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Guadalupe Villa G. Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 56. Agustín de Iturbide fue proclamado emperador el 21 de julio de 1822 con la mayor pompa posible, pese a las restricciones económicas. La vestimenta siguió los lineamientos señalados en el Pontifical Romano, los principales edificios públicos fueron iluminados y engalanados, y las coronas de la pareja imperial se elaboraron con joyas prestadas y valiosas. Fue una gran fiesta que incluyó el lanzamiento de monedas de plata al pueblo desde la catedral y el antiguo palacio virreinal. La situación económica del imperio en aquellos primeros días, veíase contrariada o desvanecida por la pobreza general.  Lucas Alamán   Proclamado y elegido Agustín de Iturbide primer emperador constitucional de México, se iniciaron los preparativos para organizar su coronación y la “Casa Imperial”. Imaginemos por un momento lo que para el novel monarca significaba su nuevo encargo. Desde luego ideó

Héctor ZarauzInstituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 55 Consagrada bajo la dirección de Luis Buñuel y Roberto Galvadón, la actriz michoacana supo abrirse camino en el cine impulsada por su actitud y convencimiento de sus propias capacidades. Hizo cine de crítica social y experimental, pero especialmente cine que marcó una época. María de la Soledad García Corona, mejor conocida como Stella Inda, nació en Pátzcuaro, Michoacán, el 28 de junio de 1917. Fue una connotada actriz que participó en algunas de las películas más polémicas y emblemáticas del cine nacional. Estudió actuación en la Escuela de Arte Teatral del INBA, realizó papeles secundarios e incidentales en varias películas como en La mujer del puerto, hasta que Adolfo Best Maugard, impulsor de vanguardias culturales en nuestro país, la invitó a desempeñar el papel central de La mancha de sangre (1937), luego filmó La noche de los

REVISTA COMPLETA EDITORIAL CORREO DEL LECTOR ARTÍCULOS Manuela Taboada. La mujer leal que Hidalgo menospreció.Rodrigo Sánchez Arce El dominio naval en la estrategia militar de la independenciaJosé Francisco Vera Pizaña La educación femenina de la elite en el siglo XIXLaura Suárez de la Torre Emiliano Zapata. Digno representante y protector de los derechos agrarios de su puebloMaría Eugenia Arias Gómez Las flappers de “los locos años veinte” en la prensa mexicanaMaría Estela García Concileón Las demandas reprimidas del movimiento médicoJosé Luis Gómez de Lara DESDE HOY 40 Aniversario. El México en el que surgió el Instituto MoraGuadalupe Villa G. ARTE El Gran Teatro NacionalOmar Alfonso Flores Tavera TESTIMONIO Días de pandemiaDarío Fritz CUENTO El salmo 103Ana Suárez ENTREVISTA Stella IndaHéctor Zarauz SEPIA Artesanos de plomo y tintaDarío Fritz

Ana SuárezInstituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 55. “Nada más mis hijas, no quiero que me cuide nadie más.” Las palabras de doña Refugio resuenan en sus oídos mientras la procesión se dirige al cementerio y se repite una y otra vez: “Dios perdona todas las iniquidades.” Acató la voluntad de su madre quien, desde que cayó en cama, postrada por la misma enfermedad de la abuela, se negó a que la atendiera nadie más. Su hermana, en cambio, se asomó de vez en cuando, dizque porque la hacienda exigía toda su atención. Todo terminó. Ahora siguen a los peones que cargan el cajón de madera sobre los hombros. Avanzan luego los criados y, al final, los vecinos y demás trabajadores. Al arribar, el cortejo entra en el camposanto y enfila hacia el sepulcro. Si Carmen, su hermana, hubiera compartido su carga, ahora se

Omar Alfonso Flores Tavera Posgrado en Historia del Arte, UNAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 55. Inaugurado en 1844 y demolido en 1901, la obra del arquitecto Lorenzo de la Hidalga vino a romper época, con la intención de un reordenamiento urbano y acabar con el antiguo orden colonial y el dominio del clero sobre la vida social. Diseñado bajo las influencias arquitectónicas italiana y francesa, se convirtió en parte de los escenarios del poder que confluían en el actual centro histórico capitalino. –¡Bellísimo edificio! –dijo Arturo a Rugiero, al entrar al pórtico del teatro nacional, situado en la ancha calle de Vergara–. ¿Os agrada, Rugiero? –Hay teatros mejores en Europa. –¡Oh, indudablemente! Pero no deja de ser orgullo para un mexicano el poseer un teatro tan magnífico. –¡Oh!, en cuanto al orgullo –respondió Rugiero irónicamente–, ustedes los mexicanos tienen bastante para no pensar que

