Editorial#61
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 61 Ni muerto me dejarán descansar, decía Pancho Villa. Tras su crimen en julio de 1923 en Parral y la profanación de su cuerpo tres años más tarde, la frase resultó premonitoria. Y si el exjefe de la División del Norte se refería con razón a sus enemigos, que abundaban, a pesar de dejar las armas y refugiarse en las actividades agrícolas en su rancho de Canutillo, un siglo después su imagen de líder revolucionario y hombre de pueblo sigue generando admiración y respeto, pero nunca olvido. Analizado en retrospectiva, habría sido difícil mantenerse con vida por entonces, con los odios, venganzas y deslealtades propias que quedan aflorando al término de una conflagración civil. “La regla es la misma en Sicilia, en América y en todas partes. El hombre más poderoso del mundo si se enfrenta con alguien con el…