Una familia de hacendados que dio su vida por la independencia

Una familia de hacendados que dio su vida por la independencia

Norberto Nava Bonilla
Instituto Mora

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 26.


Cinco hermanos Bravo dominaban una franja de tierras entre el Pacífico y Chilpancingo. Entrada la guerra con el imperio español se sumaron con recursos y espadas.También lo hicieron varios de sus hijos, entre los que destacaría Nicolás.Salieron victoriosos,aunque dos morirían fusilados y el poderío económico se diluiría.

Natal Pesado, Nicolás Bravo perdona a los prisioneros realistas, 1892 Palacio Nacional (800x502)
Natal Pesado, Nicolás Bravo perdona a los prisioneros realistas 1897, óleo sobre tela. Conservaduría de Palacio Nacional, SHCP.

Nicolás Bravo tiene un lugar importante en la galería de los héroes patrios de México. Numerosas calles, escuelas, plazas cívicas y algunos poblados llevan su nombre a lo largo del país. Participó en muchos combates durante la revolución de independencia, pero quizá el episodio más recordado de su vida es cuando liberó a 300 soldados realistas sentenciados a muerte. No obstante, poco se sabe de su familia y de su importante participación en la lucha armada. El siguiente artículo aborda las actividades de la familia Bravo durante este periodo histórico, lo difícil de sus decisiones y el precio que pagaron por seguir al cura José María Morelos.

El punto de partida es la hacienda de Chichihualco, ubicada a 35 kilómetros de Chilpancingo, actual capital del estado de Guerrero. Esta era una zona importante para los comerciantes durante el virreinato, por ahí pasaba el Camino Real México-Acapulco que transportaba productos provenientes de Asia. A finales del siglo XVIII, la hacienda era propiedad de los hermanos Bravo: Leonardo, Miguel, Víctor, Máximo y Casimiro, hijos de españoles arribados a Nueva España en la década de 1750.

Casa de Nicolas Bravo
Casona Bravo, antigua hacienda de la familia Bravo, Chichihualco, Guerrero,ca. 1920. Centro INAH, Guerrero. CONACULTA-INAH-MEX. Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Comerciantes acaudalados, los hermanos Bravo eran dirigidos por Leonardo, el mayor, quien administraba y vivía en la hacienda. Su producción principal estaba en el ganado y la caña de azúcar, pero además comerciaban con el algodón y algunos productos que adquirían en la ciudad de México. Además, eran dueños de varias tierras que se encontraban en los poblados de Chilpancingo y Tixtla. Sus negocios iban desde las costas del Pacífico hasta la capital novohispana, situación que los hizo crear vínculos con políticos, comerciantes, arrieros, propietarios y religiosos. Los hermanos Bravo, a excepción de Máximo, se enlistaron en el Regimiento de Infantería Provincial de la Costa Sur hacia 1781; debido a esto, asumían la obligación de defender a la corona en tiempos de guerra. La milicia les ofreció la ventaja del fuero militar y consideraciones por parte del gobierno. Por ejemplo, se les censaba como españoles a pesar de haber nacido en Nueva España. Al poco tiempo obtuvieron grados militares que les daban el beneficio de uniformar y dirigir sus propias tropas, compuestas por los propios trabajadores y familiares.

La familia Bravo mantenía buenos tratos no sólo con gente importante de su localidad sino con sus jornaleros, lo cual ayudó a que su economía se mantuviera estable y su situación, en general, fuera de bienestar. Este es un caso interesante, pues contradice la idea común de que muchos criollos, resentidos con el gobierno novohispano, se unieron al movimiento insurgente para compensar agravios hechos por los españoles. Si bien no podemos asegurar que los Bravo lo hubieran sufrido, tampoco parece que sus enemistades o resentimientos les impidieran el crecimiento económico.

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