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José Francisco Vera Pizaña Museo Militar de Aviación En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 55. En momentos en que la armada española era fuerte, emitir patentes de corso y mantener sitiados por tierra los puertos sobre el Caribe y el Pacífico fueron decisiones acertadas de la estrategia independentista para deponer al régimen monárquico. A 200 años de la consumación de la independencia, vale la pena repensar el lugar que ocupó la dimensión naval durante el desarrollo de este conflicto y al momento en que se conformó el primer imperio mexicano. En efecto, es necesario considerar que la guerra de independencia no fue, como generalmente se entiende, un proceso que pueda reducirse al desarrollo de las operaciones militares en tierra, pues el dominio del mar y de los enclaves portuarios tuvo un significado estratégico profundo para los diferentes protagonistas de este periodo. De esta visión de la

Rodrigo Sánchez Arce. Comité Técnico del Consejo Editorial de la Administración Pública del Estado de México En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 55. El liberal José María Luis Mora fue el primero en dar ribetes de heroína revolucionaria a esta mujer guanajuatense, esposa de Mariano Abasolo, a quien salvó del pelotón de fusilamiento y estuvo a su lado hasta que murió en prisión en Cádiz. Fue una crítica de los primeros tiempos insurgentes y advirtió de la traición de Ignacio Elizondo, que Hidalgo no quiso escuchar. El padre de la patria siempre tuvo una relación especial con las mujeres, la cual, por decir lo menos, fue ambivalente. En las biografías escritas por el historiador Carlos Herrejón sobre Miguel Hidalgo, se reflejan las dos caras de la misma moneda. Tomando el ejemplo de su comportamiento en Guadalajara, Herrejón dice, por una parte, que siendo “amigo de alternar

REVISTA COMPLETA EDITORIAL CORREO DEL LECTORARTÍCULOS Mito y memoria para explicar el presenteNancy Janet Tejeda Ruiz Un muro contra el movimiento estudiantilMario Virgilio Santiago Jiménez El cine. Medio siglo de gritos y susurrosJuncia Avilés La huella de 1968 en el teatro independienteJ. Carlos Domínguez Virgen Edecanes en las Olimpiadas. La cara propagandística de los juegosMaría José Garrido Asperó El papel clave de la diplomacia en la Olimpiada CulturalDiego Flores Olmedo DESDE HOY ¿Los jóvenes que dieron un vuelco a la historia? Denisse de Jesús Cejudo RamosTESTIMONIO Recuerdos de persecuciones, caminatas nocturnas y tanques de guerraAlberto del Castillo TroncosoARTE La identidad visual sobrevive al paso del tiempo Lorena Botello IbarraCUENTO El silencio y la furia Arturo GarmendiaENTREVISTA Poder y militancia Gustavo Díaz Ordaz y Heberto Castillo. Guadalupe Villa G.SEPIA PinesDarío Fritz

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 53. En septiembre de 1910, los organizadores de las fiestas conmemorativas del centenario de la independencia hallaron el clon de Agustín de Iturbide y su caballo oscuro, tal como las pinturas presentaron al controvertido militar originario de Valladolid. El Iturbide de la foto, más bisoño que el original –el día de la proclamación de la independencia Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu cumplía 38 años– acierta en su barba mutton chops que da esa gracia de época, aunque quizá el cabello corto militar no acusara recibo comparado con el hombre que a la cabeza de varios miles de soldados llegaba a la ciudad de México, después de meses de atravesar caminos polvorientos y bajar cerros arriba de un caballo. Uno esperaría que el líder avanzara fulgurante de felicidad por esas calles, ahora de cemento, alzando su birrete –tan bien

Ana Martha Arroyo Alcántara Facultad de Filosofía y Letras-UNAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 53. Cuando fue capturado por las fuerzas del virrey, en marzo de 1821, el capitán José María Portilla, de 23 años, era muy cercano a Iturbide. En su confesión, entrega información relevante que de todos modos no afectaría la marcha emancipadora. El capitán Portilla recibió la orden de partir a la ciudad de México para entregar una muy variada documentación de oficiales y jefes trigarantes, además de correspondencia personal del propio Iturbide. Así, marchó con un oficio sobre el plan de independencia destinado al virrey Juan Ruiz de Apodaca, conde del Venadito, y con una curiosa carta “íntima” dirigida a la famosa Güera Rodríguez. Las respuestas del interrogado dejan ver el intenso entusiasmo que se desató en Iguala durante la lectura pública –realizada por el declarante– del plan de independencia y

