El arte de Benigno Montoya en el panteón de Durango

El arte de Benigno Montoya en el panteón de Durango

Pilar Alanís Quiñones

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México / Durango, 450 años de historia, edición especial.

También conocido como Panteón de Oriente, el cementerio de la capital estatal es un espacio escultórico único en México que se debe a las obras –en su mayoría imágenes esculpidas de ángeles–, de este artista. Para preservarlo, ha sido declarado Museo de Arte Funerario Benigno Montoya.

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Benigno Montoya, ángel con corona, fotógrafo Balaam Lot Gálvez. Colección particular licenciado J. A. Chávez Ramírez.

El Panteón Civil de Durango, llamado también Panteón de Oriente por su ubicación al este de la ciudad, fue fundado poco tiempo después de la promulgación del decreto juarista que secularizó los cementerios. Puede observarse en la placa ubicada a la entrada del inmueble, que fue puesto al servicio del público en 1860.

La paz porfiriana del último tercio del siglo XIX permitió que con la ausencia de un canon rector y de estilos hegemónicos impuestos, floreciera un arte popular en donde los maestros constructores acuñaron su propio estilo. En esta época destacaron en el norte del país tres canteros zacatecanos: Refugio Reyes, Dámaso Muñetón y Benigno Montoya quienes, sin preparación académica, fueron constructores de grandes iglesias, altares, capillas, tumbas, casas y, sobre todo, escultura de ángeles. Su impronta se encuentra en la cantería de los estados de Zacatecas, Durango, Aguascalientes y Chihuahua.

En los cementerios mexicanos las sepulturas van desde las más modestas tumbas de tierra con una cruz de madera hasta imponentes capillas, pasando por catafalcos, cruces, columnas, obeliscos y esculturas de mármol y cantera que recrean figuras grecorromanas y de la iconografía cristiana.

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La muerte, inspiración de filósofos, poetas y artistas, es la gran musa del cementerio romántico: en cada cripta el dolor, la nostalgia y la esperanza del eterno reencuentro están presentes en sentidos epitafios. En ellos, el amor se expresa como el valor universal eterno que permitirá la reunión de las parejas, las familias, amigos, santos de la devoción y, sobre todo, los amantes.

En la tradición católica, el silencio y la quietud invitan a orar en los panteones. En el romanticismo, el cementerio es el espacio de confrontación entre la razón, que pretende comprenderlo todo, y la muerte que desborda los límites del razonamiento. La muerte que contradictoriamente significa el inicio de la vida en la eternidad.

En la muerte mexicana se expresa el sincretismo de las dos culturas. Una, la precolombina, le canta al viaje hacia el lugar de la quietud de las almas sin recompensa ni condena. La otra, que le fue superpuesta, le teme a la muerte porque es el instante crítico del tránsito hacia la gloria o el fuego eterno.

Entre el Mictlán, el camposanto y el cementerio, la muerte mexicana se vuelve trágica, lúdica, folclórica, y asAi?? lo revelan sus apodos: la calaca, la llorona, la parca, la flaca, la blanca, la pelona, la catrina, la huesuda, la novia fiel, la copetona y hasta la china Hilaria.

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Para mediados del siglo XIX, en que se fundan los cementerios civiles, la sociedad es romántica. En la literatura y la música los temas favoritos son los amores imposibles, la nostalgia, la exaltación del heroísmo y las emociones suscitadas por el fin de una vida. Se rinde culto a la personalidad, sentimientos y pasiones rivalizan con la razón, sitios y personajes mitológicos son una constante en las piezas de oratoria.

La muerte es aceptada como una realidad de la vida. No se percibe más como la antesala del juicio que conlleva un premio o castigo, sino que es contemplada como la esperanza del reencuentro de las familias, la realización de los amores platónicos o no correspondidos, el fin de todo sufrimiento físico y espiritual. La cosmovisión de un dios temido, que juzga y sanciona, da paso a la imagen de un padre amoroso por cuya voluntad la humanidad fue creada a su imagen y semejanza. Es la visión romántica de la muerte en donde el amor es sublimado como valor universal eterno.

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