Churubusco: un viaje en el tiempo

Churubusco: un viaje en el tiempo

Faustino A. Aquino Sánchez
Museo Nacional de las Intervenciones.

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 45.

La arquitectura con varios siglos de antigüedad que rodea al exconvento de Churubusco, ha sido el sitio ideal para decenas de filmes que se produjeron desde los principios del cine mudo. Luis Buñuel, Emilio Fernández, Pedro Infante, Jorge Negrete, Fernando de Fuentes, entre muchos, pasaron por allí para hacer sus historias.

BiC450073

En la ciudad de México abundan rincones pintorescos que son un verdadero oasis en medio del tráfico y la contaminación ambiental; se trata de vestigios de viejos pueblos y haciendas que fueron absorbidos por la mancha urbana, pero que conservan un sabor atávico y provinciano gracias a un entorno arquitectónico que se remonta a siglos pasados. Es el caso de la colonia San Diego Churubusco que, enmarcada entre las avenidas División del Norte, Tlalpan y Río Churubusco, tiene como centro cultural al exconvento del siglo XVII que hoy alberga al Museo Nacional de las Intervenciones.

Se trata de un asentamiento muy antiguo, su ocupación por pueblos prehispánicos se remonta al siglo XIII, época en la que indígenas de tradición colhua-chichimeca formaron la confederación de los Nauhtecutli (Cuatro Señores), integrada por los pueblos de Colhuacan, Ixtapalapa, Mexicalcingo y Huitzilopochco (el actual Churubusco). Este último pueblo chinampaneca (es decir, asentado parcialmente sobre chinampas) estaba ubicado en la orilla de una boca de casi tres kilómetros de ancho que unía alos lagos de México y Xochimilco, y su nombre significa, literalmente, “en el lugar de Huitzilopochtli” o “en el lugar consagrado al Dios de la guerra”. Por ello resulta irónico que, cuando los mexicas llegaron a la cuenca de México en su peregrinación, guiados por ese mismo dios, hayan sido esclavizados por los huitzilopochcas y sus aliados hacia el año 1302.

Sin embargo, los mexicas fundaron Tenochtitlán, formaron la Triple Alianza con Tlacopan y Texcoco y dominaron a los pueblos vecinos. La conquista de Huitzilopochco por los mexicas puede situarse en el segundo reinado de Izcóatl, hacia los años 1428-1430. A la llegada de los españoles, Huitzilopochco era un pueblo que, según el Códice Mendocino, rendía tributo a Tenochtitlán con plumas de colibrí y flores. No se sabe con certeza su extensión, pero cronistas como Hernán Cortés, Francisco López de Gómara y Juan de Torquemada le atribuyen miles de casas. También contaba con varios teocalis, entre ellos uno de gran celebridad dedicado a Hutzilopochtli. Luego de una alianza con Cortés en los primeros momentos de la conquista, fue de los pueblos que mayor resistencia opusieron.

BiC450088

A partir de 1521 la vida de los habitantes de la cuenca de México cambió por completo. Sus templos y ciudades fueron destruidos para levantar edificaciones con una nueva arquitectura. En Hitzilopochco, el antiguo teocali de Hutzilopochtli fue demolido para levantar sobre su basamento un templo católico, que hasta la fecha se conoce como capilla de San Mateo. El nombre mismo del lugar comenzó a deformarse y castellanizarse por los nuevos amos, los encomenderos españoles, hasta terminar en Churubusco, y comenzó a conocerse una nueva fe por la actividad evangelizadora de los llamados “primeros doce franciscanos” de fray Martín de Valencia, quienes fundaron (a unos 300 metros de la capilla de San Mateo) un convento en el lugar donde hoy se asienta el exconvento de Churubusco. Esta primera obra fue sumamente modesta; según George Kubler, “esta pequeña iglesia y convento tienen el mérito de haber sido reconocidos por Ponce como el primer establecimiento erigido por frailes. Fue construido totalmente de ladrillo, y la obra se atribuye a fray Juan de Zumárraga, lo cual, de ser cierto, la situaría entre 1528 y 1548”.

Igual que muchas fundaciones de los franciscanos en el centro de México, la ermita, con la advocación de Dios y María, vivió décadas difíciles que impidieron su expansión arquitectónica (no constaba más que de un pequeño templo y una casa adosada) y determinaron su paulatino abandono desde la década de 1570. En 1581, por disposición del cabildo metropolitano, la construcción pasó a poder de una orden reformada de los franciscanos, la de San Diego de Alcalá. Los dieguinos cambiaron la advocación a la de San Diego y dieron nueva vida al pequeño convento, de modo que para 1592 ya era una casa de formación de los religiosos que partían a evangelizar las Filipinas. El aumento de frailes hizo insuficiente el espacio, de modo que fue necesaria una reedificación desde los cimientos. Esta se logró, en el año 1678, gracias al mercader granadino Diego del Castillo, quien donó parte de su fortuna para construir el edificio que hoy conocemos, con la advocación de Santa María de los Ángeles. En 1733 se añadió el ala sur y la barda perimetral que rodea el predio, y en 1801 el portal de entrada.

Durante la guerra entre México y Estados Unidos, el convento, tornado fortaleza y defendido por los batallones de guardia nacional Independencia y Bravo y por el batallón de irlandeses de San Patricio, enfrentó el asalto del ejército del general Winfield Scott el 20 de agosto de 1847, motivo por el cual, y en memoria de los caídos en aquel combate, el presidente Benito Juárez decretó el 21 de agosto de 1869 que fuese dedicado a “uso de beneficencia”.

En virtud de dicho decreto, en 1877 los espacios del exconvento fueron adaptados para establecer el Hospital Militar de Tifoideos, el cual funcionó con tales carencias que llevaron al deterioro del edificio. Por fin, en julio de 1917, el entonces inspector general de monumentos artísticos, Jorge Enciso, propuso que el inmueble fuese convertido en museo. Se convocó a veteranos de la guerra y sus familias para que donaran objetos de la época de la invasión estadunidense (armas, vestuario, banderas, mobiliario, pinturas y litografías, entre otros), y con este material fue inaugurado, el 20 de agosto de 1919, el Museo Histórico de Churubusco, el cual también albergó una colección de transportes –recibió donativos de carruajes y automóviles.

[…]
Para leer el artículo completo, consulte la revista BiCentenario.