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Guadalupe Villa Guerrero Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 27. Estuvo tan sólo cuatro meses en México, pero le fueron suficientes para explicar los complejos personajes que dieron vida a la revolución mexicana. Escritor comprometido con sus ideas, temperamental y carismático, John Reed iba a contracorriente. Escribía tanto sobre la represión a obreros en su natal Estados Unidos como sobre la revolución bolchevique en Rusia. Así abrió los ojos de muchos a través de reportajes y libros que mostraban otras perspectivas del mundo Quizá como ningún otro, Reed nos dejó el registro de la rica y compleja gama de personajes que de muy diversas maneras se integraron a los ejércitos revolucionarios. Él mismo se consideró, temporalmente, un revolucionario más entre las fuerzas de la División del Norte, al unirse a las tropas del general Tomás Urbina en su marcha a Torreón. La colección de

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 27. Acerca de algunos artículos BiCentenario No. 21 “Las reformas que transformaron al ejército”: Si es cierto que “en 1917 se emprendió la reorganización de las fuerzas militares que hasta entonces no estaban unifica-das y significaban un problema político y económico para la estabilidad del país”,  ¿por qué entonces se celebró el “centenario del ejército” en 2014? Clara Guadalupe García García El centenario que se conmemoró el año pasado fue el de la disolución del  ejército federal a las órdenes de Victoriano Huerta, derrotado por el Ejército Constitucionalista, formado por Venustiano Carranza para operar en diferentes partes del país a las órdenes de jefes regionales decididos a defender el orden constitucional interrumpido por el golpe militar de Huerta. La unidad entre las distintas facciones se perdió, de ahí que no fue sino hasta 1917 cuando se inició la reorganización de las

Ricardo Candia Pacheco Facultad de Filosofía y Letras, UNAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 27. Los habitantes de la ciudad de México de fines del siglo XIX se deleitaban en las calles y zaguanes con quesadillas, tamales, pambacitos, memelas, tlacoyos o chilaquiles. Que todos lo comían, sí; que muchos se quejaban de la salubridad, sí; que se les quiso quitar su origen indígena, sí. Ah, pero ¡qué rico sabían! A lo largo del siglo XIX la comida mexicana de origen indígena fue vista desde muy diversas ópticas. Estaban las miradas de rechazo, las patrióticas y aquellas que la consideraban una posibilidad de presentarse ante el mundo a partir de un afrancesamiento en sus métodos de elaboración y presentación. Un ejemplo de ello fueron los alimentos elaborados con masa de maíz, comúnmente llamados antojitos, cuando se convirtieron en tema de discusión en la prensa de la

Carlos Tello Díaz En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 27. Presentamos un extracto del libro Porfirio Díaz, su vida y su tiempo, de Carlos Tello Díaz, que la editorial Debate publicará próximamente. El 3 de mayo en la noche, día de nuestro arribo a Puebla, el general en jefe don Ignacio Zaragoza detuvo en su alojamiento a los generales que sucesivamente llegábamos a darle parte de las novedades del día y de la marcha, escribió Porfirio. Cuando nos habíamos reunido los generales don Ignacio Mejía, don Miguel Negrete, don Antonio Álvarez, don Francisco Lamadrid, don Felipe B. Berriozábal y yo, nos manifestó el general Zaragoza que la resistencia presentada hasta entonces era insignificante para una nación como México. Zaragoza tenía su cuartel en la iglesia de los Remedios, al este de la ciudad, por la salida del camino a Amozoc –una iglesia fortificada como todas, en

Gisela Moncada González Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM. En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 27. Terminada la guerra de Independencia las autoridades intentaron ordenar el comercio callejero en la capital. Había una necesidad recaudatoria del fisco pero también de generar espacios de confort para los habitantes. Los resultados no fueron los que se buscaban. La venta de alimentos en las calles de la ciudad de México ha sido una práctica común a lo largo de nuestra historia. La recurrencia de puestos en cada esquina procede no sólo de nuestra herencia colonial, sino prehispánica. ¿Dónde se fijaban los puestos? ¿Qué se vendía en ellos? ¿En qué horarios se instalaban? ¿Qué medidas empleaba la autoridad para regularlos? Son varias de las preguntas que este artículo trata de responder. Conviene precisar que a comienzos del siglo XIX, y desde antes, el comercio de alimentos en las calles de la

