Flor de María Cruz Baltazar
Facultad de Filosofía y Letras – UNAM
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 63.
Laureana Wright fue una de las mujeres más relevantes de la comunidad intelectual mexicana en las últimas décadas del siglo XIX, destacada por sus actividades filantrópicas en favor de su género, producciones literarias feministas y la lucha por obtener su lugar en la masonería. Frente a una sociedad conservadora, perseveró en demostrar que la mujer reunía condiciones intelectuales similares a la de los hombres.
En 1910 durante los festejos del Centenario de la Independencia de México se publicó de manera póstuma Mujeres Notables Mexicanas, obra escrita por Laureana Wright de Kleinhans, la primera en abordar biografías de mexicanas desde la época prehispánica hasta el siglo XIX. En este compendio encontramos 131 semblanzas de escritoras, pintoras, poetisas, filántropas, heroínas de las guerras de reforma e independencia de México, religiosas, profesoras, beatas, cantantes, actrices, la esposa del presidente Porfirio
Díaz, una contadora, una telegrafista y una doctora, estas últimas consideradas las primeras en su gremio. Además brinda 40 retratos entre los que destaca el de la autora.
Si hay un elemento que caracteriza a Laureana Wright es la manera novedosa en la que abordó diversos asuntos, uno de ellos y quizá el más importante, el de la superación femenina por medio del estudio. Por la prensa de la época, sabemos que prácticamente dedicó toda su vida a escribir en pro de la mujer y que fue en el género biográfico donde encontró la manera de mostrar que sus congéneres podían sobresalir por méritos propios, primero con su educación y después con un empleo remunerado.
¿Qué llevó a Laureana Wright a escribir sobre mujeres en el siglo XIX? Es importante mencionar que definitivamente no perteneció a una familia tradicional, pues era hija del estadunidense Santiago Wright, hombre de negocios que atendía una línea de transporte entre México y Acapulco e importaba herramientas agrícolas, administraba haciendas y poseía una mina en Taxco, lugar donde nace Laureana en 1846.
Ante este escenario es posible apreciar que el contexto en el que creció era completamente distinto al común de la población femenina. Si bien no tuvo acceso a la educación superior, ya que en México aún no había instituciones para mujeres, su padre se la proporcionó y así aprendió literatura, historia e idiomas en casa. La misma Laureana lo refiere “… la voz severamente cariñosa de mi santo padre me obligaba a cumplir con mis clases de instrucción primaria, … me reprendía mis perezas y me estimulaba al estudio”.
Recibió una educación que podemos considerar moderna, aunque su vida privada fue tradicional, como el resto de la población, de manera que a los 22 años contrajo nupcias con el alsaciano Sebastián Kleinhans, quien había llegado a México durante la intervención francesa y con quien procreó a su única hija, Margarita Kleinhans. La unión con Kleinhans le permitió continuar con su vida privada. A decir suyo y de Mateana Murguía, amiga y compañera de batallas, no descuidó ni el hogar ni a su familia.
Laureana Wright de Kleinhans participó como colaboradora en distintos periódicos como El Monitor Republicano, El Diario del Hogar, El Correo de las Señoras y El Federalista, y también destacó por su participación en distintas asociaciones literarias como La Sociedad Netzahualcóyotl, Liceo Altamirano de Oaxaca, Sociedad Científica, Artística y Literaria el Porvenir y El Liceo Hidalgo, donde compartía créditos con personalidades como Guillermo Prieto, Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Acuña, Francisco Sosa o José María Vigil, entre otros.
Filantropía
Aunque la poetisa guerrerense trabajó por sus congéneres desde distintas trincheras, al unirse en matrimonio con Kleinhans halló una nueva forma de prestar ayuda: la filantropía, la cual le dio la manera y los medios para asistir a sectores femeninos desfavorecidos, principalmente las obreras.
Sebastián Kleinhans era miembro destacado de La Sociedad Filantrópica y desde este lugar respaldó a mujeres de escasos recursos, instalando talleres con máquinas de coser para realizar trabajos de costura. En esta labor se aliaron con distintas personalidades, siendo uno de los más importantes Carmen Romero Rubio, esposa del presidente Porfirio Díaz, quien hacia finales de 1887 financiaba la “Casa Amiga de la Obrera” cuyo principal objetivo era auxiliar a los hijos de las obreras.
De la misma manera, tanto Laureana como Carmen Romero Rubio favorecieron a la Asociación Mutualista de Obreras Mexicanas “La Buena Madre”. Al respecto, cabe decir que era común en la época que damas de sociedad y distintas instituciones organizaran conciertos o representaciones teatrales de beneficencia, en este caso con el Conservatorio Nacional de Música, que llevaba a sus mejores alumnos, entre los que destacaba Margarita Kleinhans, que en ese momento ya sobresalía en la ejecución del violín y el piano.