Ana SuárezInstituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 53. La mente de Agustina vuelve a su fantasía, esa que en la medida en que ha sentido su casa vacía, su mesa solitaria, sus noches demasiado tranquilas, cultiva más: de haber estado en sus manos, ella habría puesto al emperador en guardia, lo habría salvado. Es 19 de julio, la misa concluyó. Agustina se despide de los miembros de la liga iturbidista, a la pregunta por Rodrigo, estudia ahora, pretextó. Atraviesa la nave lateral y entra en la capilla, que siente como su hogar, como este debiera ser. Sus ojos recorren los objetos que le rodean y percibe la paz y seguridad que le da saber que nada ha cambiado, que todo continúa igual. Y recuerda su primera visita, hace más de un cuarto de siglo, cómo podrá olvidarlo; su abuelo la trajo a la ciudad

Gustavo Pérez Rodríguez Seminario de Historia Militar y Naval En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 53. Los intérpretes políticos de la historia quitaron a Agustín de Iturbide y Arámburu el crédito de consumador de la independencia, para ubicarlo en el espacio singular de los villanos. La pintura que aquí se analiza, sin embargo, lo presenta al lado de Miguel Hidalgo y Costilla como uno de los libertadores: Hidalgo porque inició la rebelión emancipadora e Iturbide porque logró concluirla. En este bicentenario de la consumación de la independencia mexicana se sigue debatiendo acerca de la supremacía del inicio de aquella revolución por sobre la forma en que esta concluyó. Por ello, resulta difícil que el tradicionalmente llamado “Padre la Patria” pudiera aparecer en una mención o representación conmemorativa al lado de uno de los considerados “villanos” de nuestra historia, aun y cuando este haya sido nada menos

Laura Suárez de la Torre Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 53. Antes de regresar de su breve exilio europeo, Agustín de Iturbide redacta un manifiesto político en el que se defiende y justifica, y da su versión de los días conflictivos que siguieron a la consumación de la independencia. La escritura de esas memorias quedó como un testimonio personal que permite ver su interpretación de momentos definitivos de la historia de México, aunque no le servirían, según su intención, para reinsertarse en la nueva vida política del país. Fue vitoreado emperador y, tiempo después, acusado de abusar del poder durante su corto imperio. A los aplausos y reconocimientos de otros momentos, le siguieron las críticas a su desempeño autoritario y los alzamientos en su contra. Más tardó en jurar como emperador que en verse envuelto en la intriga y el contubernio. Al ceñirse

Graciela de Garay Arellano Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 53. El hambre, la miseria y las enfermedades fueron los motivos principales de las numerosas pérdidas humanas antes y durante las guerras de independencia en México. Por entonces, hubo epidemias de influenza, viruela, tifo y fiebre amarilla. En 2021, la pandemia del coronavirus preocupa por las consecuencias económicas y políticas; en tanto, la utilización de espacios públicos y privados abre el debate sobre el diseño de la vivienda como un lugar adecuado para evitar su propagación. Filósofos y científicos sociales discuten si la pandemia del COVID-19 es o no un acontecimiento histórico. Quienes creen que sí, aseguran que es algo nuevo y revolucionario, la distinguen como una ruptura instauradora que transformará radicalmente a la sociedad; otros niegan su novedad e insisten en que epidemias y pandemias siempre han existido. Sea de esto lo que

Joaquín E. Espinosa AguirreDoctorado en Historia Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 53. Durante muchos años el título de paternidad de la patria lo habían compartido Hidalgo e Iturbide. Pero en los festejos por el centenario del proceso de independencia de 1910 y 1921 se consumó, en gobiernos tan disímiles como los de Porfirio Díaz y Álvaro Obregón, el destierro del militar del lugar de los hombres ilustres entre los héroes de la gesta de emancipación. El año 1921 determinó el final de una de las más complicadas relaciones dentro de la historia patria: la de Agustín de Iturbide y los mexicanos. Si bien durante el siglo XIX su figura histórica había coexistido con la del resto de los héroes nacionales –Miguel Hidalgo, principalmente–, sería en las celebraciones que llevaron a cabo Porfirio Díaz en 1910 y Álvaro Obregón

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