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En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 32. A?QuAi?? nos puede unir mA?s a los ciudadanos fuera de las fronteras de nacionalidades y cultura? La religiA?n puede ser un motivo para los que profesan una misma creencia, aunque en su nombre se han levantado las espadas tambiAi??n. El cuidado del medio ambiente adquiere poco a poco ese interAi??s comA?n, a pesar de los intereses econA?micos que se desentienden de propugnar una vida sana. La globalizaciA?n del celular, si hablamos de avances tecnolA?gicos, nos une podrAi??an decir otros, aunque hasta por sus marcas hay seguidores y detractores. Las Olimpiadas parecen resumir una mayor confluencia de acuerdos y aceptaciones de los seres humanos sobre lo que es el respeto por las virtudes de los otros y la dignidad tanto en el triunfo como en la derrota. La confraternidad no encuentra rivales, como nos dice el símbolo tan lúcido de…

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REVISTA COMPLETA EDITORIAL CORREO DEL LECTOR ARTÍCULOS Vicente Riva Palacio en el Colegio de San GregorioJosé Ortiz Monasterio Cuando el ejército introdujo la gimnasia en los cuartelesMaría José Garrido Asperó Un ilusionista estadunidense hipnotiza a MéxicoAna Rosa Suárez Argüello Columbus 1916. El destino de los prisioneros villistasGuadalupe Villa G. Olimpiadas de París 1924. Un debut con tropezonesMiguel Esparza Los estudios afroamericanos y el indigenismoCynthia García Martínez DESDE HOY La transformación de Pantitlán en un populoso barrioClaudia Patricia Pardo Hernández DESDE AYER El Palacio de Correos, una joya del Centro HistóricoGraziella Altamirano Cozzi TESTIMONIO La muerte de un héroe por la espaldaLaura Suárez de la Torre ARTE La Ruta de la AmistadEthel Herrera Moreno CUENTO Las tres sopasIrma Ramírez ENTREVISTA Ramón Pereda Saro. Una vida en el cineRamón Aureliano SEPIA SedentarismoDarío Fritz

Darío Fritz En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31. Quién no detesta estar varado en algún lugar, sin noticias sobre cuándo continuará el viaje, ansioso por llegar a destino y que alguien llegue para decirnos que estemos en calma porque la demora va para largo. Una huelga en la aerolínea, sobrecupo de pasajes, una tormenta que conflictúa llegadas y salidas, son razones suficientes para echar a andar la verborragia del desencanto. La impotencia toma cuerpo de enojo y derroche de bilis, mientras las agujas del reloj pasan a cuentagotas. El señor de barba de candado da sus explicaciones al grupo, atento a que le resuelva su encrucijada. La calma no se ha roto. Hay atención, pero no se ve exasperado. La sufren las maletas en su función de asientos mullidos. No había celulares por entonces para distraerse. ¿Caminamos hacia la izquierda?, podría decir el hombre con su…

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Elios Mitre En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31. M’hijo, he decidido desobedecer, a ver qué se siente. ¿A qué se le puede decir no a los 96 años?, ¿a la memoria inacabada?, ¿a las letras de un libro que la vista ya no distingue?, ¿a los pies cansados?, A?a los placeres del paladar? Visito a mi abuela cada quince días, es un tributo a las enseñanzas que recibí en mi niñez y a la cálida protección que nos brindó al enviudar mi madre. Pero también es un deleite escuchar su lucidez al recontar sus andanzas. “Sírveme una copita de oporto, te platicaré cómo a mis seis años, mi madre casi me pierde en la inundación de Pachuca, al reventarse la presa allí por 1923. Al ver el afluente desbordado, en vez de escapar prefirió rescatar sus mercancías que estaban en el suelo. Confundida, me solté de…

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Paulina Martínez Figueroa El Colegio de México En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31. Concebido como un espacio amplio y variado para el hospedaje cinco estrellas, y que sus cafeterías, restaurantes y salones fueran centro de discusión de la política, espacios de reunión de las élites mexicanas o pasarelas de empresario, intelectuales, estrellas de cine y deportistas, las paredes de este hotel fueron una exquisita vidriera para exhibir a varios de los mejores pintores y muralistas de los años cuarenta y cincuenta del siglo XX. Uno de los edificios más recordados del México de la segunda mitad del siglo XX es el Hotel del Prado. Construido por el arquitecto Carlos Obregón Santacilia e inaugurado en 1947, tras casi quince años de obra, es uno de los espacios que más ha perdurado en e imaginario de los habitantes de la ciudad de México, incluso tras su demolición…