Guadalupe Villa G. Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 55. Corría 1981 y con la guerra fría aún condicionando las relaciones multilaterales, el gobierno de López Portillo echaba a andar un plan de desarrollo que, a la postre, tuvo resultados deficientes ante una economía dependiente del petróleo que se precipitó en picada. En medio de la inflación y fuga de capitales, la gente buscaba el solaz a su alcance, ya fuera en el cine o con la música de los artistas del momento. Hace cuatro décadas el Instituto Mora asumió el reto de forjarse un nombre y buscar un lugar preponderante en el ámbito de la cultura. ¿Cómo era el México de aquel entonces? A pesar de la crisis económica que parecía asirse con fuerza al país, localmente había menos población, menos contaminación, menos ambulantaje. Era, quizá –ya adentrados en la nostalgia–, una ciudad

José Luis Gómez de Lara Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad de Guadalajara En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 55. A la protesta estudiantil de 1968 le precedió, tres años antes, la de los médicos, la cual acabaría intimidada y desmantelada por el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Comenzó y terminó con reclamos salariales legítimos en la capital, ampliados luego a los estados, que daban cuenta de los problemas laborales en la salud pública. A finales del gobierno de Adolfo López Mateos (1958-1964) y principios del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), ocurrió uno de los conflictos laborales más importantes de los últimos 30 años del siglo XX: el de los médicos residentes e internos del Hospital 20 de Noviembre, del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), quienes demandaban mejoras salariales y seguridad en el trabajo. Comenzó un

María Estela García Concileón Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 55. Surgieron en el Nueva York de los años veinte y pronto, su estilo desenfadado, alegre y disrruptor, se estableció en la ciudad de México de la mano de mujeres como Cube Bonifant, Elena Arizmendi, Antonieta Rivas Mercado, Tina Modotti y Nahui Olin. Llevar el pelo corto fue su marca de rebeldía, que el machismo y las tradiciones de la época no lograron reprimir. Las flappers aparecen en Estados Unidos en la década de los años veinte del siglo XX, pero su historia proviene de las jóvenes londinenses de la primera guerra mundial. José Juan Tablada, en sus Crónicas de Nueva York, las describe de la siguiente manera: Era la muchacha en vísperas de ser mujer, todavía inmadura para debutar en la sociedad, que asociada aún con sus compañeros de colegio, jugaba basket-ball y

María Eugenia Arias Gómez Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 55. El 12 de septiembre de 1909, Zapata fue elegido como “principal” por una junta local en Anenecuilco, Morelos; este cargo se entregaba a los más honestos y capaces, con el fin de continuar con los reclamos de sus ancestros por la posesión de la tierra. A través de dos apartados, en este escrito propongo la génesis del compromiso histórico que heredó Emiliano Zapata Salazar. En el primero, trato el origen del problema agrario en la época colonial y cómo los pueblos y las comunidades del centro sur de México defendieron sus recursos naturales. En el segundo, considero el porqué de la elección de Zapata como representante local de Anenecuilco, antes de sumarse a la revolución en 1911. I Uno de los cambios más drásticos en la vida de los aborígenes fue cómo los

Laura Suárez de la Torre Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 55. La lectura de revistas fue un soporte relevante por el cual las hijas de matrimonios de la alta sociedad mexicana se fueron formando en sus casas en las décadas siguientes a la consumación de la independencia. Literatura, ciencia, tecnologías de la época, higiene y platillos a servir en una mesa moldeaban su instrucción como esposas y madres de familia. La educación de las niñas y de las señoritas fue un tema que estuvo presente en el espacio público a lo largo del siglo XIX. Al iniciar esa centuria, El Diario de México señalaba que únicamente las mujeres de los sectores altos y medios tenían acceso a la instrucción. El panorama educativo se reducía a aprender los rudimentos de la lectura, con el objetivo de poder leer las oraciones y los libros piadosos,

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