Un ilusionista estadounidense hipnotiza a México
Ana Rosa Suárez Argüello Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 32. Ilusionistas, prestidigitadores, espiritistas, magos o charlatanes abundaron en el país hacia fines del siglo XIX. Uno de ellos fue Washington Irving Bishop, quien en 1888 reunió multitudes que seguían sus hallazgos sobrenaturales. Entre los admiradores estaba la propia esposa del presidente Porfirio Díaz y miembros de su gabinete. El año 1888 pareció presentarse cargado de promesas. Era como si el progreso hubiese llegado y la política de conciliación rindiera sus frutos, de modo que las voces de quienes se oponían a un tercer mandato presidencial de Porfirio Díaz y se percataban de que las mieles del crecimiento no llegaban más que a unos cuantos, se viesen opacadas. En este contexto, el arribo de personajes como Washington Irving Bishop desempeñaba un doble papel: por un lado llenaba las expectativas de aquellos que consideraban que el
Cuando el ejército introdujo la gimnasia en los cuarteles
María José Garrido Asperó Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 32. Las derrotas militares dejan enseñanzas. La incapacidad física de la tropa ante un enemigo mejor entrenado, es una de ellas. Por eso México introdujo entre sus soldados hacia 1850 la escuela francesa de gimnasia que sirvió para tener una mejor preparación. Y si bien ya por entonces los deportes y el cuidado físico habían comenzado a permear en la sociedad, queda claro que atender al cuerpo no es sólo una preocupación de nuestro tiempos. Uno de los casos más interesantes en la historia de la educación física, los deportes y la gimnasia en México fue la creación de la Escuela General de Gimnástica del Ejército: el primer esfuerzo serio del Estado mexicano de echar a andar, a mediados del siglo XIX, la capacitación de militares en ese sentido. Resulta interesante porque se dio en
Vicente Riva Palacio en el Colegio de San Gregorio
José Ortíz Monasterio Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 32. La educación tradicional católica, tanto en su casa como en las aulas, del autor de Los Ceros, no le impidió transitar hacia el liberalismo y convertirse en un protagonista destacado de la reforma. Fue un estudiante notorio, el hijo admirado por sus padre y protector de su hermano Carlos. Vicente Riva Palacios fue educado en la tradición católica más pura. Su padre tenía firmes creencias religiosas y las oraciones, los santos y toda esa encantadora milagrería del cristianismo debieron ser el ambiente natural de su casa, algo común en cualquier hogar de los años treinta y cuarenta del siglo XIX. Curas, chantres, canónigos y presbíteros, lo mismo que su ilustrísima, tenían un papel importante en aquella sociedad, al igual que las órdenes monacales de hombres y mujeres. La suerte de los padres jesuitas corría
Sumario #32
REVISTA COMPLETA EDITORIAL CORREO DEL LECTOR ARTÍCULOS Vicente Riva Palacio en el Colegio de San GregorioJosé Ortiz Monasterio Cuando el ejército introdujo la gimnasia en los cuartelesMaría José Garrido Asperó Un ilusionista estadunidense hipnotiza a MéxicoAna Rosa Suárez Argüello Columbus 1916. El destino de los prisioneros villistasGuadalupe Villa G. Olimpiadas de París 1924. Un debut con tropezonesMiguel Esparza Los estudios afroamericanos y el indigenismoCynthia García Martínez DESDE HOY La transformación de Pantitlán en un populoso barrioClaudia Patricia Pardo Hernández DESDE AYER El Palacio de Correos, una joya del Centro HistóricoGraziella Altamirano Cozzi TESTIMONIO La muerte de un héroe por la espaldaLaura Suárez de la Torre ARTE La Ruta de la AmistadEthel Herrera Moreno CUENTO Las tres sopasIrma Ramírez ENTREVISTA Ramón Pereda Saro. Una vida en el cineRamón Aureliano SEPIA SedentarismoDarío Fritz
El arte del Hotel del Prado
Paulina Martínez Figueroa El Colegio de México En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31. Concebido como un espacio amplio y variado para el hospedaje cinco estrellas, y que sus cafeterías, restaurantes y salones fueran centro de discusión de la política, espacios de reunión de las élites mexicanas o pasarelas de empresario, intelectuales, estrellas de cine y deportistas, las paredes de este hotel fueron una exquisita vidriera para exhibir a varios de los mejores pintores y muralistas de los años cuarenta y cincuenta del siglo XX. Uno de los edificios más recordados del México de la segunda mitad del siglo XX es el Hotel del Prado. Construido por el arquitecto Carlos Obregón Santacilia e inaugurado en 1947, tras casi quince años de obra, es uno de los espacios que más ha perdurado en e imaginario de los habitantes de la ciudad de México, incluso tras su demolición
Los elegidos del exilio cardenista
Martín Manzanarez Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31 La solidaria política mexicana de recibir a miles de desterrados extranjeros tuvo en su gran impulsor, el gobierno de Lázaro Cárdenas, acciones y actitudes selectivas vinculadas a cercanías políticas con los exiliados, motivaciones raciales y otras claramente discrecionales. A lo largo del siglo XX, nuestro país dio refugio a los perseguidos políticos de distintas latitudes del mundo. La presencia más numerosa de exiliados, en el transcurso de la primera mitad de la centuria, fue la de cerca de 20 000 refugiados españoles que debido a la guerra civil (1936-1940) se instalaron en el país. Durante los gobiernos de Lázaro Cárdenas y su sucesor Manuel Ávila Camacho se brindó asilo a otros actores políticos desterrados, entre ellos León Trotsky, organizador clave de la revolución rusa, y desde la muerte de Lenin, líder de la oposicón de
Sombras y ¿nada más?
