Diana Guillén
Instituto Mora
Revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 60
La irrupción de la organización de jóvenes de universidades privadas de 2012, aglutinada en cuestionar al priismo y su candidato presidencial, Enrique Peña Nieto, tuvo varios logros que destacar. Pero una vez consumado el triunfo del PRI en julio de ese año, la derrota diluyó su accionar como fuerza contestaria hasta desaparecer seis meses después.
El “parece que fue ayer”, tan llevado y traído, aplica a cabalidad cuando se piensa en las reacciones que generó la repentina aparición del #YoSoy132 durante la etapa preelectoral de 2012. El triunfo del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en los comicios por la presidencia de la república se vislumbraba como un hecho cuasi consumado, sin embargo, ante la explosión juvenil hubo quienes se sintieron interpelados para salir de un letargo que facilitaba el retorno de tiempos idos. Otros más encontraron en la espontaneidad del llamado un desfogue catártico frente a expectativas de cambio incumplidas. También estaban aquellos que veían en la movilización manos ajenas meciendo la cuna o que simplemente no se identificaban con sus consignas, pero, sin importar si la postura era a favor o en contra, las apuestas que se gestaron en respuesta al #YoSoy132 cimbraron agendas y conciencias.
Todo empezó, como suele suceder cuando de despertares sociales se trata, con una sucesión de momentos a primera vista inocuos. El 11 de mayo de 2012 el escenario estaba puesto para uno más de los actos de campaña de Enrique Peña Nieto, su presencia en las instalaciones de la Universidad Iberoamericana (uia) respondía a la invitación que se le hizo para participar en un ejercicio de cultura cívica que permitiría a los contendientes por la presidencia dialogar sobre sus propuestas con los estudiantes.
El foro se denominó Buen ciudadano Ibero y a él fueron convocados Andrés Manuel López Obrador como candidato del Movimiento Progresista (Partido de la Revolución Democrática (PRD)/Partido del Trabajo (PT)/Movimiento Ciudadano), Josefina Vázquez Mota por el Partido Acción Nacional (PAN), Gabriel Quadri de la Torre con el Partido Nueva Alianza (PANAL), así como Enrique Peña Nieto, quien asistía en representación de Compromiso por México (Partido Verde de México (PVEM/PRI) y cuya comparecencia terminó con su salida del auditorio por la puerta de atrás.
Se habían acordado días específicos para cada presentación, a la cita que en su caso se fijó para ese viernes por la mañana, Peña Nieto llegó sin imaginar el desenlace adverso que tendría. ¿En qué momento la situación se salió de control?, ¿fue su incapacidad para manejar a un público al que estaba poco acostumbrado?, ¿los agravios se habrían hecho presentes cualquiera que hubiese sido la respuesta del candidato priista?, ¿las prácticas ciudadanas son ajenas a la conflictividad del día a día?
Más que elegir respuestas únicas, que en los hechos no suelen dar cuenta de la realidad, quizá convenga imaginar una carambola a muchas bandas en la que confluyeron deudas acumuladas desde el poder político y rebeldías propias de generaciones inconformes ante al porvenir. Las largas y cortas duraciones braudelianas suelen entretejerse en todo proceso social, ni el tema atenquense que encendió el polvorín, ni el manejo que el exgobernador del Estado de México hizo del mismo fueron obra de la casualidad. Al igual que los ropajes del emperador, la desnudez del autoritarismo mexicano quedó al descubierto cuando se solicitaron explicaciones sobre un acto de gobierno que se repudiaba alzando la voz y mostrando letreros.
“¡¡ATENCO NO SE OLVIDA!!, TENEMOS MEMORIA, NO SOMOS MILITANTES TAMPOCO SIMPATIZANTES SOMOS ESTUDIANTES NO COMERCIABLES” eran algunas de las leyendas que podían leerse en las cartulinas que jóvenes con manos y rostros pintados de rojo ponían en alto. Había quienes portaban máscaras que imitaban el rostro de Carlos Salinas de Gortari, y la personificación del expresidente señalaba “NECESITO UN TÍTERE PARA VOLVER”. Más que un acto político, que lo era, parecía una obra de teatrocuyo guion se construía sobre la marcha.
