El contrabando de armas villista durante la campaña constitucionalista, 1913-1914

El contrabando de armas villista durante la campaña constitucionalista, 1913-1914

Ary Ezra Lagunes Haas
Facultad de Estudios Superiores Acatlán – UNAM

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 66

Los agentes de Pancho Villa destinados a obtener el abastecimiento de armamento para enfrentar al ejército federal tuvieron que hacer grandes malabares, apoyados en los contrabandistas, para ingresar por la frontera el equipamiento en momentos en que regía el embargo estadunidense.

El conflicto revolucionario mexicano fue un gran negocio para la industria armamentista de principios del siglo xx. De Estados Unidos, Alemania, Austria, Suiza, Bélgica, Inglaterra, Francia, España y Japón provinieron el aprovisionamiento de armamento, municiones y diferentes equipos destinados al ejército federal y a las facciones revolucionarias. Si ambas partes recurrían a las importaciones, surge una pregunta relevante: ¿por qué tenían la necesidad de hacerlo así? Una primera respuesta precisa que por entonces no existía en México una industria que fabricara armamento y municiones a gran escala. Es entendible que los diferentes ejércitos en el conflicto revolucionario, dependientes del suministro de Estados Unidos, se vieran muy afectados por los embargos llevados a cabo en diferentes momentos por los presidentes William Howard Taft y Woodrow Wilson. También, hasta cierto punto, explica el motivo por el cual el entonces presidente Victoriano Huerta recurriera a potencias de Europa y de Asia como opciones viables de compras a gran escala.

La capacidad de organización y liderazgo que le permitieron a Pancho Villa asumir el mando total de la División del Norte fueron el resultado de un cúmulo de experiencias adquiridas durante su participación en las campañas maderista y orozquista y, por lo tanto, le facilitaron combatir de manera profesional durante la campaña constitucionalista. A través del contrabando y la compra masiva de armamento y municiones, entre otros elementos de guerra, adquirió un poder militar, económico y de autonomía para su división, en comparación con otras divisiones del ejército constitucionalista dirigido por Venustiano Carranza.

Dos aspectos relevantes para tener en cuenta. El primero es que el contrabando fue una actividad de guerra desarrollada por Francisco Villa –al igual que por otros jefes revolucionarios y federales– para adquirir en el exterior recursos bélicos modernos y con ellos equipar a las brigadas de la División del Norte. Cuando el gobierno de Estados Unidos prohibió la exportación de armas y municiones hacia México, los diferentes grupos combatientes pudieron comprarlos a diferentes empresas, pero no importarlas legalmente hacia México. Si lo hacían, se arriesgaban a que los cargamentos fueran decomisados antes de cruzar la frontera por autoridades militares competentes, agentes del Buró de Investigaciones o del servicio consular mexicano. Tenían entonces que acudir al contrabando.

El segundo aspecto es que la práctica del robo por parte de los revolucionarios tuvo como objetivo principal apoderarse de recursos militares diversos y en condiciones óptimas de su adversario. Así, incrementaban su propio arsenal y suplían momentáneamente, y de manera eficaz, la necesidad del suministro desde Estados Unidos, impedido por el embargo vigente. Con los elementos capturados contaban con mejores y mayores posibilidades para combatir al ejército federal huertista, una milicia profesional estructurada, organizada y con medios de combate superiores a los suyos. Sin embargo, esta forma de aprovisionarse fue también empleada por el ejército federal.

Las compras de Pancho Villa

Francisco Villa permaneció algunos meses en El Paso, Texas, a principios de 1913, pero tras tener conocimiento de los sucesos de la Decena Trágica a finales de febrero, en los que sus queridos amigos, el gobernador de Chihuahua, Abraham González, y el presidente Francisco I. Madero, fueron asesinados a sangre fría, emprendió el regreso con el objetivo de combatir al ejército federal y al usurpador Victoriano Huerta. Una vez en la entidad, con el apoyo de un pequeño grupo de hombres, emprendió en marzo una nueva campaña militar, que se extendió por alrededor de diez meses y culminó con la victoria de la División del Norte en la batalla de Ojinaga, a principios de enero de 1914. Villa atacó diferentes zonas del norte de Chihuahua durante ese tiempo, con un sentido estratégico, al dominar regiones cercanas a la frontera, como Palomas y la Ascensión, sus agentes especiales tuvieron la posibilidad de comprar rifles y municiones en Columbus, Nuevo México, de manera continua, y así contrabandearlas hacia el campamento general villista en la Ascensión. De acuerdo con el reporte del agente consular Miguel E. Diebold, entre finales de junio y gran parte de julio, el Centauro del Norte esperó ahí refuerzos procedentes de Sonora para atacar a la guarnición del ejército federal que defendía Ciudad Juárez y capturar esta importante ciudad limítrofe. Sus tropas disponían de diferente armamento, si bien insuficiente, como rifles Winchester y máuser, además de dos costales con aproximadamente 2 000 municiones de reserva de distintos calibres para los rifles y pistolas. Respecto a los recursos monetarios eran pocos los que tenían y estaban sobre todo destinados para la compra de equipos militares. La escasez era tal que las tropas de la brigada fabricaron sus propias bombas explosivas con piezas de cuero de res, pedazos de hierro, piedras y dinamita.