Junto con Matilde Montoya, primera mujer en obtener el título de médica en México, Laureana Wright inauguró la escuela-asilo para obreras llamada “El Obrador: Luz y Trabajo”. Fue un proyecto novedoso, creado para que las madres pudieran dejar a sus hijos durante la jornada laboral y en las tardes se capacitaran en distintos talleres, entre los que destacaban los de tejido, corte de vestidos y ropa blanca.
Entre sus labores altruistas, uno de los últimos proyectos que Laureana pretendía llevar a cabo fue el establecimiento de una “Sociedad Protectora de Animales” con el fin de atender perros abandonados y maltratados. Esta labor la proyectó junto a Matilde Montoya, Margarita Kleinhans y varias señoras más, sin embargo, ella misma refiere que el gobierno no las apoyó.
La pluma
Laureana Wright dedicó prácticamente toda su vida a escribir. La década de los años ochenta del siglo xix fue muy importante para ella. Colaboró con la experimentada y reconocida escritora española Concepción Gimeno de Flaquer en El Álbum de la Mujer, una de las revistas femeninas más importantes de la centuria decimonónica en México y de las de mayor duración (1883-1889).
En 1884, al lado de su amiga y compañera de trabajo Mateana Murguía, inició la publicación de Violetas. Si bien dicha revista no se ha encontrado físicamente, sabemos de su existencia gracias a referencias hemerográficas de la época en las que es posible apreciar su concepto y estructura, mismos que más tarde encontramos en Violetas del Anáhuac (1887). Posteriormente dirigió América Literaria, revista que al igual que Violetas sólo conocemos por referencias.
Violetas del Anáhuac salió la luz en diciembre de 1887, se trata de una publicación por y para mujeres, cuya duración fue de 18 meses. A pesar de su corto tiempo de duración, representó un gran avance respecto de otras publicaciones por sus contenidos, siendo la educación femenina una de sus prioridades. Si bien el modelo de mujer que transmitía se apegaba a lo tradicional, la novedad residía en otorgarle un espacio para poder transmitir sus ideas y ofrecerle material útil para ampliar sus conocimientos y abrirse paso en el nuevo siglo.
Este proyecto editorial creado por Laureana Wright y Mateana Murguía era resultado de un largo camino recorrido en el que cada una aportó su experiencia para mantener a flote una empresa encabezada por mujeres, hecho novedoso en la época. No se saben las causas que llevaron a su repentina desaparición, pero sí que Laureana supo elegir de manera acertada a su equipo de colaboradoras, entre las que destacaban firmas como la de Dolores Correa Zapata, Isabel Prieto de Landázuri, Ignacia Padilla de Piña y Mateana Murguía, que años más adelante se convirtieron en importantes referentes femeninos del siglo xix.
Además de que Laureana Wright escribió para distintas publicaciones periódicas, es autora de dos ensayos: La emancipación de la mujer por medio del estudio y Educación errónea de la mujer y medios prácticos para corregirla, publicados entre 1891 y 1892. A grandes rasgos podemos decir que dichos trabajos muestran dos problemas relacionados con las mujeres de entonces: su condición dentro de la sociedad y la educación que recibían. Nuestra autora opinaba que la mayoría de los males derivaban de su falta de cultura y educación. Así que ambos ensayos se complementan, mientras que en el primero da a conocer la problemática desde una perspectiva general, el segundo ejemplifica, a manera de manual, los errores más comunes que se cometían con las hijas y las esposas, así como la forma de evitarlos.
Ambos ensayos resultaron novedosos ya que, mediante distintos argumentos, dejaban en claro que las mujeres no eran inferiores a los hombres ni intelectual ni moralmente. Incluso animaba a las lectoras a que dejaran atrás la idea de que la instrucción, el adelanto y la ciencia eran bienes exclusivos de los hombres.
Masonería
Otro rasgo de su vida fue la militancia masónica y su paso por el espiritismo, aspectos a los que se ha prestado poca atención y sin duda influyeron en la manera en la que expresó sus ideales y percibió el mundo.
Para los masones, la educación femenina y su emancipación del dogma católico eran puntos culminantes en el progreso de la sociedad. En el caso de Laureana, no le eran ajenos. Su participación en las primeras logias de señoras la llevó a publicar distintos ensayos en El Boletín Masónico. A la par, cumplía con los deberes sociales que la comunidad exigía, siendo ejemplo de ello el apoyo que su logia brindó a niños pobres, ofreciéndoles alimentos y ropa. Culturalmente presentaron a la Gran Dieta –asociación de grupos de la masonería mexicana durante el porfiriato– un Proyecto de Reforma a la Gramática de la Lengua Española usada en México.