De acuerdo con los testimonios de quienes le dieron forma, no todo se fraguó al calor de la batalla. Las estrategias acordadas a través de Facebook y WhatsApp incluyeron el diseño de flyers y esténciles que sirvieron para armar una improvisada escenografía. También se pensaron preguntas que resultaran incómodas, la idea era cuestionar al candidato de una alianza partidaria que buscaba el regreso del priismo a Los Pinos. No todos los promotores de la idea se conocían previamente entre sí, las redes sociales, en tanto hijas de la era digital, introdujeron nuevos patrones de comunicación y ello permitió poner en marcha “un ejercicio planeado, como cuando quedas con los amigos para ir a jugar futbol”.
Los alcances disruptivos del incidente pudieron haberse mantenido en ese nivel, pero la reacción inicial del invitado y las descalificaciones posteriores por parte de su equipo de trabajo y de otros integrantes de la clase política nacional caldearon los ánimos. El apoyo de la esfera mediática a la insinuación de que atrás de lo sucedido en el auditorio universitario estaba el candidato del Movimiento Progresista, generó una respuesta también elaborada desde la inmediatez: 131 alumnos mostraron sus credenciales de la uia y en un video difundido a través de YouTube afirmaron que no eran “ni porros, ni acarreados”. En tan sólo un día el video fue visto 661 mil veces y sus protagonistas recibieron amenazas, por lo que otros alumnos y académicos de la UIA los respaldaron colocando en Twitter sus credenciales de la institución.
Con el apoyo del ciberespacio la movilización empezó a decantarse. Tanto la convocatoria para la acción de protesta realizada en el encuentro con Peña Nieto, como la primera invitación para manifestarse en la calle, encontraron un nicho potenciador en las redes sociales. El llamado en Twitter y Facebook que apareció bajo el hashtag #MarchaYoSoy132 hizo las veces de acto inaugural. La idea era sumar a estudiantes del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y de la Universidad Anáhuac (UA), quienes al igual que sus impulsores contaban con poca experiencia en este tipo de acciones. Quizá por ello había más entusiasmo que conocimiento cuando para defender el derecho de los mexicanos a la información salieron, el 18 de mayo, de la UIA y del ITAM con rumbo a Televisa-Santa Fe en el primer caso y a Televisa San Ángel en el segundo.
La intención era no alterar la vida citadina y respetar las diferencias partidarias, para ello se elaboró un Código de Ética que, entre otras cosas, proponía evitar el uso de insignias, propagandas o frases de apoyo para algún candidato. Aunque esto último se incumplió y pancartas contrarias al pri aderezaron la salida, el ambiente que predominó fue festivo y, al tiempo que se denunciaban las malas prácticas informativas y se convocaba a un segundo encuentro, se buscó entorpecer lo menos posible el tránsito.
El hashtag #MarchaYoSoy132 convirtió a las redes sociales en un megáfono que ayudaría a extender los alcances de la protesta. Si el 18 de mayo el número de participantes fue reducido, cinco días después se constató que el mensaje estudiantil había llegado a más personas de las imaginadas. A ello contribuyó que los medios de comunicación tradicionales cedieran pequeños espacios, además de que la prensa escrita consignó sendas caminatas hacia dos sedes de Televisa, desde un noticiario matutino con alto rating se dieron a conocer las características de la semilla movilizadora que por segunda vez planeaba sembrarse en las calles de la Ciudad de México.
El #YoSoy132 se asomaba por fuera del cosmos digital, los temas a los que apuntaba su convocatoria estaban impregnados de espontaneidad y recogían inquietudes específicas: el manejo transparente y equitativo de la información en el contexto preelectoral; la defensa de la educación como derecho; y el deslinde de liderazgos e influencias partidarias fueron los principales ejes discursivos que se constituyeron en su punta de lanza.
El llamado era a formar una cadena humana que uniera la Estela de Luz con el Ángel de la Independencia. Se pedía a quienes asistieran que llevasen mantas para dibujar y libros para intercambiar y muchas y muchos así lo hicieron. El día acordado se reunieron miles de simpatizantes que abarrotaron calles y avenidas formando un río humano. A imagen y semejanza del agua que en temporada de lluvias busca cauces naturales para seguir su camino, los carriles centrales y banquetas de Paseo de la Reforma fueron tomadas por asalto.
Hubo quienes permanecieron frente a la Estela de Luz y quienes se dirigieron al Ángel, al final la cadena humana terminó por desdoblarse en dos improvisadas marchas con rumbo hacia Televisa, y hacia Palacio Nacional. Cada lugar simbolizaba cosas distintas, contrario a las reseñas que las interpretaron como puntos seriados de una ruta diseñada exprofeso, las bifurcaciones se convirtieron en una alegoría de la profunda diversidad que de cara al futuro de México podía existir alrededor de enojos y esperanzas compartidos.