Pilar Baptista Lucio Universidad Panamericana En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 26. En una Austria tomada por los nazis, la científica judía no podía sobrevivir. Fue Albert Einstein quien la salvó de una muerte segura consiguiéndole trabajo en un México donde poco se hacía aún en investigación científica. Durante los seis años que permaneció en el IPN, poco pudo avanzar en su especialidad, la aplicación del método fotográfico para el registro de partículas nucleares. La actividad profesional en un área dominada por los hombres y con escasos recursos resultó compleja. Su contribución a la formación de investigadores en física ha sido su gran legado para el país. Marietta Blau es un talento desperdiciado en su país Albert Einstein a Francisco Castillo Nájera, 24 de junio de 1941 Pequeña de estatura, tímida, con mirada intensa e inteligente, son los adjetivos que coinciden en las descripciones de quienes

María Gabriela Aguirre Cristiani Universidad Autónoma Metropolitana, X. En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 26. El padre jesuita pasó algunos años en Europa, fortaleciendo su formación educativa y afrontando problemas de salud. Su regreso a México lo tomó por sorpresa, en un momento en que la actividad religiosa era perseguida por el gobierno de Calles. La convivencia con su colega John J. Druhan muestra la personalidad alegre, entusiasta y comprometida con sus creencias de un hombre que seis décadas después de su fusilamiento fue beatificado por el Vaticano. A finales de diciembre de 1924, en plenas fiestas navideñas, dos jesuitas iniciaron una corta pero significativa amistad cuyo punto de encuentro fue la casa de estudios de Maison St. Augustin, en Enghien, Bélgica. Se trataba del padre mexicano Miguel Agustín Pro y del estadunidense John J. Druhan. Siete años después de aquella fecha, con cierta dosis de

Harim Benjamín Gutiérrez Márquez Universidad Autónoma Metropolitana, X. En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 26. En momentos en que la primera guerra mundial entraba en la etapa de definiciones, Alemania planificó una jugada para evitar la confrontación con Estados Unidos. La idea involucraba a México y Japón, pero la intercepción y desencriptación de un telegrama enviado por el ministro del exterior alemán Arthur Zimmermann tiró toda la operación por la borda. Woodrow Wilson sí entró en guerra y Venustiano Carranza mantuvo su neutralidad filogermana. Era 1916. La primera guerra mundial desangraba a Europa. La alianza de Gran Bretaña, Francia, Rusia e Italia luchaba contra los imperios centrales: Alemania, Austria-Hungría y Turquía. Parecía que nadie podía lograr una victoria decisiva. En el mar, el imperio británico tenía una ventaja: su flota de guerra, la Royal Navy, la más grande y poderosa del mundo. Había bloqueado el paso

Alejandra García Vélez Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 26. La bicicleta recupera su lugar en estos días en ciudades atestadas de automóviles. Pero hace más de 130 años cuando llegó al país junto a la electricidad y el ferrocarril, como sinónimos de modernidad, también disputaba espacios en las calles y hasta con los transeúntes. La ciudad de México tuvo que poner orden con un reglamento para su uso y dispuso un impuesto. Los clubes de ciclistas contribuyeron a darle popularidad y aceptación. De las modas que nos llegan de París y Nueva York, hay una sin igual, que nos llama la atención. Son las bicicletas que transitan por Plateros y Colón, Y por ellas han olvidado la sombrilla y el bastón. Las bicicletas,niña hermosa,son las que andan por ahí. Ellas corren muy veloz igual que el ferrocarril, vámonos pa’ la Alameda con muchísimo

Norberto Nava Bonilla Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 26. Cinco hermanos Bravo dominaban una franja de tierras entre el Pacífico y Chilpancingo. Entrada la guerra con el imperio español se sumaron con recursos y espadas.También lo hicieron varios de sus hijos, entre los que destacaría Nicolás.Salieron victoriosos,aunque dos morirían fusilados y el poderío económico se diluiría. Nicolás Bravo tiene un lugar importante en la galería de los héroes patrios de México. Numerosas calles, escuelas, plazas cívicas y algunos poblados llevan su nombre a lo largo del país. Participó en muchos combates durante la revolución de independencia, pero quizá el episodio más recordado de su vida es cuando liberó a 300 soldados realistas sentenciados a muerte. No obstante, poco se sabe de su familia y de su importante participación en la lucha armada. El siguiente artículo aborda las actividades de la familia Bravo durante

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