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Martín Manzanarez Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31 La solidaria política mexicana de recibir a miles de desterrados extranjeros tuvo en su gran impulsor, el gobierno de Lázaro Cárdenas, acciones y actitudes selectivas vinculadas a cercanías políticas con los exiliados, motivaciones raciales y otras claramente discrecionales. A lo largo del siglo XX, nuestro país dio refugio a los perseguidos políticos de distintas latitudes del mundo. La presencia más numerosa de exiliados, en el transcurso de la primera mitad de la centuria, fue la de cerca de 20 000 refugiados españoles que debido a la guerra civil (1936-1940) se instalaron en el país. Durante los gobiernos de Lázaro Cárdenas y su sucesor Manuel Ávila Camacho se brindó asilo a otros actores políticos desterrados, entre ellos León Trotsky, organizador clave de la revolución rusa, y desde la muerte de Lenin, líder de la oposicón de…

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Lillian Briseño Senosiain Tecnológico de Monterrey, Campus Santa Fe. En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31 Alumbrada por velas y faroles, y tan sólo en algunas calles, la vida nocturna era limitada en México antes de que el milagro de la luz eléctrica se hiciera presente en el último cuarto del siglo XIX. La vida se desarrollaba entre el amanecer y los últimos rayos de luz de la tarde, pero la actividad en las noches era muy reducida. Trabajar, ir al teatro, bailes, reuniones sociales o caminar, implicaban ciertos riesgos que sólo algunos estaban dispuestos a correr. La noche ha sido, de manera tradicional, un espacio para el descanso y el recogimiento de la población, aunque también un ámbito de relajamiento y diversión tras días o semanas de trabajo. Sin embargo, esto último parece no haber sido siempre así, y quizás el uso de la noche…

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Víctor A. Villavicencio Navarro ITAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31. Francisco Miranda, José María Gutiérrez de Estrada, Juan N. Almonte, Ignacio Aguilar y Marocho, monseñor Labastida y Dávalos, y José Manuel Hidalgo y Esnaurrizar estaban convencidos hacia 1860 que la monarquía era la única solución política para la crisis de México. Trabajaron para su instalación, pero muy pronto se sentirían decepcionados. Durante el siglo XIX varios mexicanos se fueron convenciendo de que sólo la instauración de un gobierno monárquico pondría fin al caos, la inestabilidad, el desprestigio internacional y los apuros económicos que atravesaba su patria desde que consiguió su independencia. Fue por ello que desde mediados de la centuria pusieron manos a la obra para volver a levantar un trono en México. A principios de la década de 1860, los acontecimientos convergieron de tal forma que sus esfuerzos rindieron fruto: Francia otorgó el…

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Eduardo Flores Clair DEH-INAH En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31 Subirse a un carruaje para recorrer algunas distancias en el México de hace más de 150 años era lanzarse a la aventura de la inseguridad y el robo latente. La delincuencia no estaba mal vista y sus protectores abundaban. El límite entre legalidad e ilegalidad resultaba más cercano a la impunidad. Este texto aborda algunos puntos sobre los viajeros y sus miedos provocados por la delincuencia. Los delincuentes eran aquellas personas que quebrantaban la ley, infringían las normas sociales y subsistían gracias a las prácticas ilícitas de la economía ilegal. Como sabemos, existe un sinnúmero de relatos de viaje, pero sólo nos abocaremos a unos ejemplos que describen de manera detallada la violencia, a través de las costumbres de la sociedad y las instituciones de mediados del siglo XIX. José María Tornel publicó en 1843…

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Mauricio Sánchez M. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, UNAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31 A José Antonio Alzate y Ramírez le nacían ideas de desarrollos tecnológicos con naturalidad. Propuso métodos de recolección de basura y vinculó el mercurio con la exploración de minas. Proyectó una manera de desaguar la Laguna de Texcoco, así como mejorar las cañerías que distribuían el agua en la ciudad de México. Práctico y experimental, no temía al error, le interesaba la divulgación y que las ideas se pudieran comprobar aunque la autoría final no fuera suya. José Antonio Alzate y Ramírez nació en 1737 y su infancia la pasó en las inmediaciones de Chalco. A sus 19 años de edad se graduó como bachiller de Teología en la Real y Pontificia Universidad, pero desde entonces mostró una inclinación por el mundo de la ciencia. Y aunque…

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