El pliego petitorio leído en la Estela de Luz reflejaba sobre todo las inquietudes que habían agitado las aguas en las universidades privadas. Por un lado, demandas de carácter general como la democratización de los medios de comunicación, la competencia real en el mercado de los mismos, la instalación de mecanismos que frente a ellos defendieran el interés público, o las garantías de seguridad para los integrantes del movimiento y para todos los que se expresaran libremente. Por el otro, solicitudes de carácter particular como la apertura de concursos en los canales públicos para las producciones de las distintas escuelas de comunicación, el acceso a internet como derecho constitucional, la posibilidad de debatir en los medios sobre las propuestas del pliego y la transmisión en cadena nacional del debate entre los candidatos a la presidencia.
El cruce identitario con quienes además de posicionamientos en pro de derechos y prácticas ciudadanas visualizaban en el horizonte la necesidad de modificar el conjunto de las relaciones sociales y políticas, provenía de un mismo motor de arranque: la convicción de que los jóvenes tenían una responsabilidad con la transformación del país y debían asumir el liderazgo para empujarla. Bajo tal premisa podían convivir demandas que no se contraponían entre sí a pesar de dirigir sus baterías hacia distintas esferas de la vida pública. Los siguientes pasos se encaminaron a sentar las bases para hacer viable dicha convivencia, se buscaba construir un nosotros apelando a la horizontalidad en la conducción y toma de decisiones, tarea que representaba desafíos de diversa índole pues parecería más fácil de formular que de poner en práctica.
La Coordinadora o Coalición interuniversitaria, como de manera informal se bautizó a quienes trabajaron en la convocatoria para la concentración del 18 de mayo, cedió la estafeta a un Consejo al que se integraron instituciones representadas en la Asamblea General de Universitarios que se realizó el 30 de mayo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ese día se acordaron líneas de acción que ampliaban el espectro de la protesta inicial, los prolongados debates para llegar a ello cubrieron 16 grandes flancos: 1) Agenda nacional después del 2 de julio; 2) Agenda poselectoral y alcances del movimiento; 3) Arte y cultura; 4) Democratización de los órganos internos de las universidades públicas y privadas; 5) Elecciones e información; 6) Medios de comunicación; 7) Método asambleario de participación y difusión; 8) Políticas educativas; 9) Organización del movimiento; 10) Postura y posición del movimiento; 11) Salud y ciencia; 12) Violencia, represión y movimientos sociales; 13) Proyecto de nación; 14) Medio ambiente; 15) Historia y memoria histórica y 16) Participación de los connacionales mexicanos en el extranjero.
La rapidez con la que la movilización se posicionó alrededor de demandas que iban más allá de la esfera mediática favoreció el surgimiento de voces que hablaban de ella como el preludio de una primavera mexicana. En los hechos la idea carecía de fundamentos sólidos, equiparar la frescura y capacidad de convocatoria del llamado juvenil con levantamientos antiautoritarios gestados desde la espontaneidad en otras latitudes era una traspolación que al paso del tiempo mostró su debilidad. Ello no resta un ápice de importancia al papel que el #YoSoy132 desempeñaría en el corto plazo electoral y en el mediano plazo político, entre mayo y diciembre de 2012 su presencia en la arena pública contribuyó a modificar las previsiones sobre los resultados de los comicios presidenciales y abonó a sembrar semillas de inconformidad que han germinado de distintas maneras a lo largo de una década.
Convertirse en depositario de las apuestas por el cambio que suscribían distintos sectores de la población amplió su capacidad de interlocución en las esferas pública y privada. Quizá el mejor ejemplo de ello sea la inclusión de la transmisión desde Televisa y Televisión Azteca del segundo debate entre los candidatos a la presidencia. Cabe recordar que ésta última se había negado a incluir el primer debate en su programación, mientras que la segunda le había dado espacio en un canal con poca audiencia. La actitud de sendos poderes fácticos se inscribía en un duelo de fuerzas con el aparato estatal y, a pesar de las presiones que desde el mismo se ejercieron para convencer al duopolio televisivo o de los cuestionamientos sociales por haberse relegado el interés público, la postura de las empresas se mantuvo inamovible.
