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Sobre una extensiA?n de 141,000 metros cuadrados, perteneciente a la antigua Hacienda de La CastaAi??eda, se edificA? en 1910 un manicomio de grandes dimensiones

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Mariano Azuela, mAi??dico de profesiA?n, simpatizante de Madero y despuAi??s villista, ocupa uno de los sitios mA?s importantes dentro de la narrativa mexicana.

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Una maAi??ana luminosa de abril de 1812, un barco llegA? de EspaAi??a al puerto de Veracruz. El recibimiento corrAi??a por parte de la Guardia Real y espaAi??oles notables en espera de noticias, A?rdenes y sobre todo de armamento para hacer frente a los motines insurgentes que se sucedAi??an en diferentes puntos.

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En su trA?nsito de la polAi??tica a la vida cotidiana, del hecho histA?rico al suceder deportivo, de lo colectivo a lo individual, esta publicaciA?n continA?a enriqueciendo nuestra percepciA?n de MAi??xico.

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Luego del show de las celebraciones patriA?ticas bi-centenarias, la indagaciA?n de la Historia continA?a con seriedad en publicaciones como esta revista trimestral, cuya undAi??cima entrega explora aspectos del ai???entretenimientoai??? durante el siglo XIX y los aAi??os del Porfiriato

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Tres aventuras centrales rigen esta entrega. La primera indaga en la discriminaciA?n: la presencia de afronovohispanos en la lucha independentista, La Casa del Estudiante IndAi??gena de los aAi??os veinte-treinta y la marginaciA?n por analfabetismo.

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El fragmento que reproducimos a continuaciA?n expresa de excelente forma la efervescencia que se viviA? en el Distrito Federal los dAi??as previos a la renuncia de Porfirio DAi??az. Procede del ai???Magazine Para Todosai??? del diario El Universal, del 10 de noviembre de 1929. Su autor, Octavio Paz SolA?rzano, era hijo de don Ireneo Paz.

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Casi de inmediato, esta modalidad de la pelota vasca ganA? aficiA?n en nuestro paAi??s por la rapidez con que la xistera o cesta moderna lanzaba la pelota contra la pared, exigiendo al pelotari gran agilidad fAi??sica y mental.

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Los monumentos a personajes pA?blicos se multiplicaron en las grandes capitales europeas desde mediados del siglo XIX. Ya no se trataba mA?s de venerar a los santos o de hacer honores a la figura del monarca, sino de exaltar los valores ciudadanos del varA?n virtuoso.

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