Paulina Michel C.
Archivo Histórico de la UNAM-IISUE
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 64.
En junio de 1937 llegaban a Morelia 456 niñas y niños que el gobierno de Lázaro Cárdenas logró evacuar de la guerra civil de España. Aquí, sin la posibilidad de regresar a su país, tuvieron una nueva oportunidad para rehacer sus vidas.
La Segunda República española sustituyó a la monarquía de Alfonso XIII y se instauró, por medio del voto popular, entre el 14 de abril de 1931 y el 1 de abril de 1939, hasta que fue derrotada después de casi tres años de enfrentamientos armados con las fuerzas de Francisco Franco, en el periodo que se conoce como Guerra Civil Española (1936-1939).
El gobierno republicano había conquistado grandes avances en materia de educación, igualdad y justicia. Inició cambios a la Constitución y llevó a cabo reformas importantes que buscaban modernizar al país con el derecho al voto para la mujer, el impulso a la educación pública con la creación de escuelas, la reforma agraria y la atención a los reclamos de la clase obrera. En este sentido, y en ese tiempo, España y México, gobernado por Lázaro Cárdenas, coincidieron en sus demandas y se hermanaron como nunca. El gobierno de Cárdenas respaldó las peticiones y propuestas del gobierno republicano en foros internacionales y afianzó su ayuda cuando la situación política se puso más difícil. Bajo el gobierno de la República no faltaron los conflictos y disputas entre las diferentes facciones políticas de la izquierda, pero lo que realmente detonó el estallido de la Guerra Civil fue la sublevación militar en julio de 1936, por una fracción del ejército en contra del gobierno republicano. Cabe decir que, además de la lucha por el poder, se hicieron patentes los problemas ideológicos, religiosos, étnicos, así como los dilemas entre dictadura o democracia y comunismo o fascismo.
Al estallido de la guerra civil, tanto la Alemania de Hitler como la Italia de Mussolini apoyaron a los sublevados, comandados por el general Franco, y ensayaron en España su equipo bélico y aéreo. Mientras tanto, las llamadas democracias occidentales iban retirando apoyos al gobierno de la República, con la excepción de organismos civiles de los países europeos. Los dos únicos gobiernos que mantuvieron su apoyo a España fueron la Unión Soviética y México. El bando republicano fue cercado por los franquistas mientras que la destrucción y el sufrimiento iban escalando. Los más afectados fueron los niños, quienes comenzaron a padecer hambre, frío y muchas carencias, principalmente en materia de salud y educación. Las fuerzas fascistas arrasaron con escuelas y poblados enteros y los niños fueron enviados a otros lugares con familiares o amigos. Mientras tanto, se formaron las Brigadas Internacionales para apoyar a los republicanos, al mismo tiempo que en México se organizaron grupos de apoyo para rescatar a los niños, como el Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo Español, encabezado por la señora María de los Ángeles de Chávez Orozco y Amalia Solórzano de Cárdenas, esposa del presidente de México, quienes hicieron las gestiones pertinentes para sacar a los niños de España y embarcarlos hacia México.
A comienzos de 1937, como lo relató la historiadora Dolores Plá, especialista en el tema, se publicaron en los diarios españoles unas convocatorias para promover, entre los padres de familia, un viaje a México para sus hijos de entre tres y 15 años, con el fin de alejarlos de la guerra y brindarles mejores condiciones de vida aunque también algunos padres e hijos pensaron que iban a permanecer poco tiempo en México, a manera de unas vacaciones infantiles como se estilaba en algunos lugares de España, en las llamadas “colonias”. Poco a poco se fue reuniendo el grupo hasta sumar 456 menores, el cual partió de Barcelona hacia Burdeos en tren, acompañados por enfermeras, un médico y doce maestros. Ya en Francia los esperaba el buque Mexique, en el cual hicieron la larga travesía hacia el Puerto de Veracruz; posteriormente viajaron por tren a la ciudad de México y de ahí de nuevo a su destino final, Morelia, a donde arribaron el 10 de junio de 1937. Michoacán, cuna del general Lázaro Cárdenas, fue el lugar de acogida y ya se había acondicionado un antiguo seminario al cual se le dio el nombre de Escuela Industrial España México, así como otras instalaciones aledañas que fueron habilitadas como vivienda.
En Morelia fueron recibidos por el gobernador del estado, el general Gildardo Magaña, y por una multitud, que demostró su generosidad a los niños con muchas muestras de afecto, flores y confeti, según relataron los propios niños en algunas entrevistas posteriores.