La transmisión del segundo debate en el canal principal de cada cadena fue una prueba tangible de la fuerza acumulada por el #YoSoy132 en el lapso de un mes. Se trató de una victoria importante tanto en el terreno simbólico ‒obligar a los medios a ceder terreno podía interpretarse como una recreación más del bíblico triunfo de David sobre Goliat‒ como en términos del horizonte democratizante al que apuntaban sus esfuerzos. En la misma arena, otra muestra del empoderamiento alcanzado fue la capacidad para organizar un tercer debate cuando el Instituto Federal Electoral (IFE) rechazó la demanda que en tal sentido le habían planteado. Hacerlo por fuera de la esfera institucional y que tres de los cuatro candidatos invitados aceptaran participar fue sin duda un logro importante.
La metáfora de una posible primavera mexicana se nutría de esos pequeños resquicios que desafiaban lógicas y prácticas autoritarias. Si bien las probabilidades de que se materializara eran remotas, se aludía con ella a la rebeldía y conquistas juveniles como punta de lanza frente a ausencias democráticas y ensoberbecimientos mediáticos. De la mano de esa efervescencia se modificaron los pronósticos electorales, por un lado, se colocó en el tablero que el candidato priista era más vulnerable de lo que la propaganda y las encuestas mostraban, por el otro, se desdibujó la postura apartidista de un #YoSoy132 que de más en más tendía puentes con López Obrador.
En la víspera de los comicios el llamado fue a permanecer en vela por la democracia. La noche del 30 de junio de 2012 ríos de luz iluminaron el centro de la ciudad pues se invitó a que “en las últimas calles, antes de llegar al Zócalo, lo hagamos en silencio y con una vela encendida”. A pesar de la lluvia se vivió un ambiente festivo, al contingente conformado en su mayoría por estudiantes se sumaron otros sectores, a la vanguardia de los cuales iban pobladores de Atenco portando antorchas y mostrando una manta contraria a Peña Nieto. Discursivamente el #YoSoy132 se definía como antineoliberal, político, social, apartidista, pacífico, autónomo, independiente y democrático, en los hechos su balanza se inclinaba hacia el candidato del Movimiento Progresista.
Los resultados preliminares de la jornada electoral otorgaron el triunfo a Peña Nieto por un margen significativamente más cerrado del que un par de meses antes preveían las encuestas. Ante ello, el 2 de julio alrededor de 15 000 personas salieron de la Estela de Luz y pasando por el Monumento a la Revolución se dirigieron a la sede del pri y a Televisa Chapultepec para rechazarlos. Las posteriores jornadas de resistencia incluyeron otra marcha el 22 de julio con una asistencia que, dependiendo de la fuente, se calculó entre 25 000 y 32 000 participantes. De allí al primero de diciembre se realizaron más manifestaciones y diversos actos de protesta en los que participó el #YoSoy132 ‒no todos convocadas por él ni tampoco todos con el mismo nivel de afluencia‒ trascendiendo fronteras y colocándose como un referente de lucha juvenil acorde con la era digital.
¿Qué sucedió con todo ese empuje después de que Peña Nieto asumiera la primera magistratura del país? Las hipótesis al respecto son variadas, por mi parte propongo que las dificultades para construir un nosotros se hicieron evidentes después del 1º de julio y cuando el 1º de diciembre los dispositivos para administrar la represión mostraron hasta dónde habían sido endurecidos, un #YoSoy132 seriamente fragmentado y sin fuerza para enfrentar las baterías del régimen fue disolviéndose paulatinamente.
No hubo una asamblea en la que se decretara el fin del movimiento, hay quienes sostienen que sigue vivo en un estado de latencia y quienes identifican su presencia en asambleas populares a nivel local, o, en el otro extremo, quienes marcan su ocaso en 2013, cuando las facciones enfrentadas no pudieron resolver sus diferencias estratégicas en la Asamblea Nacional de Huaxca, Morelos. La propuesta que aquí se coloca sobre la mesa es que los procesos sociales de movilización/desmovilización suelen presentarse de manera engarzada. El primero de diciembre de 2012 el #YoSoy132 cumplió un ciclo, pero ello no implica que a partir de entonces su presencia se borrara de la arena pública, por el contrario, la semilla que dejó sembrada ha dado y seguirá dando frutos.
PARA SABER MÁS:
- Guillén, Diana, ¿Primavera mexicana? El YoSoy132 y los avatares de una sociedad desencantada, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2017.
- Muñoz Ramírez, Gloria, #Yo Soy 132. Voces del movimiento, México, Bola de Cristal, 2012.
- “Entrevista de estudiantes de la Ibero con Carlos Loret de Mola, en <https://cutt.ly/P8cWvgZ>
- “131 alumnos de la Ibero responden”, en <https://cutt.ly/u8cEMnA>