Captura de Torreón y Ciudad Juárez

Tras el surgimiento de la División del Norte a finales de septiembre de 1913, su primera misión de importancia fue atacar la ciudad de Torreón, con el objetivo de capturarla e impedir que la División del Norte Federal guarnecida en Chihuahua recibiera refuerzos y recursos militares procedentes del centro del país. Torreón era un punto estratégico por sus amplios medios económicos que contribuyeron e impulsaron la campaña bélica villista, a su vez era un centro de elementos de guerra pues la División del Nazas del ejército federal huertista poseía una importante sección de artillería pesada, proyectiles, variedad de armas, municiones, trenes y diversos equipos militares. Tras la caída de la ciudad ante las distintas brigadas de la División del Norte el 1 de octubre, todos estos elementos quedaron en su poder, con lo cual Villa aseguró su campaña para atacar a la División del Norte Federal.

Es relevante señalar que, a raíz de la caída de Torreón, Villa conoció al empresario Lázaro de la Garza, quien se comprometió a reunir la suma de 1 000 000 de pesos, mediante préstamos forzosos aplicados a hombres de negocios e instituciones bancarias nacionales y extranjeras y destinar todo el dinero a sus operaciones militares. El Centauro del Norte lo designó desde entonces como agente financiero de la División del Norte y sus principales funciones eran vender las pacas de algodón y el ganado que Villa decomisaba en diferentes regiones, administrar metódicamente los recursos económicos que obtenía por la venta de estos productos y negociar con diferentes empresas estadunidenses para comprar diversos equipos bélicos.

En términos militares, al inicio de la campaña, Villa no poseía una base directa de aprovisionamiento de elementos de combate, por lo cual fue indispensable que primero se apoderara de Ciudad Juárez, lo cual llevó a cabo en la madrugada del 15 de noviembre de 1913 mediante un ataque sorpresivo y coordinado con los generales de las brigadas de la División del Norte. Esto favoreció y aceleró el proceso para que sus agentes compraran armamento y municiones y para que, a su vez, contratasen los servicios de contrabandistas.

Al hacerse dueño de la principal aduana limítrofe del norte del país, Villa estuvo en posición de controlar la circulación de las diferentes mercancías que sus agentes exportaban e importaban de distintos puntos de México y Estados Unidos. Tuvo también fácil acceso a los principales establecimientos comerciales situados en El Paso, Texas, como Shelton-Payne Arms Company y Krakauer, Zork y Moye, que vendieron a sus agentes diferentes diversos elementos militares. Aquí es importante insistir en que estas dos compañías no eran fabricantes de armamento ni de municiones, sino comerciantes de productos diferentes. Fueron muy importantes para el villismo, entre finales de 1913 y los primeros meses de 1914. Suministraron las armas y municiones que la División del Norte necesitaba para combatir y avanzar. Asimismo, estas empresas compraban armamento y municiones a fabricantes como la Colt’s Patent Fire Arms Manufacturing Company. Por otro lado, la casa comercial Hayman Krupp Company, establecida en El Paso, Texas, vendió uniformes, sombreros, ropa y botas a los agentes de Villa.

Fin del embargo

Mientras el embargo estadunidense se mantuvo vigente a los agentes villistas les resultó muy complicado concretar negociaciones con las principales fábricas de la industria militar de Estados Unidos, situadas en ciudades como Nueva York, East Alton, New Haven, Hartford y Cincinnati. No obstante, lograron arreglárselas para adquirir el armamento y las municiones indispensables y pagar el transporte para el traslado hasta El Paso y desde ahí hacia Chihuahua. Sin embargo, la operación logística exigía, para ser completada, la contratación de los contrabandistas, quienes buscaban diversas formas de enviar e introducir el armamento y las municiones hasta el cuartel general del Centauro del Norte.

Empero, cuando el presidente Woodrow Wilson dispuso el revocamiento del embargo a principios de febrero de 1914, el flujo de armamento, municiones y otros equipos de campaña que necesitaban con prontitud los ejércitos combatientes se modificó por completo. Para ejemplificar lo anterior, en el transcurso del siguiente mes de marzo, Lázaro de la Garza compró a la Colt’s Patent Fire Arms Manufacturing Company cinco ametralladoras calibre 30/40 y diez más con calibre de siete milímetros y las envió a las líneas de abastecimiento militar de la División del Norte.

De tal manera, al legalizarse las importaciones de armas y municiones, estas se incrementaron, lo cual, su vez, impulsó el avance de las distintas divisiones del Ejército Constitucionalista hacia el centro del país y principalmente la acometida incontenible de la División del Norte. Se comenzó una campaña ofensiva, en la que se enfrentaron al ejército federal en diferentes batallas de gran magnitud y decisivas para su triunfo como lo fue Zacatecas.

Finalmente, el desarrollo del conflicto revolucionario, al igual que el desenlace de las diferentes batallas de gran magnitud, no habrían sucedido tal y como acontecieron si no hubiera existido el aprovisionamiento externo de armamento, municiones, provisiones de primera necesidad, medicamentos y otros elementos importantes que necesitaban con prontitud. Las facciones que combatían en los distintos frentes de batalla en operaciones de desgaste y a su vez de avance para dominar lugares estratégicos desarrollaron una guerra profesional sin tener fábricas de armamento y municiones ni una industria militar nacional especializada en la creación de recursos bélicos, gracias a la captura y aprovisionamiento en el exterior.

PARA SABER MÁS

  • Harris, charles H. y Sadler, Louis R., The Secret War in El Paso: Mexican Revolutionary Intrigue, 1906-1920, Estados Unidos, University of New Mexico Press, 2009.
  • Katz, Friederich, La guerra secreta en México, Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, México, Era, 2000.
  • Katz, Friederich, Pancho Villa. Tomo I  y Tomo II, México, Era, 2007.
  • Raat, William Dirk, “The Mexican Revolution in the United States”, Mexico and the United States, Estados Unidos, The University of Georgia Press, 2010, pp. 114-137.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *