Entre Sevilla, La Habana y Orizaba Una fábrica de cañones del siglo XVIII

Entre Sevilla, La Habana y Orizaba Una fábrica de cañones del siglo XVIII

Entre Sevilla, La Habana y Orizaba Una fábrica de cañones del siglo XVIII

Eder Antonio de Jesús Gallegos Ruiz
Universidad Pablo de Olavide, Sevilla
Revista BiCentenario #16

El estado del armamento en la Nueva España dejó mucho que desear desde principios del siglo XVIII, pues no eran pocas las dificultades de la península para surtir al Nuevo Mundo. Los extensos territorios debían cubrirse con una Real Armada en mal estado, una burocracia ineficiente, las inclemencias del tiempo en los viajes transatlánticos y la escasez en las fundiciones de la metrópoli, que apenas podían hacer frente a sus propias exigencias.

Si a esto se suma la especulación por la abundancia y el costo de metales en América, obtendremos un resultado desastroso. Por ello, la Corona planeó la construcción de una maestranza de Indias, fábrica que dotara de artillería a la América septentrional y el Caribe, como una forma de complementar los envíos tradicionales.

El virrey Baltasar de Zúñiga había previsto desde 1717 la imperiosa necesidad de la tecnología artillera en los territorios del actual México. Por ello pidió el envío de dos fundidores expertos, a fin de erigir una maestranza para la construcción y reparación de nuevas piezas de armamento, según la disponibilidad y el bajo costo de los metales en el territorio. Su petición fue expedida dentro de una carta personal a Felipe V con fecha 11 de junio y se le respondió el 3 de enero de 1718 con la orden de envío de un operario, facultado para la edificación de una o dos fábricas de cañones.

Sin embargo, no sería sino hasta dos años des- pués que un fundidor de la maestranza de Pamplona llamado José Escartín, estaría dispuesto a ir a la Nueva España, no sin antes establecer un contrato con la Corona en el que se estipulaban las condiciones para su pago, fletes, viáticos para él y su familia, la designación de tres ayudantes y su reconocimiento como Maestro Mayor Fundidor. Tras su llegada a Veracruz, Escartín decidió peinar la zona, pues consideraba que la maes- tranza debería erigirse estratégicamente en las proximidades del puerto, escogiendo dos caseríos ubicados en la calle de Tres Cruces en la villa de Orizaba.

Fue el primer intento de la recién entronizada casa real de los Borbones por introducir una tecnología que mejoraba a pasos agigantados. Pero los beneficios para el erario público no eran muy obvios y, al parecer, el peligro aún no parecía acuciante como para generar tales gastos, estimados según los fundidores auxiliares y los maestros carpinteros en $63,197 pesos de antaño, sin incluir $2 mil pesos del costo de dos hornos de fundición y gastos posteriores, como madera para las cureñas y carbón destinado a los hornos de fundición.

De allí que en 1722 el virrey decidiera cancelar el proyecto, presionado además por una carta de José del Campillo (secretario de José Patiño, Intendente General de la Marina y el Ejército), donde éste dejaba entrever que existiría una nueva instrucción para erigir la fabrica, no en Orizaba, sino en La Habana. Posteriormente se aclararía que todo había sido un malentendido, pero la vicisitud alimentó el escepticismo sobre la viabilidad del proyecto por parte de Juan de Acuña, el nuevo virrey, quien se inclinaba más por el tradicional sistema de envíos de artillería desde Sevilla.

De este curioso antecedente podemos inferir que, si bien la especulación sobre la calidad, abundancia y bajo costo de metales en el territorio novohispano (cobre y estaño para fabricar artillería de bronce) desde la península eran clave para las propuestas a favor, existía en contra un aparato burocrático que, en la práctica, solo generaba confusiones y superposición de mandos, escasez de operarios españoles dispuestos a trasladarse a las Indias y segregación en los mandos militares, provocando la ausencia de auxiliares novohispanos con conocimientos previos.

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La caída de La Habana en 1762 y la cesión de Florida a Inglaterra en 1763 volvió la defensa militar una empresa capital en la agenda de la Corona. Así, habiendo transcurrido 46 años de haberse descartado el primer proyecto, el virrey marqués de Croix volvería a pensar en construir una fábrica de artillería próxima al golfo de México, para auxiliar al Caribe y defender a la Nueva España de la gran invasión terrestre que se pensaba inminente.

El virrey dio la orden en 1768 al gobernador de Veracruz Félix de Terras, para prestar toda su ayuda al fundidor español Francisco de Ortúzar, a fin de que reconociera el sitio adecuado para el nuevo proyecto de maestranza en las inmediaciones del puerto de Veracruz. Tras recorrer 25 leguas alrededor de esta población, acompañado del capitán de artillería peninsular Andrés Sanz, siguieron hacia el camino de Jalapa sin examinar Orizaba y determinaron que el lugar idóneo era un sitio llamado Molino de Villa a dos leguas del Camino Real de Perote y 30 de Veracruz. Pero no se llegó a una resolución definitiva, pues sólo se les había designado para reconocer la zona.

En una nueva expedición ordenada por el virrey Antonio de Bucareli en septiembre 1776, Ortúzar, esta vez con el español Diego Ponce, director de las obras de construcción de la nueva fortaleza de San Carlos en Perote, ratificaron la locación anterior. El dilema era entonces saber si se trataba de hacer una maestranza temporal o permanente. Se pensó que, de ser provisional, con situarse en Molino de Villa hubiera bastado para el traslado de las piezas de artillería. Sin embargo, en caso de ser permanente, el terreno sinuoso obligaba a trazar dos caminos, de entrada y salida, así como una vía fluvial para dar mayor facilidad al traslado de cañones al puerto de Veracruz.

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PARA SABER MÁS:

  • CHRISTEN JÖRGENSEN et al., Técnicas bélicas del mundo moderno, 1500-1763. Equipamiento, técnicas y tácticas de combate, Madrid, Libsa,
  • 2007. JUAN ORTIZ ESCAMILLA, El teatro de la guerra. Veracruz: 1750-1825, Xalapa, Universidad Veracruzana/Universitat Jaume I, 2010.
  • EULALIA RIBERA CARBÓ. Herencia colonial y mo- dernidad burguesa en un espacio urbano. El caso de Orizaba en el siglo XIX, México, Instituto Mora, 2002.
  • GUILLERMINA DEL VALLE PAVÓN, “Ocupación y especialización en la villa de Orizaba en 1791” en CARLOS CONTRERAS CRUZ y CARMEN BLÁZQUEZ DOMÍNGUEZ (coords.), De costas y valles. Ciudades de la provincia mexicana a finales de la colonia, México, Instituto Mora- Universidad Veracruzana-Conacyt-BUAP, 2003.
  • “Museo de la Real Fábrica de Artillería” en http://www.youtube.com/watch?v=t21ECDfVA4c&feature=related