Durante algún tiempo, las logias femeninas funcionaron sin mayor inconveniente, pero hubo problemas entre 1891 y 1895, cuando tres logias extranjeras –Anáhuac, Toltec y Germania– rechazaron la presencia de mujeres en sus trabajos y dirigiéndose a la Gran Dieta alegaron irregularidades en la masonería mexicana, lo que llevó a la ruptura entre la masonería estadunidense y alemana con la mexicana.
En respuesta, Laureana dio un discurso frente a sus compañeras de logia donde denunció la exclusión femenina acusando a la Gran Dieta de suprimir sus derechos ciudadanos. Laureana dejó claro en su discurso la injusticia cometida, incluso, propuso eliminar del código constitucional de la Gran Dieta los artículos que impedían su participación. Sin embargo, el esfuerzo no fue suficiente ya que no encontró argumentos legales que le permitieran continuar entre los masones. Sabedora del alcance de sus palabras, dibujó la esperanza de que en el futuro se eliminaran los códigos que impedían el progreso de la comunidad masónica.
Con un conflicto internacional entre logias, Laureana invitó a sus compañeras a renunciar al ritual masónico antes de que le negaran el acceso a su centro de reunión, salvando así su dignidad, cumpliendo con la ley y conservando el orden. En esta alocución anunció que si bien abandonaban el ritual, no lo hacían respecto a las ideas y principios masónicos.
A la par que Laureana enfrentaba su expulsión de la comunidad masónica, encontró en la doctrina de Allan Kardec una nueva forma de vida que la acompañó hasta sus últimos años. Se trataba de una doctrina filosófico-religiosa originada en Europa hacia 1857 por el médico holandés Hippolyte Rivail, con el seudónimo de Allan Kardec. Y que se expandió por distintas partes del mundo, entre ellos México. En sus filas reunió a hombres y mujeres ampliamente conocidos en el mundo intelectual y político. Laureana Wright se incorporó y participó activamente desde 1891.
La doctrina de Kardec indagaba si existía la vida después de la muerte, su argumento estaba centrado en el carácter lógico y científico de la comunicación con los espíritus. Ante tales postulados, tanto científicos como religiosos se manifestaron en contra, ya que sus axiomas atentaban contra la creación divina, la moral y la vida espiritual que, además, en general, catalogaban sus actos como locura, excentricidad y charlatanería.
Lo novedoso en la doctrina kardeciana consistía en que las mujeres tenían un papel importante, ya que parecía que por naturaleza poseían sensibilidad y pasividad, características imprescindibles de los médiums, las personas que supuestamente entablaban comunicación con los muertos.
Además de valorar la delicadeza femenina, Allan Kardec desarrolló doce postulados o leyes, en los que Laureana encontró el argumento que necesitaba para demostrar la igualdad intelectual entre hombres y mujeres. Allí se establecía la paridad en inteligencia y la defensa absoluta de la libertad de pensamiento.
Laureana se enfrentaba al cientificismo decimonónico que favorecía la inferioridad biológica de la mujer, estos decían que fisiológicamente la mente de las mujeres era débil y poco propicia para el trabajo intelectual, como la escritura, el estudio de la filosofía y las ciencias. Aunado a su convencimiento de que tanto hombres como mujeres tenían las mismas capacidades intelectuales, siempre trató de probar científicamente que el progreso femenino era posible. En sus intentos por demostrarlo tuvo como contrapartida la crítica de diversos sectores de la sociedad, en especial la iglesia católica, que veía en sus ideales un poderoso enemigo que ponía en riesgo su estabilidad.
Laureana Wright falleció en la ciudad de México a los 50 años, víctima de cáncer. Heredó a su hija una colección de poesías y el libro titulado Mujeres Notables Mexicanas, donde ejemplificaba, a partir de las biografías de sus contemporáneas, que la emancipación por medio del estudio era posible.
PARA SABER MÁS:
- Alvarado, María de Lourdes, “Educación y superación femenina en el siglo XIX: dos ensayos de Laureana Wright”, 26 de octubre de 2023, en https://cutt.ly/zwOsRlHC
- ————– “Historia de las mujeres en México. Libertad y educación”, Museo de la Mujer, 28 de septiembre de 2021, en https://cutt.ly/awOsR987
- ————– “Protagonistas del siglo xix. Laureana Wright de Kleinhans”, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, 5 de diciembre de 2014, en https://cutt.ly/bwOsTLWT
- Hernández Carballido, Elvira, “Tinta violeta”, México, demac, 2022, en https://cutt.ly/MwOsY88k
- Wright de Kleinhans, Laureana, Mujeres Notables Mexicanas, 26 de octubre de 2023, en https://cutt.ly/lwOsUYVw