Archivo de la categoría: Revista por número

Eulalia Ribera Carbó Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm.  20. Cuando en 1592 se iniciaron los trabajos de jardines en lo que hoy es la Alameda capitalina, los anegamientos eran una constante. El ganado compartía el lugar con un tianguis. Durante décadas formó parte del esplendor del virreinato, el Porfiriato lo hizo uno de sus símbolos y en el último siglo los remozamientos fueron a la par de la estética de los momentos políticos. El jardín de la Alameda Central de la ciudad de México fue reabierto el 26 de noviembre de 2012 para gozo de los paseantes, con el anuncio de que, luego de ocho meses de haberle sometido a intensos trabajos de remodelación y limpieza, los mexicanos recobrábamos parte de nuestra historia. Lo cierto es que, más que recobrarla, esta última actuación en la Alameda escribió

Miguel Ángel Castro Instituto de Investigaciones Bibliográficas, UNAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm.  20. México en el año 1970 fue la segunda obra de ciencia ficción que recoge la literatura mexicana. Escrita hace 169 años, sus dos personajes hablan de una ciudad culta de 800 000 habitantes, un mundo de profesionales calificados, calles iluminadas, justicia impoluta y una paz construida con base al combate a la corrupción de los funcionarios públicos. Presentamos el cuento escrito bajo el seudónimo de Fósforos. Vale recordar el éxito editorial que tuvieron hacia finales del siglo XIX las obras de Julio Verne y, más tarde, las de H. G. Wells, que contribuyeron, sin duda, a que fueran consideradas lecturas de entretenimiento provechoso, sobre todo para los jóvenes, y le confirieron a las aventuras científicas, sin proponérselo tal vez, un lugar destacado y propio en la cultura escrita al arranque del

Laura Suárez de la Torre Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm.  20. A los 13 años supo que quería labrar su propio futuro. Dejó el campo para en poco tiempo llegar al D.F. y ganarse la vida. Primero fue modelo para bodas en una tienda hasta que Frida Kahlo la recomendó para posar. Aprendió a pintar junto a sus maestros y se ganó un lugar entre ellos. Aquí relata pasajes de aquellos tiempos de esfuerzos y alegrías. Nunca se imagina uno lo que existe detrás de un cuadro y menos aún saber quién pudo servir de modelo para que los grandes pintores aprendieran a dibujar o a recrear la figura humana. Precisamente de esto se trata esta entrevista que realicé a Julia LA?pez en 2012. Allí platica cómo una chica de campo, nacida en 1936, dejó su pueblo y su familia para asentarse en

Guadalupe Villa Instituto Mora Motivo de regocijo es entregar a nuestros lectores el número 20 de la revista BiCentenario. Veinte se dice rápido y aunque no sean años, como los evocados en el tango de Carlos Gardel, cada tiraje tiene su propia historia y conserva el sello de un proyecto editorial novedoso de divulgación para el gran público. Nosotros no tenemos miedo del encuentro con el pasado que vuelve, por el contrario traer el pasado al presente es, ha sido y será tarea de nuestros colaboradores, empñados en hacer que la historia se conozca de manera placentera a través de textos interesantes, cortos, ágiles y de buena pluma. Desde el primer número, junio de 2008, nos ocupamos y preocupamos por hacer de nuestra revista una publicación con fuerte impacto social, distintiva del Instituto Mora. En BiCentenario hemos contado con el apoyo de renombrados historiadores y colegas de ciencias sociales, cronistas

REVISTA COMPLETA EDITORIAL CORREO DEL LECTOR ARTÍCULOS El botánico de Nueva España, José Mariano MociñoRodrigo Méndez Hernández Bernardo Gutiérrez de Lara y su experimento republicanoJesús Hernández Jaimes Símbolos, ceremoniales y fiestas de palacio durante el Segundo Imperio MexicanoCarlos de Jesús Becerril Hernández La muerte niña en la fotografía de Romualdo GarcíaJosé Luis Gómez Los retratos del general y la imagen del presidenteRoberto Fernández Castro Adolfo López Mateos exhuma a MaderoHarim Benjamín Gutiérrez Márquez DESDE HOY Al acecho de La BestiaCecilia Suárez Trueba DESDE AYER Alameda Central de la Ciudad de MéxicoEulalia Ribera Carbó TESTIMONIO Los primeros pasos de la ciencia ficción mexicanaMiguel Ángel Castro ARTE Hermenegildo Bustos. El nevero que retrataba a su puebloAmarata Hernández Rodríguez CUENTO Víctor, la otra cara del 68Javier Rico Moreno ENTREVISTA La modelo que deslumbraba a pintores y escultoresLaura Suárez de la Torre SEPIA Alas de livertadDarío Fritz PAGL fecit primavera 2025

