De cómo desde Estados Unidos se intentó llevar la Prohibición a México

De cómo desde Estados Unidos se intentó llevar la Prohibición a México

Cecilia Autrique Escobar
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 14.

Si el consumo de licor sigue a este paso, Estados Unidos no será nada mejor que una nación de borrachines”, comentará un profesor de la universidad de Harvard al ex presidente Thomas Jefferson en 1821. Se cuenta que era común que las familias iniciaran el día con un “trago generoso” de alcohol (incluidos los niños), “para aguantar las demandas del mundo y evitar los ataques de mal humor”. Más tarde Abraham Lincoln diría: “el licor intoxicante era usado por todo el mundo, repudiado por nadie y entraba en el primer respiro de un infante y en el último pensamiento del moribundo”.

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La cantina con la barra más larga del mundo

El alcoholismo llegó a ser una preocupación pública tan seria que desde épocas tempranas de la república independiente distintos grupos se dieron a la lucha de moderar el consumo del licor y más tarde de prohibirlo. Algunos de estos grupos tratarían de extender su influencia al país vecino del sur durante los años de la Prohibición, esto es, de 1920 a 1933, cuando en la Constitución de Estados Unidos se proscribió la producción, la venta y el tráfico de “bebidas intoxicantes”. El proceso era la culminación de una lucha de muchos años, en la que habían tomado parte distintos organizaciones protestantes “los primeros fueron los metodistas en 1826 y sobresalieron también los bautistas” que pensaban que el alcohol era dañino para el hombre y tomarlo no causaba más que consecuencias negativas en el trabajo, la familia y la sociedad. Sustentarían estas ideas en investigaciones científicas y pretenderían educar a la gente sobre los males producidos, pero también se propondrían cambiar las leyes para limitarlo o prohibirlo.

El movimiento contra el alcohol coincidió con muchos cambios que transformaron a la sociedad estadounidense. Desde finales del siglo XIX, la inmigración masiva multiplicó la población, lo cual implicó el arribo de costumbres distintas respecto al alcohol (por ejemplo, entre los irlandeses y los alemanes para quienes es parte de su cultura), al tiempo que se daba un proceso de industrialización importante que contribuyó al crecimiento de las ciudades y tenía lugar una gran migración hacia el Oeste de gente que iba en pos de nuevas oportunidades. Todo esto fue cambiando tanto los valores como las instituciones tradicionales (familia, religión y sentido de comunidad) y provocó gran incertidumbre en la sociedad, lo que llevó a su vez a un gran incremento en el consumo de bebidas alcohólicas, sobre todo en lugares públicos como las cantinas, y el exceso fue tan notable que fueron muchos los que exigieron una solución.

Embotelladores clandestinos
Embotelladores clandestinos

Ilustremos lo anterior con algunos datos. Si en 1850 los estadounidenses bebían 136 millones de litros de cerveza al año (10.2 litros por persona), para 1890 la cantidad era de 323 millones de litros (30 litros por persona). Si bien la población se había triplicado en ese periodo, el consumo de cerveza creció 24 veces y esto sin contar el consumo de licores. El número de cantinas también aumentó visiblemente pues en 1870 había 100 mil en todo el país y en 1900 la cifra era de 300 mil.

Las ligas femeninas fueron otros grupos interesados en cambiar las reglas relativas al alcohol pues las mujeres eran las más afectadas al ver como los salarios de los maridos “se iban en la botella”, quedando las familias desprotegidas y sumidas en la pobreza. De ahí que lucharan por adquirir el derecho al voto para así ser parte de la vida política nacional y poder clausurar las cantinas.

A las organizaciones religiosas y de mujeres se sumaron los grupos políticos de orientación progresista, los cuales enarbolaban además otras causas sociales tales como la reforma de las condiciones laborales de los obreros, la prohibición del trabajo infantil, el impulso de la salud pública y la mejoría de las condiciones de pobreza, entre otros objetivos.

Movimiento femenino por la templanza
Movimiento femenino por la templanza

De tal modo, el movimiento a favor de la Prohibición fue cobrando fuerza. Surgieron instituciones como el Partido Nacional Prohibicionista (1869), la Unión de Mujeres Cristianas Temperantes (1874) y la Liga Anticantinas (1893), que buscaban reformar a la sociedad a través de leyes y educación. La última fue la más poderosa porque consiguió apartar el asunto de otros temas y utilizó estrategias políticas muy eficientes, tales como intimidar a los políticos, obligándolos a tomar una postura al respecto. También manejaban a las minorías que podían definir una elección e impulsaban a los candidatos locales para que fueran los propios condados los que votaran si cerrar o no sus cantinas, además de que tenían ocho imprentas que empleaban para su propaganda y sus campañas.

Conseguían recursos económicos a través de pequeñas contribuciones de las congregaciones de las iglesias protestantes con presencia en todo el país y de algunos industriales como Henry Ford o John D. Rockefeller, quien aportaba el equivalente al diez por ciento del dinero recaudado por la Liga. Los industriales favorecían la regulación del licor pues veían una relación directa con la eficiencia de los obreros en el trabajo. El poder de la liga llegó a ser tal que se dice que Wayne Wheeler, su estratega, influyó en seis Congresos y dos presidentes y mantuvo el equilibrio de poder entre los partidos Republicano y Demócrata.

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Para leer el artículo completo, consulte la revista BiCentenario.

1 comentario

Me encantó el artículo d: “De cómo desde Estados Unidos se intentó llevar la Prohibición a México” del número 14 de la revista. ¿Cómo puedo acceder al artículo completo? Saludos.

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