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Martín Manzanarez Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31 La solidaria política mexicana de recibir a miles de desterrados extranjeros tuvo en su gran impulsor, el gobierno de Lázaro Cárdenas, acciones y actitudes selectivas vinculadas a cercanías políticas con los exiliados, motivaciones raciales y otras claramente discrecionales. A lo largo del siglo XX, nuestro país dio refugio a los perseguidos políticos de distintas latitudes del mundo. La presencia más numerosa de exiliados, en el transcurso de la primera mitad de la centuria, fue la de cerca de 20 000 refugiados españoles que debido a la guerra civil (1936-1940) se instalaron en el país. Durante los gobiernos de Lázaro Cárdenas y su sucesor Manuel Ávila Camacho se brindó asilo a otros actores políticos desterrados, entre ellos León Trotsky, organizador clave de la revolución rusa, y desde la muerte de Lenin, líder de la oposicón de

Lillian Briseño Senosiain Tecnológico de Monterrey, Campus Santa Fe. En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31 Alumbrada por velas y faroles, y tan sólo en algunas calles, la vida nocturna era limitada en México antes de que el milagro de la luz eléctrica se hiciera presente en el último cuarto del siglo XIX. La vida se desarrollaba entre el amanecer y los últimos rayos de luz de la tarde, pero la actividad en las noches era muy reducida. Trabajar, ir al teatro, bailes, reuniones sociales o caminar, implicaban ciertos riesgos que sólo algunos estaban dispuestos a correr. La noche ha sido, de manera tradicional, un espacio para el descanso y el recogimiento de la población, aunque también un ámbito de relajamiento y diversión tras días o semanas de trabajo. Sin embargo, esto último parece no haber sido siempre así, y quizás el uso de la noche

Víctor A. Villavicencio Navarro ITAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31. Francisco Miranda, José María Gutiérrez de Estrada, Juan N. Almonte, Ignacio Aguilar y Marocho, monseñor Labastida y Dávalos, y José Manuel Hidalgo y Esnaurrizar estaban convencidos hacia 1860 que la monarquía era la única solución política para la crisis de México. Trabajaron para su instalación, pero muy pronto se sentirían decepcionados. Durante el siglo XIX varios mexicanos se fueron convenciendo de que sólo la instauración de un gobierno monárquico pondría fin al caos, la inestabilidad, el desprestigio internacional y los apuros económicos que atravesaba su patria desde que consiguió su independencia. Fue por ello que desde mediados de la centuria pusieron manos a la obra para volver a levantar un trono en México. A principios de la década de 1860, los acontecimientos convergieron de tal forma que sus esfuerzos rindieron fruto: Francia otorgó el

Eduardo Flores Clair DEH-INAH En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31 Subirse a un carruaje para recorrer algunas distancias en el México de hace más de 150 años era lanzarse a la aventura de la inseguridad y el robo latente. La delincuencia no estaba mal vista y sus protectores abundaban. El límite entre legalidad e ilegalidad resultaba más cercano a la impunidad. Este texto aborda algunos puntos sobre los viajeros y sus miedos provocados por la delincuencia. Los delincuentes eran aquellas personas que quebrantaban la ley, infringían las normas sociales y subsistían gracias a las prácticas ilícitas de la economía ilegal. Como sabemos, existe un sinnúmero de relatos de viaje, pero sólo nos abocaremos a unos ejemplos que describen de manera detallada la violencia, a través de las costumbres de la sociedad y las instituciones de mediados del siglo XIX. José María Tornel publicó en 1843

Mauricio Sánchez M. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, UNAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31 A José Antonio Alzate y Ramírez le nacían ideas de desarrollos tecnológicos con naturalidad. Propuso métodos de recolección de basura y vinculó el mercurio con la exploración de minas. Proyectó una manera de desaguar la Laguna de Texcoco, así como mejorar las cañerías que distribuían el agua en la ciudad de México. Práctico y experimental, no temía al error, le interesaba la divulgación y que las ideas se pudieran comprobar aunque la autoría final no fuera suya. José Antonio Alzate y Ramírez nació en 1737 y su infancia la pasó en las inmediaciones de Chalco. A sus 19 años de edad se graduó como bachiller de Teología en la Real y Pontificia Universidad, pero desde entonces mostró una inclinación por el mundo de la ciencia. Y aunque

