El asilo de argentinos en la embajada mexicana en Buenos Aires

El asilo de argentinos en la embajada mexicana en Buenos Aires

Araceli Leal Castillo
Instituto Mora

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 38.

Tras e sangriento golpe de Estado militar de 1976 en Argentina, 68 personas, entre ellas un ex presidente, pidieron protección a la embajada y el consulado mexicano ante el temor fundado de perder sus vidas. Poco a poco obtuvieron sus salvoconductos para llegar a México. Aquellos días los dejarían marcados por el antes y el después de recibir la solidaridad mexicana.

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Sin duda, los documentos resguardados en los archivos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) sobre el asilo diplomático brindado en las embajadas mexicanas en América Latina constituyen las fuentes adecuadas si queremos elaborar estadísticas sobre cantidad, fecha, género, edad de los protegidos, pero si nuestro interés va más allá, y lo que deseamos es conocer las circunstancias, los pormenores, los matices “individuales y colectivos” de ese acontecimiento histórico, necesitamos recurrir a los testimonios de los protagonistas, en este caso de los refugiados argentinos en la representación mexicana en Buenos Aires.

Como es sabido, desde la década de los cuarenta del siglo XX, México se ha destacado en el Ámbito latinoamericano por tener una política de puertas abiertas hacia los que huyen por razones políticas, raciales o religiosas. Por esa razón no fue inusitada la disposición del gobierno mexicano para brindar protección a los perseguidos argentinos, incluso antes de que se produjera la ruptura institucional en marzo de 1976. El embajador mexicano en Argentina, Roque González Salazar, afirma que:

el presidente Echeverría me llamó “me dio instrucciones muy concretas con relación al asilo… a las posibilidades de asilo, que tenía que estar muy, muy generoso y muy abierto a todas estas posibilidades… me dijo: “se aproximan momentos difíciles para la Argentina, queremos que usted recuerde que la política de México ha sido siempre de puertas abiertas y de generosidad”.

Efectivamente, hacía años que Argentina experimentaba una grave crisis económica y política cuando el 24 de marzo de 1976 una Junta Militar depuso al gobierno constitucional e instauró un plan sistemático de exterminio que implicó secuestro, tortura, muerte y desaparición para miles de hombres, mujeres e incluso niños. El recuerdo de un ex dirigente nacional de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) ejemplifica el difícil y peligroso entorno que vivían los considerados enemigos de la sociedad argentina:

[Cuando] fue el golpe de Estado“ estaba en la clandestinidad, no tenía documentos, no tenía trabajo, no tenía plata, y vivía escapándome del Ejército” Era una situación muy límite… era un estado de mucha desesperación, yo lo único que quería era irme y me iba a cualquier país. Si me decían ándate a una islita… yo me iba” Después allá veía que hacía. La única idea era irme de acá, yo no tenía proyectos a futuro, y la verdad no pensaba en nada, lo único que quería era irme, no me importaba ni a dónde, ni cómo me iban a recibir, nada, no pensaba en esas cosas” sabía a qué estaba condenado a ser un desaparecido si me quedaba acá.

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