En el Fondo de Gildardo Magaña, que resguarda el Archivo Histórico de la UNAM, hay alrededor de 4 000 fotografías de su gestión como gobernador de Michoacán, en donde se incluye este episodio tan relevante y conmovedor para la sociedad moreliana del cual se conservan un total de 121 imágenes, que comprenden solamente el periodo que va de junio de 1937 a julio de 1938. La mayoría de las imágenes fueron publicadas en el diario local El Meridiano y son atribuidas en gran parte al fotorreportero Roberto Martínez. En estas fotografías se puede observar en un primer momento la algarabía por la llegada de los niños, la multitudinaria recepción de la gente de Morelia, encabezada por el general Magaña, y los retratos de los recién llegados, asombrados y en compañía de las enfermeras y maestras, saludando a sus entusiastas anfitriones. También se ven aspectos de la vida cotidiana en la escuela, como los retratos de grupo con los niños uniformados y alzando el puño; de los niños rapados para evitar el contagio de plagas como la pediculosis; algunas escenas del comedor y dormitorios y actividades en los talleres de artes y oficios que se llevaban a cabo en la institución educativa tales como costura, escultura, carpintería, pintura, elaboración de juguetes artesanales, entre otros, así como actividades deportivas, recreativas y ceremonias cívicas.
Se observan también escenas con el presidente Lázaro Cárdenas y su esposa, Amalia Solórzano, quienes frecuentaban a los niños para ver sus avances escolares y su estado en general, siempre en compañía de sus profesores y el director de la escuela, el profesor Roberto Reyes Pérez Ontiveros. En otra ocasión, fueron visitados por un locutor de la xew, Alfonso Sordo Noriega, con quien se les ve en una comida más formal.
No obstante que el exilio en México significó la posibilidad de reconstruir sus vidas, pocas veces los niños esbozaban sonrisas frente a la cámara y más bien se les veía un semblante melancólico. La mayoría de las veces vestían con sus uniformes escolares o ropa y calzado sencillo. Con frecuencia las fotografías idealizaron la vida de los niños exiliados en el internado, al ser fotografías dirigidas y poco espontáneas. Sin embargo, se ha documentado a través de textos y entrevistas que los niños sufrieron muchas carencias, sobre todo afectivas, de cuidados, de alimentación y que varios de ellos dejaron inconclusos sus estudios. Sin duda fue una experiencia traumática, ya que, a pesar de estar acompañados por sus propios hermanos, se habían separado de sus padres, posiblemente para siempre, y vivían en un lugar que les era del todo ajeno a sus costumbres. A través de estas fotografías podemos ver a unos niños que tuvieron que madurar a marchas forzadas e ingresar al mundo laboral de manera prematura. Este conjunto de fotografías da testimonio de su primer año de vida en México y nos acerca a la experiencia de los niños españoles en un país nuevo, con todo lo que esto implicaba. En este pequeño registro observamos cómo los menores aprendían Historia y Geografía de México, disfrutaban de sus juegos y de algunos momentos de felicidad, pero también que atravesaron por algunos episodios amargos como lo fue el sepelio de uno de ellos, al poco tiempo de llegar a Morelia y que está documentado gráficamente en este archivo.
Este año se cumplen 85 años del exilio español en México y 87 años de la llegada de los llamados “niños de Morelia” los cuales dejaron una huella profunda en esa ciudad, que los recuerda merecidamente con un pequeño monumento de bronce elaborado en 2017, para conmemorar los 80 años de su llegada. La escultura erigida en su honor se compone de una niña y un niño de pie, este último sosteniendo una maleta, al lado de unas bancas en la calle Ignacio Zaragoza, una de las calles principales del Centro Histórico de la capital michoacana.
Valgan estas palabras como un homenaje a los niños exiliados españoles quienes tuvieron la entereza para sobrevivir a una guerra, vivir experiencias que no correspondían a su tierna edad y que también fueron privados, a causa del conflicto bélico, de los cuidados y guías familiares. La gran mayoría de ellos no regresaron a vivir a su país de origen y con muchas dificultades reanudaron lazos familiares en España y, de hecho, casi todos se adaptaron e integraron a México, su nuevo país, por lo que siempre serán aceptados y recordados socialmente como “niños de Morelia”, lugar que les brindó una nueva oportunidad de vida y en el que se desempeñaron más tarde como ciudadanos, trabajadores y padres y madres de familia.
PARA SABER MÁS
- Mora, Pablo y Ángel Miquel, Barco en tierra: España en México, México, Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM; Madrid: Fundación Pablo Iglesias, 2006.
- Payá Valera, Emeterio, Los niños españoles de Morelia: el exilio infantil en México, Zapopan, Jalisco, El Colegio de Jalisco, 2002.
- Plá Brugat, Dolores, Los niños de Morelia. Un estudio sobre los primeros refugiados españoles en México, México, CONACULTA-INAH/Cooperación Española/Embajada de España, 1999.
- Villaseñor, Juan Pablo, “Los niños de Morelia”, México, Arte 7/hermanos Films, 2004, documental, 90 min.