Las piedras azules que cayeron del cielo Distintas miradas a la rebelión chamula de 1868-1869

Las piedras azules que cayeron del cielo Distintas miradas a la rebelión chamula de 1868-1869
Elizabeth Balladares Gómez / UAM-I
Revista BiCentenario #7

El cielo de Chiapas se encontraba cargado de nubes oscuras y presagios. Era el año de 1868 cuando el cielo arrojó tres piedras sobre Tzajalhemel, un paraje cercano al pueblo tzotzil de San Juan Chamula. Los indios tomaron las piedras por dioses, en cuyo honor ofrendaron un Cristo indio; hechizados por las revelaciones de estas piedras-dioses, desencadenaron su odio sobre los habitantes de San Cristóbal, marcando el comienzo de la llamada guerra de castas.

San CristA?bal de las Casas

Este relato se perpetuó en el tiempo y los corazones de los habitantes de la región de los Altos de Chiapas y distintos estudiosos del tema se basaron en él para la reconstrucción de esta historia, pero algunas voces de tiempos recientes la han desmitificado a partir del escrutinio cuidadoso de las fuentes de ese tiempo y nos ofrecen otra mirada de la guerra de castas, situándola en el contexto regional, mostrando que se halla inscrita en los procesos políticos de la nación mexicana que buscaba construirse después de la independencia, periodo en que las distintas facciones políticas y las leyes esgrimidas desde el centro hicieron posible el culto de Tzajalhemel y sus consecuencias que a continuación se narran.

La mirada en el momento

En Tzajalhemel, la indígena Agustina Gómez Checheb pastoreaba un rebaño de ovejas cuando aparecieron en su camino tres piedras de color azul oscuro y de forma redonda. Al ver a su madre le dijo: “estas piedras bajaron del cielo”. Siguiendo el consejo del fiscal de San Juan Chamula, Pedro Díaz Cuscate, Agustina envolvió las piedras caídas del cielo y las ocultó en una caja de madera. Se cuenta que las piedras golpeaban la caja para poder salir, por lo que Díaz Cuscate, valiéndose del respeto que gozaba por ser el encargado de la iglesia, difundió la noticia de que las piedras hablaban y se autonombró sacerdote del nuevo culto. Y la noticia no tardó en llegar a los pueblos aledaños.

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Una gran tormenta inundaría las calles de San Cristóbal en esos días. Desde un altar improvisado en Tzajalhemel, Pedro Díaz Cuscate la interpretó como un castigo a los ladinos “los habitantes no indígenas de la ciudad”, y una muestra de la fuerza de sus dioses que se negaban a abandonar a los primeros habitantes de estas tierras.

En medio de rezos, olor a incienso y a juncia, los indígenas de Chamula y pueblos cercanos adoraron a las piedras: sus dioses que volvían. Que cayesen del cielo era una señal de inconformidad por el olvido en que se les había tenido, era un reclamo por ser suplidos por la nueva religión y así lo entendieron sus fieles, quienes decidieron escucharlos y redimirse otorgándoles la dignidad que se merecían.

Captura de pantalla 2013-09-20 a las 19.05.53Tzajalhemel se llenó pronto de vida: rezos, procesiones, flores, incienso y posh (la bebida embriagante de cañaa) se ofrecían a los dioses en señal de respeto. Era tanta la gente que visitaba las cuevas del lugar, que se instaló un mercado en el que los indios comerciaban libremente por medio del trueque y sin intervención de ladinos. La noticia no tardaría en llegar hasta los oídos del cura de Chamula, quien ya se preguntaba el por qué de la poca asistencia a la iglesia, así que decidió visitar Tzajalhemel. Al llegar y darse cuenta de lo que sucedía, reprendió severamente a los indios por sus prácticas paganas, ante lo cual éstos se mostraron sumisos y abandonaron las cuevas.

PARA SABER MÁS:

  • Rosario CASTELLANOS, Oficio de tinieblas, en Obras reunidas I, México, FCE, 2005.
  • Flavio Paniagua , Florinda, México, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, 2003.
  • JAN RUS, ¿Guerra de castas según quién?: indios y ladinos en los sucesos de 1869, en Juan Pedro Viqueira y Mario Humberto Ruz (eds.), Chiapas: los rumbos de otra historia, México, UNAM/ CIESAS, 1995, pp. 145-174.
  • Indios somos con orgullo. Poesía Maya-Tojolabal, recopilación, traducción, notas, comentarios e introducción por Carlos Lenkersdorf, México, UNAM/ IIFL, Centro de Estudios Mayas, 1999.

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