Editorial #67

Editorial #67

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 67.

Carmen Serdán Alatriste fue de esas mujeres que de niña dejaba en claro su lugar en el mundo. Ya sea por la temprana edad en la que perdió a su padre a los siete años y tuvo que apoyar a su madre en la crianza de tres hermanos menores, el legado indomable de ese padre –militar y gobernador, fusilado durante la segunda intervención francesa–, por las lecturas de los autores del socialismo utópico que bajaba de los estantes de la biblioteca de la casa poblana y otros que fueron alimentando curiosidad y conocimiento en la juventud y adultez, por el descubrimiento de mujeres como ella, comprometidas con abrirse paso en una sociedad patriarcal, o por el estallido del movimiento maderista en 1909, Serdán Alatriste fue madurando una personalidad que la hizo una mujer ilustre de la revolución y de los tiempos complejos que le siguieron.

Así como reunió mujeres de la burguesía poblana para promover el maderismo, arengó multitudes, organizó mítines de apoyo a la causa de la democracia, recolectó dinero en el sur estadunidense y México, escribió proclamas y discursos, pintó paredes y pegó periódicos en las bardas, fue una militante comprometida, muy lejos de lo que era socialmente aceptado para una mujer en aquellos momentos. Sagaz conspiradora contra el porfirismo, al igual que toda la familia –llegó a adoptar un alias masculino–, desplegó su valentía en la defensa de su casa al estallido de la insurrección, armada, herida y luego capturada junto a su madre y hermana, en el día en que su hermano Aquiles perdió la vida. Acabados los tiempos revolucionarios el movimiento por el voto de la mujer la tuvo como una de sus principales promotoras, aunque no llegaría a verla concretada en 1955 –murió siete años antes.

La vida arriesgada y comprometida de Carmen Serdán Alatriste por su país, ofrece motivos sobrados para dar luz a la portada de esta edición de la revista. Los reclamos por los derechos de la mujer que enarboló como parte de los momentos más complejos del país –también ocupan las páginas de esta edición la vida de la escritora y bailarina Nelly Campobello, relatada por ella misma–, todavía siguen requiriendo de personajes como Serdán Alatriste que desde el anonimato o la visibilidad construyen un mundo de igualdades, aunque por el momento inacabado.

De eso nos habla justamente Diana Guillén Rodríguez en el ensayo que analiza los avances en siete décadas de la incorporación de la mujer a puestos de decisión en el Estado, en tiempos en que una mujer ha accedido por primera vez a la presidencia del país. De manera paulatina, dice, se han abierto “las puertas de acceso a cargos con potencial para impulsar transformaciones”. Aun así son insuficientes. Las vías institucionales y el activismo feminista –considera–, necesitan actuar en conjunto para caminar hacia esa igualdad postergada.

Otros momentos azarosos que han marcado nuestra historia y que desmenuzamos aquí se remontan a distintos periodos como el marzo de 1858, cuando Benito Juárez, instalado en Guadalajara como presidente interino, junto con su gabinete, resiste a la sorpresiva asonada del coronel Antonio Landa, en lo que sería los inicios de la guerra de Reforma en Jalisco. ¿Qué fuerzas militares y circunstancias se dieron para que aquello pronto fuera controlado y Juárez no perdiera la vida? Aquí diseccionamos esos días de traiciones.

Las luchas fratricidas nos llevan también a Jalisco y algunas zonas del Bajío donde se desató la guerra entre católicos y el Estado mexicano por la Ley Calles de 1926. Analizamos qué fue de los maestros, las víctimas entre dos fuegos durante la guerra cristera. Más de 250 de ellos murieron a merced del odio de ambos bandos.

Regresamos en esta edición a observar otra de las aristas que tuvo la vida de Francisco Pancho Villa: la persecución en 1916 del ejército estadunidense luego de atacar e incendiar a la población de Columbus, Nuevo México. Si la incursión villista sigue siendo motivo de debate, también lo es la intención del presidente Woodrow Wilson de enviar tropas a Chihuahua para capturarlo. Estuvieron cerca de lograrlo, pero luego se retiraron del territorio mexicano. En todo el entramado de aquellos días, que incluyó enfrentamientos con soldados mexicanos, ha surgido una nueva tesis: Wilson sólo pretendía tranquilizar a los sectores políticos estadunidenses más belicistas. Su mirada estaba en realidad en Europa y en cómo ser parte de la primera guerra mundial.

Los textos descritos no son los únicos que te acompañarán en la lectura de este BiCentenario. Sólo queda seguir explorando la curiosidad. Hasta la próxima.

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