Lillian Briseño Senosiain Tecnológico de Monterrey, Campus Santa Fe. En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31 Alumbrada por velas y faroles, y tan sólo en algunas calles, la vida nocturna era limitada en México antes de que el milagro de la luz eléctrica se hiciera presente en el último cuarto del siglo XIX. La vida se desarrollaba entre el amanecer y los últimos rayos de luz de la tarde, pero la actividad en las noches era muy reducida. Trabajar, ir al teatro, bailes, reuniones sociales o caminar, implicaban ciertos riesgos que sólo algunos estaban dispuestos a correr. La noche ha sido, de manera tradicional, un espacio para el descanso y el recogimiento de la población, aunque también un ámbito de relajamiento y diversión tras días o semanas de trabajo. Sin embargo, esto último parece no haber sido siempre así, y quizás el uso de la noche
La decepción de los monarquistas
Víctor A. Villavicencio Navarro ITAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31. Francisco Miranda, José María Gutiérrez de Estrada, Juan N. Almonte, Ignacio Aguilar y Marocho, monseñor Labastida y Dávalos, y José Manuel Hidalgo y Esnaurrizar estaban convencidos hacia 1860 que la monarquía era la única solución política para la crisis de México. Trabajaron para su instalación, pero muy pronto se sentirían decepcionados. Durante el siglo XIX varios mexicanos se fueron convenciendo de que sólo la instauración de un gobierno monárquico pondría fin al caos, la inestabilidad, el desprestigio internacional y los apuros económicos que atravesaba su patria desde que consiguió su independencia. Fue por ello que desde mediados de la centuria pusieron manos a la obra para volver a levantar un trono en México. A principios de la década de 1860, los acontecimientos convergieron de tal forma que sus esfuerzos rindieron fruto: Francia otorgó el
Los caminos del terror
Eduardo Flores Clair DEH-INAH En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31 Subirse a un carruaje para recorrer algunas distancias en el México de hace más de 150 años era lanzarse a la aventura de la inseguridad y el robo latente. La delincuencia no estaba mal vista y sus protectores abundaban. El límite entre legalidad e ilegalidad resultaba más cercano a la impunidad. Este texto aborda algunos puntos sobre los viajeros y sus miedos provocados por la delincuencia. Los delincuentes eran aquellas personas que quebrantaban la ley, infringían las normas sociales y subsistían gracias a las prácticas ilícitas de la economía ilegal. Como sabemos, existe un sinnúmero de relatos de viaje, pero sólo nos abocaremos a unos ejemplos que describen de manera detallada la violencia, a través de las costumbres de la sociedad y las instituciones de mediados del siglo XIX. José María Tornel publicó en 1843
Un inventor en tiempos de la ilustración mexicana
Mauricio Sánchez M. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, UNAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31 A José Antonio Alzate y Ramírez le nacían ideas de desarrollos tecnológicos con naturalidad. Propuso métodos de recolección de basura y vinculó el mercurio con la exploración de minas. Proyectó una manera de desaguar la Laguna de Texcoco, así como mejorar las cañerías que distribuían el agua en la ciudad de México. Práctico y experimental, no temía al error, le interesaba la divulgación y que las ideas se pudieran comprobar aunque la autoría final no fuera suya. José Antonio Alzate y Ramírez nació en 1737 y su infancia la pasó en las inmediaciones de Chalco. A sus 19 años de edad se graduó como bachiller de Teología en la Real y Pontificia Universidad, pero desde entonces mostró una inclinación por el mundo de la ciencia. Y aunque
