el conocido spot Ciérrale que marcó a muchos mexicanos en los años de 1980.
O las recomendaciones hechas por Conagua para ahorro, lanzadas en 2014, precisas y fáciles de llevar a cabo.
La campaña del Gobierno de la Ciudad de México con la frase “No la riegues” o el eslogan de National Geographic: Lo que Haces Cuenta.
Todo ello es muy valioso, pero falta muchísimo por hacer. Conscientes de la realidad que se presenta en torno a la problemática del agua, tomemos medidas que nos lleven a cuidarla y a no desperdiciarla. Protejamos el medioambiente, hagamos un uso racional del agua y reutilicémosla. El Estado debe garantizar el acceso al agua, pero es una cuestión que nos implica a todos y en la que debemos involucrarnos para una mejor distribución, conservación y manejo.
Algunas pautas que nos da Conagua para hacerlo. Son fáciles de llevarse a efecto:
- Revisa llaves y tuberías.
- Cierra bien las llaves.
- Usa productos de limpieza biodegradables.
- Aprovecha el agua de la lavadora para escusados, patios y banquetas.
- Riega pasto y plantas sólo cuando sea necesario.
- Recolecta el agua de lluvia.
- En tiempo de sequía, no riegues el pasto.
- Recolecta en una cubeta el agua de la regadera.
- Toma duchas breves y cierra las llaves mientras te enjabonas.
- No te rasures ni cepilles los dientes en la regadera.
PARA SABER MÁS
- “Técnicas de cosecha agua”, en https://cutt.ly/EXB07dR
- “Observatorio de sequía en México”, en https://cutt.ly/rXB2ikb
- “Agua para todos”, en https://cutt.ly/aXB2ll9