Amaranta Hernández Rodríguez Facultad de Filosofía y Letras, UNAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm.  20. La obra del pintor guanajuatense fue descubierta algunas décadas después de fallecido. Autodidacta, de profundas raíces campesinas, su vida meticulosa la trasladó a la pintura en retratos que han recorrido el mundo. José Hermenegildo de la Luz Bustos Hernández, mejor conocido como Hermenegildo Bustos, nació el 13 de abril de 1832 en Purísima del Rincón, un pueblo ubicado al oeste del estado de Guanajuato, habitado en su mayoría por otomíes como él, quienes vivían principalmente de la agricultura, la alfarería, la elaboración de mantas de algodón, sombreros de lana y de palma. Era un pueblo de tintes liberales, que si bien se involucró poco en las luchas armadas que entonces dividían al país, se precia de haber albergado a personalidades como Benito Juárez, quien, hacia 1858, en plena guerra de

Javier Rico Moreno Facultad de Filosofía y Letras, UNAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 20. En el año que marcó un quiebre para el sistema político mexicano el de las luchas estudiantes, la democracia como estandarte, el amanecer del rock y las Olimpiadas como máscara, hubo otros jóvenes olvidados a los que la prosperidad evitó, Quijotes de la calle, bohemios, habitantes de múltiples oficios, rebeldes de la vida. Desde niño te gustó jugar con fuego. Una tarde, mientras las nubes blancas hacían más apacible la tarde de Tlalpan, Lucía me contó cómo había terminado aquella intrépida aventura de pirotecnia infantil a la que te lanzaste con Josefina. Aunque era dos años mayor que tú, a Josefina se le llenaron los ojos de espanto cuando vio tus manos de Prometeo mortal en llamas; entonces te llevó a jalones hasta el lavadero de piedra y te hizo

Gerardo Gurza Lavalle / Instituto Mora BiCentenario # 8 Las guerras siempre cambian la vida de la gente. En la mayoría de los casos, las más afectadas son las poblaciones directamente involucradas en el conflicto. Sin embargo, los choques armados muchas veces tienen repercusiones capaces de alterar la forma de vida de poblaciones situadas a una distancia lejana de los lugares donde luchan los ejércitos. Eso fue lo que sucedió en Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas durante la Guerra Civil en Estados Unidos (1861-1865). Es bien sabido que los estados del norte y del sur de la Unión americana libraron una guerra larga y sangrienta en torno al problema de la esclavitud, pero el hecho de que este conflicto afectara tan hondo la región noreste de México es menos conocido. La lucha entre el Sur esclavista y el Norte libre empezó en abril de 1861. En noviembre del año anterior,

Requel Alfonseca Arredondo / Facultad de Filosofía y Letras, UNAM Revista BiCentenario #19 La historia de las ascensiones aerostáticas ha producido aventuras plagadas de excentricidades, desde propuestas para adiestrar águilas y usarlas a manera de cuadrillas de caballos, hasta globos construidos con grandes remos y timón simulando un barco. También se dio el caso de un duelo en el aire, cuando en el París de 1808 dos caballeros decidieron terminar con sus diferencias enfrentándose cada quien en su aeróstato. El lance consistía en reventar con la espada el globo del contrincante, como efectivamente sucedió, ya que el perdedor cayó desde una gran altura matándose en el acto. ¿Quién no ha soñado alguna vez que vuela movido por el impulso de sus brazos? El ser humano históricamente ha intentado dominar su entorno, sin embargo el cielo, con su calidad etérea, se lo negó por mucho tiempo. La búsqueda de respuestas a

Víctor Villavicencio Navarro / Facultad de Filosofía y Letras, UNAM Revista BiCentenario #19 Durante el otoño de 1861, José Manuel Hidalgo y Esnaurrízar se encontraba acomodado plácidamente dentro de la alta sociedad de la capital francesa. Para entonces, habían pasado poco más de trece años desde que abandonó México, tras haber sido incorporado al servicio exterior como recompensa a su participación en la batalla del convento de Santa María de Churubusco, donde, según el presidente Manuel de la Peña y Peña, prestó “desinteresados servicios en la guardia nacional”, batiéndose con valor y bizarría frente a las tropas invasoras estadounidenses en aquel lejano 1847. Comenzó entonces una larga carrera diplomática, que se caracterizaría en buena medida por la fortuna y la casualidad. “- ¿A dónde tan de prisa, paisano? -Voy en busca de una nueva patria…” Caricatura de Escalante en La Orquesta, 1866. Su primer nombramiento fue el de secretario en

790/988