Javier Romo Aguirre En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31. Adrián, Luis y Eugenio juraron correr juntos la aventura revolucionaria sin esperar nada a cambio. Sus roles fueron diferentes, pero en cada caso ocuparon lugares políticos y militares destacados al lado de Madero, Carranza y Villa. ¿Cuáles serían las motivaciones para que un grupo de parientes y conocidos en Coahuila, pertenecientes a una clase social acomodada y culta, se unieran a los movimientos revolucionarios de 1910 y 1913? ¿Qué motivaciones tan poderosas pudieron mover a este conjunto acaudalado que teniéndolo todo arriesgó sus fortunas y sus vidas en esos movimientos libertadores? ¿Habrá influido en ellos por su cercanía geográfica la vocación democrática de los Estados Unidos de América? ¿Pudo ser la tiranía ejercida por el presidente Porfirio Díaz con el argumento de mantener el orden? El propio Díaz se lo expresó al periodista James Creelman, sin

Miguel Angel Grijalva Dávila En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 29-30. Jacinto López Morenos fue una RARA AVIS de la lucha agraria y sindical. Estuvo preso, sufrió persecuciones, fue diputado, le robaron elecciones y murió sin tener ni siquiera una casa. Los campesinos y sus organizaciones lo recuerdan en Sonora por conseguir el reparto de tierra, organizarlos gremialmente y por ser un modelo de integridad. Una patrulla de policías arribó a la estación de trenes de Hermosillo. Descendieron varios uniformados y un civil al que subieron a un vagón con destino a Tepic. Los oficiales le di­jeron al detenido que por órdenes del gober­nador Rodolfo Elías Calles (1931-1934), tenía prohibido volver a poner un pie en Sonora. Se trataba de Jacinto López Moreno, joven oriundo del pueblo de Banámichi, inquieto organizador de trabajadores y por lo tanto un personaje incómodo para los empresarios y el gobierno,

Samuel Almazán Santiago Facultad de Medicina, UNAM. En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 29-30. El médico y amigo de Porfirio Díaz, trajo del Instituto Pasteur de París el virus de la rabia, que se encontraba inoculado en el cerebro de un conejo, para poder experimentar aquí el procedimiento por el que se crearía la vacuna que ya se aplicaba en Europa. fue uno de los procesos más exitosos, lo mismo que en el caso de la viruela, para proteger y mejorar la salud de los mexicanos de finales del siglo XIX. Llevamos al pequeño Isidro ante el padre Am­brosio, la escena era aterradora. Estaba desespe­rada y durante un lapso no lo podía creer, todo era confuso. Solo recuerdo estar parada frente a mi hijo. Él estaba sucio y tenía sangre en su des­garrado pantalón, lloraba desconsolado y asus­tado. Milán, su perro, siempre había sido muy tranquilo

Ana Rosa Suárez Argüello Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 29-30. Terminado el proceso de independencia, este criollo propuso más de un centenar de ideas para hacer frente a los obstáculos que impedían echar a andar el país. entre ellos Tadeo Ortiz vio la necesidad geoestratégica de poblar el Istmo de Tehuantepec, desarrollar el comercio y crear una vía navegable transoceánica. una faena que se hizo mucho más compleja de lo que se imaginaba. Tadeo Ortiz regresó a México en 1821, con el ánimo de contribuir a la consolidación de la libertad y la prosperidad de la patria. Deseaba ardientemente que esta fuera igual de libre y próspera que otros países que había conocido. Con la certeza de que México era un cuerno de la abundancia y lo único que tenía qué ha­cerse era explotarlo apropiadamente se ocupó de analizar la realidad del país

Laura Suárez de la Torre Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 29-30 Con el inicio del siglo XX, los huertos, campos agrícolas y pequeños pueblos y parajes cercanos al centro de la ciudad de México sufrieron un cambio radical. La capital se expandió y así muchos de ellos quedaron encapsulados por una mancha urbana que aún preserva algunos lugares y edificaciones para descubrir su pasado. Vivir en una urbe tan grande como lo es la ciudad de México tiene encanto y fascinación, pero al mismo tiempo, múltiples problemas debido principalmente al crecimiento des­medido y sin planeación de la ciudad. Si nos remontamos a otras épocas, veríamos que los límites de la ciudad no iban más allá de lo que hoy conocemos como Centro Histórico y que a lo largo del siglo XVIII el espacio no sufrió cambios notables. Las viviendas, el comercio, las oficinas,

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